(Sansón pudo comprobar que el Jehová inmutable es un
verdadero auxilio en tribulación).
"Y el cabello de su cabeza comenzó a crecer,
después que fue rapado" (Jueces 16:22).
Cuando
los filisteos apagaron los ojos de Sansón es probable que usaran un hierro
incandescente. Así como el deseo de sus ojos le había conducido al desvío del
Señor, el castigo afectó esa facultad de su vista. Pero también vemos la mano
de Dios aquí, golpeando para sanar; por cuanto Sansón, .en su ceguera debía
haberse visto de otra forma, dándose cuenta cuán reprensible su conducta había
sido. Al laborar trabajosamente en la cárcel de Gaza, le sobraba tiempo para
pensar en su vida anterior, para recordarse de su necedad y pecado y (en las
palabras de Lam.3:40), escudriñar sus caminos, buscar y volver al Señor. Con el
descubrimiento que su cabello volvía a crecer, brotaría también la esperanza
dentro de todo su ser. Si el cabello se restauraba, quizá también su persona, y
aún podría hacer hazañas con Dios. De repente su cuerpo debilitado podría ser
alentado de nuevo del poder de lo alto, el poder que gozaba antes. De modo que,
a la medida que su cabello crecía, su esperanza también se fortalecía.
Es cierto que los filisteos habían aprendido el secreto de la gran
fuerza de Sansón, pero se quedaban totalmente ignorantes del Dios de Sansón, y
esa ignorancia ahora se convierte en desastre para ellos. Si se hubieran
indagado un poco más a fondo, habrían aprendido que el verdadero secreto de la
fuerza de Sansón residía en su consagración a Dios y que el cabello era una
señal de ello. También se habrían dado cuenta que mientras Sansón, ya
debilitado, yacía encadenado, el Dios de Israel se quedaba libre y su poder,
sin obstáculo alguno. Aquí hay un Dios que los filisteos jamás conocieron, Uno
que estaba sobre todos los dioses y que hace todas las cosas según el designio
de su voluntad- Ef.1:11. Este es el Dios que llamó y dotó a Sansón en primer
lugar, e irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios (Romanos 11:29).
Él es un Dios que siempre se queda fiel a su pueblo aun cuando le falla, así
como lo hizo Sansón, porque Él no puede negarse a sí mismo (2 Timoteo 2:13). Es
el único Dios verdadero, y opuesto implacablemente a todo dios falso, los
ídolos de los paganos que desvían la mente de los hombres de su Creador, y le
roban de su gloria. Así que, cuando los filisteos querían hacer a Dagón el más
alto de los dioses, Jehová se conmovió de ira y actuó para defender su honor.
¡Qué mejor lugar para un despliegue del poder de Dios, sino en la casa
de Dagón! el centro de la religión filistea. Y ¡qué mejor ocasión, sino cuando
"todos los príncipes de los filisteos estaban allí!"- 16:27. Ellos
alababan a Dagón por la victoria sobre Sansón y sobre el Dios de Israel
también. Y ¡qué momento más apropiado! Sansón, el que había sido designado por
Dios como instrumento de castigo entre los filisteos, había sido llevado,
cual un miserable y despreciable enemigo “derrotado” al templo de Dagón para
entretener a esos señores. Allí le atormentaron y le insultaron hasta cansarle.
Fue entonces que Jehová se alzó para contender con sus enemigos, y mientras
Sansón clamaba y se doblaba para hacer fuerzas, el Señor escuchó y acudió en su
ayuda. En un momento Dagón fue destronado, su templo demolido y sus adeptos
destruidos.
Fue un pueblo atolondrado y afligido que rastreaba entre los escombros
de la casa de Dagón para recuperar a sus muertos. Entre las lágrimas, el golpe
de pechos y el retorcer de las manos habrá surgido en muchos corazones tristes
dudas respecto al sobrevivir de los filisteos como nación y la credibilidad de
Dagón como un Dios. Y bien hacían en estar afligidos porque Dios acababa de
iniciar el rescate de Israel y Sansón principió una serie de eventos que continuarían
inexorablemente al fin pre- dicho por el profeta Amos (1:8), "y el resto
de los filisteos perecerá, ha dicho Jehová el Señor..." En cuanto a Dagón,
que lo busquen entre las guaridas de lombrices, ratas y topos si quieren, pero
su sistema de culto desapareció del mundo hace mucho.
Los filisteos no eran los únicos dolientes. Los parientes de Sansón también
se hicieron presentes, silenciosos, sin sonrisa, para recoger el cadáver
magullado de Sansón y llevarlo a casa para sepultarlo. Podemos imaginarlos
regresando a casa conversando apesadumbrados acerca de éste su pariente
desviado; su vida, su muerte entre los filisteos, y con corazones afligidos y
pensamientos melancólicos de lo que pudiera haber sido. Pero ¡espere! Los
hebreos no deben entristecerse como lo hacen los filisteos. Para ellos hay un
pensamiento supremo para echar fuera las tinieblas y mitigar el dolor. En su
angustia más profunda, su hora más oscura, Sansón no había llamado nunca a
Dalila por ayuda, ni tampoco a los filisteos por misericordia, mucho menos a
Dagón. Pero cuando la alabanza a Dagón fue más animada, Sansón había dirigido
los cuencos vacíos hacia el Dios de sus padres contra Quien había pecado y
halló que es compasivo, lleno de misericordia. No obstante su vida manchada y
confusa, Sansón pudo comprobar que el Dios inmutable es ciertamente un Dios no
lejano, sino cercano, aun en un país extranjero y en el templo de su ídolo. Que
enjuaguen _sus lágrimas la familia de Sansón al rodear el sepulcro, y si no hay
nada más que escribir en la lápida de su tumba, que a lo menos contenga es*-
* ' 'Sansón murió en fe''.
Traducido y copiado de "Counsel"
Contendor por la Fe, Nº 239-240, Septiembre-Octubre de
1985
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