domingo, 1 de marzo de 2015

"EL SEÑOR ES MI PASTOR"

Él conoce su rebaño.
Él cuenta las ovejas y las llama cada una por su nombre.
Él va delante de ellas;
Ellas le siguen y ÉL las lleva, a través de la inundación o el fuego.

El salmo 23 despliega delante de nosotros las bendiciones de aquel que toma sus jornadas, a través de este mundo, con el Señor Jesús, su Pastor.
Este salmo está cercanamente relacionado con el salmo que le precede y también con el que le sigue. Estos tres salmos tienen una sobresaliente belleza y valor, cuando vemos que en cada uno Cristo es el gran tema. El salmo 22 nos presenta al Señor Jesús como la santa víctima ofre­ciéndose a sí mismo en las afueras (lejanía) a Dios, en la cruz, en orden a encontrar la santidad de Dios y seguridad a su rebaño. El salmo 23 nos presenta al Señor Jesús como Pastor llevando su rebaño a través del desierto de es­te mundo. El salmo 24 nos presenta al Señor Jesús como el Rey - El Señor de la casa - trayendo a su pueblo a su glorioso reino.
El salmo que nos ocupa abre con una gran declaración, "El Señor es mi Pastor". Todo creyente puede decir " El Señor es Mi Salvador"; pero ¿Estamos todos nosotros definitivamente sometidos a su dirección? Así que ¿Podemos cada uno de nosotros decir " el Señor es mi Pastor?. Él ha decla­rado que EL es "El Pastor"; ¿Pero cada cual hacemos nuestra esta su declaración diciendo, tu eres "mi Pastor"? Los creyentes no solamente le debemos aceptar a Él como nuestro Salvador, quién ha muerto para salvarnos de nuestros pecados, pero además ¿Estamos sometidos a El nuestro Pastor, para que nos guíe al hogar a través de todas nuestras Dificultades?
Podemos considerar por un momento a una manada de ovejas sin un Pastor. Ellas tienen necesidades, toman diversas direcciones, son débiles y tímidas criaturas. ¿Si estas to­man a la izquierda su camino y al atravesar este paraje desértico, que podrá ayudarles?
Estando estas criaturas hambrientas ellas pronto han de morir por inanición; Estando dispersas ellas erraran y per­derán su camino; Estando débiles ellas se cansarán y cae­rán por el camino; Y siendo tímidas, ellas huirán ante el lobo y por tanto estarán dispersas.
En contraste, podemos preguntamos ¿Qué sucederá si las ovejas toman sus jornadas bajo la dirección del Pastor? Ahora si las ovejas están hambrientas, el Pastor estará ahí para guiarles a en medio de los verdes pastos; Si estas es­tán dispersas, El estará ahí para mantener sus pies en el pe­regrinaje; Si ellas están débiles, el Pastor estará presente llevando dulcemente sus ovejas y llevando consigo los cor­deros; Si ellas son tímidas, El estará en frente para llevarles a través del duro valle y defenderles de todos los enemigos.
Sencillamente en una manada sin pastor todo depende de las ovejas, y estas obligadamente se guiarán al desastre. Del mismo modo se hará evidente que si el pastor va delante, y las ovejas le siguen, diremos que hay una segura jomada pa­ra estas ovejas con múltiples bendiciones para el camino.
Este verdaderamente, es el cuadro que representa con exacti­tud la jomada de la manada cristiana, a través de este mundo; Pero el Señor no se hace a sí mismo diciendo que él es "el Pastor de las ovejas ", que "Él va delante de ellas y las ovejas le siguen; porque conocen su voz "(Juan 10:2-4).
El salmo 23 determina delante de nosotros todas las bendicio­nes del Pastor que va adelante y las ovejas que le están siguiendo. ¡Ay! de nosotros en nuestra autoconfianza, en po­co tiempo alcanzaríamos e incluso nos pondríamos delante del Pastor; o creciendo descuidadamente, podríamos también re­trasarnos muy lejos, atrás. Pero bajo dos condiciones - que el Pastor nos guía en el camino, y nosotros le seguimos - por tanto nos podemos considerar sobre el sostenimiento del Pastor en toda dificultad que hemos de encontrar.
El salmista toca siete circunstancias diferentes por las cuales Somos llamados a volver a Él:
1.- Las necesidades de nuestra vida diaria
2.-Nuestra necesidad espiritual
3.-Nuestro fracaso y decaimiento del alma
4.-Las sombras de la muerte
5.-La presencia de los enemigos
6.-La diaria rutina
7.-La esperanza de la eternidad
Todos estos hechos pueden, en varias maneras y en diferentes Tiempos, cruzar nuestras sendas y si nos separamos de nues­tra particular fuerza, seguramente seremos anonadados con miedo y desastre. No obstante, con el Señor siendo nuestro Pastor, guiándonos en el camino, nosotros podemos confiar frente a la jornada que nos lleva a la gloria, a pesar de las difi­cultades que están en la senda.
Todas las bendiciones en este salmo desde la primera gran de­claración, "El Señor es mi Pastor" nosotros podemos muy bien hacer un prólogo de cada versículo contenido aquí, con estas palabras " EL Señor es mi Pastor.
Primero (v.1) Allí están las diarias necesidades del cuerpo. ¿Cómo se encuentran ellos? El salmista no dijo "Yo tengo un buen empleo, nada me faltará"; o "Yo tengo buenos amigos, quienes cuidarán de mí, nada me faltará"; o "Yo tengo riquezas nada me faltará "; o "Yo tengo juventud, salud y capacidades nada me faltará”.
En todos estos caminos y aún en muchos otros, el Señor puede encontrar estos nuestros deseos. Pero de ninguna de estas ri­quezas el salmista está hablando. El ve más allá de todas es­tas segundas razones y providencial camino, él ve al Señor y con el Señor yendo adelante, le seguirá. Él puede decir: “El SEÑOR es mi Pastor, nada me faltará”.
Segundo (v.2), En la senda de este desierto no solamente estan los deseos temporales, sino que también las necesidades espirituales. Para el cristiano, el mundo y sus alrededores, so­lo son un desierto vacío. Aquí es la nada, más de todas las va­nidades pasajeras que aquí encontramos se alimenta el alma. Estos pastos son secos y áridos; Esta agua solamente es agua de contienda. Más si el " Señor es mi Pastor" El me guiará a través de sus verdes pastos y cerca de las apacibles aguas. Cuán rápidamente el pasto seco de este mundo, también tiene Sus devotos. La espiritual comida provista por el Pastor está siempre fresca. Él nos guía en medio de estos "Verdes pastos". Además el Pastor no solamente nos alimentará ahí, ya una vez Satisfecho, hará que su rebaño descanse "en los verdes pastos". Si el rebaño ya no tiene hambre, puede recostarse en medio de la abundancia. Estos primero se pueden alimentar y luego tomar un gran descanso. Además el Pastor las guiará al lado de las aguas apacibles. Son las aguas de los arroyos las que hacen más ruido y con esto señalan la existencia de abundantes rocas sobre y bajo las aguas. Las aguas apacibles están quietas señalando su profundidad. El Pastor puede calmar nuestras almas y apagar nuestra sed espiritual con las profundas cosas de Dios. Pone le­jos de nosotros las turbulencias y las luchas que ocupan al hombre, las que son muchos distractores del creyente.
Tercero (v.3), Cuando pasamos a través de este desierto mundo, nosotros podemos abandonar todo esto y seguir al Pastor, apar­tándonos de todo presente fracaso. Pero esto va a producir can­sancio en este camino y nos hará decaer en nuestros afectos.
De igual forma si " el Señor es mi Pastor ", " él restaura " o " revive " mi alma. Podemos de cualquier modo recordar esto "ÉL" su misma persona, es la que restaura. Nos parece prudente decir que si pensamos, que al tener cansancio en nuestro viaje, podemos restaurarnos a nosotros mismos, por medio de nuestros propios esfuerzos y a nuestro propio tiem­po. Nos equivocamos, pues esto no es así. Nosotros podemos errar, pero solo EL nos podrá restaurar. Noemí es restaurada desde sus mismos errores en la ciudad de Moab. Ella puede decir: " Yo me fui...", pero ella agrega " El Señor me ha vuelto al hogar otra vez”. Ella dice nosotros éramos esto "Yo me fui... pero el Señor me ha devuelto”. Bendito sea su nom­bre, él puede y realiza la restauración. Así no estaremos cansa­dos. El pueblo de Dios en la tierra podrá ser pequeño y débil pero será mejor que una gran compañía de reincidentes. Además, El no solamente restaura, pues una vez que nos ha res­taurado, Él nos guía a en medio de " Las sendas de rectitud por amor de su nombre". ¡Ay! Cuan frecuentemente podemos tam­bién con sinceridad y celo, salir hacia un lado de dentro de las sendas por nuestro propio deseo y estaremos de esta forma en contradicción de su nombre. Con esta actitud solamente proba­mos cuan pequeños somos en la práctica. Hemos de permitir siempre a nuestro Señor dirigirnos, pues Él es nuestro Pastor.
La senda de rectitud en que EL guía, es un estrecho camino en el cual no hay lugar para la autoconfianza de la carne y solamente podemos andar tomados del Señor que va adelante como nuestro Pastor. Es así como edificó el apóstol Pedro, con real sinceridad y celo, sin embargo con una gran autoconfianza.
Él dice: " Señor, yo estoy listo a ir contigo a la prisión y a la muerte". (Lucas 22:33).
Cuarto (v.4), nosotros tenemos al frente "el valle de sombra de muerte". Es igualmente si estamos vivos hasta la venida del Señor y no pasamos personalmente a través de la muerte. Sin embargo, una y otra vez, nos encontramos de frente a las sombras del valle. Uno a uno nuestro amor es probado. Entonces en un amplio sentido preguntamos ¿Cuál es nuestro pasaje por este mundo, en una jornada a través del valle de la sombra de muerte? Allí suena el tañer de las campanas al pasar.
No obstante, si el Señor es nuestro Pastor, podemos decir con el salmista " No temeré mal alguno, porque tu estarás conmi­go" (VM). El Señor nos dice " Si alguno guardare mi Palabra no verá jamás la muerte (Juan 8:51. VM). Pero esto no lo dice de sí mismo, pues no considera de si no probar la muerte. Aquellos que se ponen frente a la muerte, viendo en un santo- mortal que lleva la muerte a cuestas, nos hará mirar directamen­te la muerte. Más el que actualmente camina abajo y en medio de las sombras del valle debe mirar a Jesús. Más si tene­mos que pasar este camino, esto lo haremos solamente yendo " a través ", pues la jornada a través es muy corta. Por eso esto no está escrito " ausente del cuerpo... presente con el Señor”. Sino por el contrario en el pasaje a través del valle es el Señor el que está con nosotros y no solamente esto, pues va con su vara y su cayado. - La vara nos guía lejos de todo enemigo y el cayado es nuestro sostén en todas nuestras flaquezas.
Quinto (v.5) En este mundo desierto estamos rodeados por enemigos que pretenden robarnos del placer de nuestras ben­diciones e impedir nuestro espiritual progreso. Pero el Señor es nuestro pastor, quién prepara un festín para nosotros en la mis­ma presencia de nuestros enemigos. Pero, no solamente esto, Él ha preparado a su pueblo para el festín. Por El la cabeza está un­gida con aceite y no solamente estará llena la copa, sino que además hará que este rebozando. EL ha hecho un gran pacto en los días de su carne, para que siempre seamos suyos. Aunque uno de los fariseos desea que EL coma con él y en la maravillo­sa gracia del Señor, se sienta a comer en la casa del fariseo. Sin embargo el Señor ha dicho " no ungiste mi cabeza con aceite " (Lucas 7:46).
Sexto (v.6) Aquí está la senda diaria que nosotros hemos de an­dar " Todos los días" de nuestras vidas. En cada día de nuestra vida llevamos esta incesante ruta de servicios, dificultades y circunstancias pequeñas y grandes. Pero si nosotros seguimos al Pastor encontraremos que "Bondad y misericordia" nos se­guirán. ¿No seriamos cercanos al Señor siguiéndole fuertemen­te detrás como nuestro Pastor, teniendo una clara visión al des­cubrir sus manos en las pequeñas cosas de la vida diaria y des­cubriendo en estas pequeñas cosas sus bendiciones y miseri­cordia?
Séptimo, y finalmente, mirando más allá de los días de nuestra vida, en la gran eternidad que se extiende más allá de nuestras miradas. Al ser el Señor nuestro Pastor, no solamente nos lleva a través del desierto, más también nos conduce a nuestro hogar. "A morar en la casa del Señor por siempre". Para el creyente esta es la casa del Padre. Morar ahí, es morar más allá de todos los deseos corporales, es más bien un largo encuentro espiritual. Donde el fracaso no puede entrometerse, no habrá corazones fríos, no podrán venir las sombras de la muerte, y no se aproximará el enemigo. Pero sí es donde la copa estará verda­deramente rebozando. Los días de mi vida "finalizarán" " en la casa del Señor por siempre". En este gran hogar de la asamblea no faltará ninguna de sus ovejas, no habrá ausentes. “Aquellos que me has dado los he guardado, y ninguno de ellos se perdió" (Juan 17:12 V.M.). Hace ya largos años santamente escribió Rutherford : " ¿Qué pienso yo de su amor?, ¿Qué de estos pies que fueron subiendo y bajando por este mundo, a buscar de su Padre las perdidas ovejas y por ello fue traspasado con clavos?, ¿Se han alzado nuestros ojos al cielo, hacia Dios en oración, cuando estamos cansados , con heridas y vemos su cabeza aguje­reada con espinas, o a su rostro que es más claro que el sol y se encuentra todo desfigurado, con su cabello que cae sobre sus me­jillas? Él tomó tu vergüenza y te dio gloria, Él tomó la maldi­ción y te dio la bendición, El tomo tu muerte y te dio vida...como el gran Pastor, el hará una cuenta de todos sus corderos y dirá a su Padre " Aquí están todas mis ovejas; yo salí a través de los bosques, aguas, zarzas y espinas. Para reunirlos a ellos y mis pies fueron aguijoneados y mis manos, y mi costado, fueron traspasados, más yo pude conseguir aferrados, ahora aquí es- tan ellos".
Recordando todo lo que Él ha hecho por nosotros en el pasa­do, cuando, mientras el buen Pastor, dio su vida por las ovejas. Sabiendo todo lo que El hará cuando venga como el Gran Pas­tor. Más ahora nosotros podemos mirar a su rostro durante nuestra presente jornada desierta y decir:
“El Señor es mi Pastor ".
Nosotros seguiremos en sus huellas;
¿Que si nuestro pie está herido?
Ahí estará todo nuestro clamor
En la zarza y en las espinas.
(extracto de The Lord is my Shepherd)

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