domingo, 1 de febrero de 2015

EL LIBRO DE ESTER (Parte II)

La esposa judía sustituye a la gentil
Esto, de por sí, es de lo más interesante; pero aún hay más que esto. El libro de Ester no es tan sólo un libro que trata sobre providencia, sobre la secreta providencia de Dios cuando Él no podía mencionar Su nombre en favor de su pueblo, en favor de los judíos en su pobre y dispersa condición entre los gentiles; sino que, aparte de eso, el libro constituye un tipo de los grandes designios de Dios que están aún por acontecer; porque ¿con qué comienza principalmente el libro? Con esto: la esposa gentil del gran rey es depuesta y se produce el hecho singular de que una judía toma su lugar. Personalmente no puedo dudar de que esto es precisamente lo que sucederá cuando el gentil haya demostrado su desobediencia y haya fracasado en cuanto a exhibir la belleza que debería verse en su testimonio de Dios ante el mundo. Concretamente, esto es lo que está sucediendo ahora; es decir, el gentil, en el tiempo presente, es el que ocupa una determinada posición ante Dios en la tierra. El judío, como lo notaréis, no es el testigo actual de Dios, sino que lo es el gentil. Y el gentil ha fracasado totalmente. Conforme al lenguaje del capítulo 11 de Romanos, las ramas del olivo silvestre —el gentil— serán desgajadas, y el judío será nuevamente injertado. Pues bien, Vasti es la esposa gentil depuesta a causa de su desobediencia y de su fracaso en cuanto a exhibir su belleza ante el mundo. Esto es precisamente lo que la cristiandad debió haber hecho. El gentil, pues, será cortado y destituido, y el judío será restablecido (Romanos 11:22-24). Esto es lo que representa el llamamiento de Ester. Ella se convierte en el objeto de los afectos del gran rey y desplaza a Vasti, quien nunca más es restablecida. Pero hago simplemente esta casual observación para mostrar la relación típica de este libro con el desarrollo de los grandes consejos de Dios en las Escrituras.

Ester, hija adoptiva de Mardoqueo, primo suyo
Ahora vuelvo a explicar un poco los hechos que el libro señala como el gran desarrollo de la secreta providencia, cuando el nombre de Dios no puede ser mencionado. Dios puede obrar donde no puede proclamarse a sí mismo, y esto se halla notablemente ilustrado por el hecho de que, cuando se impartió la orden para que las jóvenes doncellas fuesen buscadas para que el rey hiciese su elección, entre otras "había en Susa residencia real un varón judío cuyo nombre era Mardoqueo hijo de Jair, hijo de Simei, hijo de Cis, del linaje de Benjamín; el cual había sido transportado de Jerusalén con los cautivos que fueron llevados con Jeconías rey de Judá, a quien hizo transportar Nabucodonosor rey de Babilonia. Y había criado a Hadasa, es decir, Ester, hija de su tío, porque era huérfana; y la joven era de hermosa figura y de buen parecer. Cuando su padre y su madre murieron, Mardoqueo la adoptó como hija suya. Sucedió, pues, que cuando se divulgó el mandamiento y decreto del rey, y habían reunido a muchas doncellas en Susa residencia real, a cargo de Hegai, Ester también fue llevada a la casa del rey, al cuidado de Hegai guarda de las mujeres. Y la doncella agradó a sus ojos, y halló gracia delante de él" (cap. 2:5-9).

Ester, elegida reina
Y cuando le llegó el turno a las diferentes doncellas y, entre otras, a Ester, ella no sólo halló gracia en los ojos del eunuco del rey, sino, más aún, a los ojos del mismísimo rey. "Fue, pues, Ester llevada al rey Asuero a su casa real en el mes décimo, que es el mes de Tebet, en el año séptimo de su reinado" (cap. 2:16). Puedo observar, de paso, que esto constituye una notable confirmación de las memorias de Asuero pertenecientes a la época de Jerjes, ya que en el tercer año de su reinado —como nos relata la Historia— Jerjes celebró un gran concilio de todos los grandes de su Imperio. El objetivo político fue su tentativa de conquistar Grecia, y él volvió nuevamente en el séptimo año de su reinado, exactamente las mismas fechas que se consignan en este libro de Ester. Durante ese tiempo, él se ausentó de su país y estuvo ocupado en ese vano esfuerzo, el cual culminó en la más completa destrucción de la flota persa y la expulsión de sus tropas por el relativamente pequeño poder de los griegos. Pero, sea como fuere, simplemente hago esta observación para demostrar la maravillosa manera en que la providencia de Dios preserva hasta las fechas y el modo en que los hechos concuerdan.



Éste, de todos modos, no es más que un pequeño detalle; pero el hecho sobresaliente es que la judía fue preferida a todas las otras. La judía solamente es quien será la desposada del gran Rey en la tierra. Sabemos lo que significa «el gran Rey». Supongo que todos vosotros estaréis enterados de que «el gran rey» era un título especial del monarca persa. Ahora bien, la Escritura utiliza la expresión "el gran Rey" con referencia al Señor (véase Salmo 48:2). No puedo dudar, pues, de que haya un propósito deliberado en esta manera típica, precisamente, de hablar de Él.
Ester, entonces, se convierte en la desposada —la reina— del gran rey después que la gentil fue depuesta a causa de su desobediencia; y el rey, entonces, hace una gran fiesta. Dispone una disminución de tributos para las provincias, como sabemos que habrá de ocurrir. Cuando el judío sea favorecido, ello será como "vida de entre los muertos" (Romanos 11:15), sea cual fuere la gracia presente de Dios (y sabemos que es infinitamente rica); pero en lo que toca a la tierra, ha sido enteramente echada a perder a causa de la mundanería, del egoísmo y de la vanidad del hombre. Todas estas cosas han destruido el carácter del reino de Dios en lo que respecta a su testimonio en la tierra. No cabe duda de que Dios lleva a cabo su propósito celestial, pero éste nada tiene que ver con este libro. La figura de las cosas celestiales no se encuentra aquí. Se trata solamente de la tierra y del aspecto terrenal de la cristiandad, la cual habrá de ser hecha a un lado cuando se convoque a los judíos, lo que no habrá de tardar. Ellos, entonces, vendrán a ser la esposa permanente del Rey.

Mardoqueo denuncia una conspiración contra Asuero
Aquí, al final del segundo capítulo, se nos dice que Mardoqueo no sólo se sienta a la entrada del rey, sino que también viene a ser el medio para hacer saber al gran rey que se prepara un atentado contra su vida. Dos de los camareros del rey que cuidaban la puerta procuraron ponerle las manos encima al rey, pero el asunto se conoció. Se hizo la investigación, y ambos fueron colgados de un árbol. Nosotros bien sabemos que todo transgresor en aquel día venidero será descubierto y aniquilado «ipso facto». No existirá más la incertidumbre de la ley. En aquel día "para justicia reinará un rey" (Isaías 32:1). Se descubrirá y castigará a todos aquellos que alcen sus manos contra el Señor.

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