domingo, 1 de febrero de 2015

¿Por Mérito o fe?

"Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios", Romanos 10:17.
La carta del apóstol Pablo a los Ro­manos demuestra el estado de culpabi­lidad ante Dios en que se halla toda la hu­manidad. Pero hay una nota halagüeña en el capítulo 10, de donde sacamos el tex­to. Un mensaje de salvación ha sido pro­clamado. Cuando escribió su carta a los Corintios el apóstol dijo a ellos: "Agradó a Dios salvar a los creyentes por la locu­ra de la predicación", 1 Cor. 1:21. No dice que el mensaje es locura, sino a los hombres el método empleado por Dios, les parece locura. Además en Romanos 10:16 el mismo Apóstol escribe: "Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?" Por naturaleza hay un corazón de incredulidad en la raza huma­na. Es la obra de Dios y del Espí­ritu Santo que nos hace creer y aceptar la Palabra de Dios para la salvación de nuestra alma. Es un punto de suma im­portancia que Dios trata a cada uno como el individuo único y menesteroso de la salvación ofrecida. Tenemos el libre albedrío de recibir el evangelio de Cristo, o de rehusarlo. La verdad está presentada por el predicador y el individuo tiene que hacer caso al mensaje. Dios no fuerza a nadie. Es muy evidente que el mensaje de los previos capítulos indica que la sal­vación no viene por mérito de las obras humanas. En palabras claras y termi­nantes el apóstol escribe en capítulo 4:4-5, "Pero al que obra, no se le cuenta el sa­lario como gracia, sino como deuda; más al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío (es decir el culpable), su fe le es contada por justicia". Lo que le falta al hombre por naturaleza le es conferido por la inmerecida gracia de Dios. La misma verdad es confirmada en la carta a los Efesios, 2:8-9. "Por­que por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe".
Acepte este veredicto de Dios, y acuda a Cristo, recibiendo la salvación de su alma.
Contendor por la fe,  Nº 109-110, 1971.

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