Salvación y Recompensas
Las Escrituras del Nuevo Testamento contienen una doctrina de salvación
para el PERDIDO, y una doctrina de recompensa por los servicios fieles del SALVADO;
es de suma importancia la debida comprensión de la Palabra que el estudiante
vea en qué estriba su diferencia. Esa diferencia puede verse en los
contrastes siguientes:
1. La salvación
es un don gratuito.
“Respondió Jesús y díjole: Si conocieses el don de Dios, y quién es el
que te dice: Dame de beber: tú pedirías de él, y él te daría agua viva” (Juan
4: 10).
“A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero,
venid, comprad y comed. Venid, comprad, sin dinero v sin precio, vino y leche”
(Isaías 55:1).
“Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que
tiene sed, venga: y el que quiere, tome del agua de la vida de balde”
(Apocalipsis 22:17)
“Porque la paga del pecado es muerte; más la dádiva de Dios es vida
eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23).
“Porque por gracia sois salvos
por la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios: no por obras, para que
nadie se gloríe” (Efesios 2:8).
Pero en contraste con la Salvación gratuita, nótense que:
Las recompensas son alcanzadas por obras.
“Y cualquiera que diere a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría
solamente, en nombre de discípulo, de cierto os digo, que no perderá su recompensa”
(Mateo 10:42).
“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.
Por lo demás, me está guardada la corona de justicia” (2 Timoteo 4:7, 8).
“Y he aquí, yo vengo presto, y mi galardón conmigo, para recompensar a
cada uno según fuere su obra” (Apocalipsis 22:12).
“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren,
más uno lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Y todo aquel
que lucha, de todo se abstiene: y ellos, a la verdad, para recibir una corona
corruptible; mas nosotros, incorruptible” (1 Corintios 9:24, 25).
“Y él le dice: Está bien, buen siervo; pues que en lo poco has sido
fiel, tendrás potestad sobre diez ciudades” (Lucas 19:17).
“Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el
cual es Jesucristo. Y si alguno edificare sobre este fundamento, oro, plata,
piedras preciosas, madera, heno, hojarasca; la obra de cada uno será
manifestada: porque el día la declarará; porque por el fuego será manifestada;
y la obra de cada uno cuál sea, el fuego hará la prueba. Si permaneciere la
obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno
fuere quemada, será perdida: él empero será salvo, mas así como por fuego” (1
Corintios 3:11-15).
“No tengas ningún temor de las cosas que has de padecer. He aquí, el diablo
ha de enviar algunos de vosotros a la cárcel, para que seáis probados, y
tendréis tribulación de diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la
corona de la vida” (Apocalipsis 2:10).
No dará “vida” sino una “corona de vida”. Las coronas son símbolos de recompensas,
de distinciones alcanzadas. Obsérvese que hay cuatro coronas: la de gozo,
recompensa del ministerio (Filipenses 4:1; 1 Tesalonicenses 2:19); de justicia,
recompensa de la fidelidad en el testimonio (2 Timoteo 4:8); de vida,
recompensa de la fidelidad bajo la prueba (Santiago 1:12; Apocalipsis 2:10); y
de gloria, recompensa de la fidelidad bajo el sufrimiento (1 Pedro 5:4; Hebreos
2:9).
2. La salvación
es una posesión presente.
“El que cree en el Hijo, tiene vida eterna” (Juan 3:36).
“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, cree al que me ha
enviado, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, más pasó de muerte a
vida” (Juan 5:24).
“De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna”
(Juan 6:47).
“Que nos salvó y llamó con vocación santa, no conforme a nuestras
obras, mas según el intento suyo y gracia” (2 Timoteo 1:9).
“Y dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, ve en paz” (Lucas. 7:50).
“No por obras de justicia que nosotros habíamos hecho, más por su misericordia
nos salvó, por el lavacro de la regeneración, y de la renovación del Espíritu
Santo” (Tito 3:5).
“Y este es el testimonio: Que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida
está en su Hijo” (1 Juan 5:11). Pero,
3. Las recompensas pertenecen al futuro.
“Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles,
y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras” (Mateo 16:27).
“Te será recompensado en la resurrección de los justos” (Le. 14:14).
“Y he aquí, yo vengo presto, y mi galardón conmigo, para recompensar a
cada uno según fuere su obra” (Apocalipsis 22:12).
“Y cuando apareciere el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la
corona incorruptible de gloria” 1 Pedro 5:4).
“Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará
el Señor, juez justo, en aquel día” (2 Timoteo 4:8).
“Y después de mucho tiempo, vino el Señor de aquellos siervos, e hizo
cuentas con ellos” (Mateo 25:19).
El propósito de Dios al prometer recompensar con honores celestiales y eternos
el servicio fiel de sus santos, es apartarles de los goces mundanos, sostenerles
en las persecuciones, y animarles al ejercicio de las virtudes cristianas.
Sendas de Luz, Diciembre –Enero, 1976
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