Las dos naturalezas en
una sola persona.
Dios
no puede ser comprendido por el hombre; y si así lo fuera, dejaría de ser Dios,
ya que el hombre no lo puede explicar. Dado que le es imposible entender y
aceptar este hecho, simplemente termina negándolo. De igual modo que no
comprenden a Dios, menos pueden entender la obra de encarnación del Hijo de
Dios así mismo la niegan o la tergiversan, tal como veremos más adelante. El
hecho de que el hombre no lo puede entender, es una prueba
de que la Biblia es la palabra de Dios (y que ella es verdadera), “porque si el
hombre hubiese escrito la Biblia, él hubiera dejado de lado las dos naturalezas
de Cristo”, porque en sí es muy difícil explicarla de modo claro.
El tema de
las dos naturalezas de Cristo es de difícil explicación, y Dios, en su Palabra,
no procura explicarlas, “sino que hace simples declaraciones” sobre este tema.
Cristo tiene una naturaleza divina y una naturaleza humana, y ambas son
completas en sí mismas.
Siguiendo el
pensamiento de un hermano, diremos que “no es escritural decir que Cristo es
Dios y hombre; más bien, Él es el Dios-hombre (gr. teoantrópica). Dos
naturalezas, con una personalidad, una persona”. No hubo dos personas distintas
en un mismo cuerpo; o el “mesías” se apoderó del cuerpo del hombre llamado
Jesús; o que solo era un espíritu en
forma humana; o que solo era un buen hombre que no tenía ninguna pizca de
divinidad. ¡No! Las escrituras dicen claramente que “El Verbo se hizo carne” (Juan
1:14a) y todo el evangelio de Juan fue escrito para dejar bien claro que Dios
se había hecho carne y habitó entre los hombres (cf. Juan 1:14b). De hecho
todos los evangelios muestran estas dos naturalezas presentes que Jesús el
Mesías, ya que comía porque tenía hambre y bebía porque tenía sed, dormía
porque tenía sueño. Pero al mismo tiempo este hombre podía perdonar pecados y
demostrar que lo hacía sanando a un paralítico, a los leprosos curar
completamente, a los ciegos que recibieran la vista, a los muertos les devolvía
la vida. No ha habido hombre alguno que pudiese demostrar que poseía tal poder
y que además dominase los elementos, que la tormenta inclemente se volviera
mansa y pacífica ante su voz.
Ahora si
insistimos que el Mesías tiene dos personalidades, entonces la Deidad no estaría compuesta por tres personas sino
se incorpora una nueva, la humana. Esto en sí es un error doctrinal y una
herejía, porque se aparta del verdadero concepto que nos da la Biblia acerca de
la Deidad.
A.
Hipostasis
En el
concilio ecuménico de Calcedonia
se estableció lo que se conoce como “Unión Hipostática”. En este concepto se
envuelve todo lo relacionado con la naturaleza del Señor Jesucristo, que las
dos naturalezas estaban “unidas sin mezclas, sin cambio, sin división y sin
separación”.
La palabra
“Hipostática” (gr. hupostasis) quiere decir “sustancia”, “naturaleza”,
“esencia”, y denota una persona
individual concreta. Y esta idea queda plasmada en el credo o declaración final
del concilio:
Nosotros, entonces, siguiendo a los santos Padres,
todos de común consentimiento, enseñamos a los hombres a confesar a Uno y el
mismo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, el mismo perfecto en Deidad y también
perfecto en humanidad; verdadero Dios y verdadero hombre, de cuerpo y alma
racional; cosustancial (coesencial) con el Padre de acuerdo a la Deidad, y
cosustancial con nosotros de acuerdo a la Humanidad; en todas las cosas como
nosotros, sin pecado; engendrado del Padre antes de todas las edades, de acuerdo
a la Deidad; y en estos postreros días, para nosotros, y por nuestra salvación,
nacido de la virgen María, de acuerdo a la Humanidad; uno y el mismo, Cristo,
Hijo, Señor, Unigénito, para ser reconocido en dos naturalezas, inconfundibles,
incambiables, indivisibles, inseparables; por ningún medio de distinción de
naturalezas desaparece por la unión, más bien es preservada la propiedad de
cada naturaleza y concurrentes en una Persona y una Sustancia, no partida ni
dividida en dos personas, sino uno y el mismo Hijo, y Unigénito, Dios, la
Palabra, el Señor Jesucristo; como los profetas desde el principio lo han
declarado con respecto a Él, y como el Señor Jesucristo mismo nos lo ha
enseñado, y el Credo de los Santos Padres que nos ha sido dado.
Resultados de la unión hipostática
Por tanto, como ya hemos dicho, en el Señor estaban
presentes las dos naturalezas, porque si hubiese sido un buen hombre, su muerte
hubiese sido en vano y nosotros estaríamos condenados, pues su sacrificio sería
inútil para nuestra salvación; si sólo fuese Dios, esta no puede morir, y se
necesitaba que Cristo muriese en la cruz para que el hombre pudiese ser
redimido. En cambio, de acuerdo a la en persona de Cristo estaba presente la
Deidad y humanidad, entonces su sacrificio vicario es suficiente para que su
obra fue aceptada por Dios.
B.
Kenosis
En Filipenses 2:5-11 se describe la humillación de
Cristo y su glorificación; y en este pasaje hay una expresión que ha llevado a
muchos a pensar de diversas formas. En el versículo 7 encontramos la siguiente
oración: “se despojó a sí mismo”, donde la palabra despojó procede del griego
“ekenosen”, y que se traduce por “se vació” en algunas versiones. Y esto ha
originado según la corriente de su pensamiento con respecto a Cristo, da
distintas respuestas debido a una mala comprensión del texto. La pregunta que
se plantean es “¿De qué se despojó o vació?”.
Aunque algunos puedan decir que el Mesías se despojó
de sus atributos divinos para venir a esta tierra, no podemos aceptarlo, ya que
los hechos de su vida revelan que los poseía en forma completa, tal vez,
velada, pero estaban presentes en su vida. De lo contrario, ¿cómo podemos
explicar la resurrección de los muertos durante su ministerio, o las sanidades,
la expulsión de demonios, o la conversión del agua en vino? (cf. Mateo 1:23;
11:27; Marcos 1:1; Juan 3:13; 14:9; Romanos 1:4).
De ningún modo debemos pensar que hubo alguna pérdida
de atributos divinos, porque de lo contrario no sería en esencia Dios. Tal vez
la mejor solución a este tema es lo que expresó Henry C. Thiessen: “Cristo tan
sólo rindió el ejercicio independiente de algunos atributos transitorios o
relativos. En ningún sentido se despojó de los atributos absolutos o
inmanentes; siempre fue perfectamente santo, justo, misericordioso y fiel”.
Este pensamiento da una respuesta al pasaje de Mateo 24:36.
Una forma de entender esta expresión como una metáfora
y el pasaje del versículo 7 se debe ver como una “adición” y no una “sustracción”.
Esto queda claro si tomamos los tres participios: (a) tomando
forma de siervo, (b) hecho semejante a los hombres; (c) estando en la condición
de hombre. “La kenosis se explica, además, en el texto por la cláusula paralela
que le sigue: «se humilló a si mismo». La idea es que, al tomar la humanidad con sus
limitaciones, se registra una humillación que, aunque real, no requiere la
cesión de ninguno de sus atributos divinos.”
C. Errores concernientes a las 2 naturalezas
de Cristo.
En la historia de la Iglesia, ya desde
sus comienzos, ha habido numerosas herejías, que han desviado a numerosos
cristianos de la correcta ortodoxia. Pablo, Pedro, Juan, Judas escribieron en sus
cartas para que tuviésemos cuidado de estos falsos maestros que pueden
llevarnos al error. Por eso es importante recurrir a las Escrituras para
aclarar nuestras dudas y contrastar lo que enseña determinado predicador.
Desgraciadamente, debido a nuestra ignorancia en las Escrituras, somos dados a
ser seguidores de hombres y no del Señor Jesucristo (cf. 1 Corintios 1:12-17). Y tenemos la
premisa que es más importante lo que dice tal o cual persona y no lo que la
Biblia dice. Por esta razón existen numerosas sectas, porque “hermanos
incultos” siguieron a doctrinas de hombres, provocando la aparición de estas
sectas, que son algunas de un carácter herético.
Casi todas las herejías han mirado a Jesús desde un
ángulo de vista y han despreciado o minusvalorado, consciente o
inconscientemente, el otro. Pero todas las herejías han aportado mayor luz a
este Misterio y la Iglesia ha podido profundizar en este Único tesoro que da
razón de nuestra fe: Jesucristo.
En la historia encontramos los
siguientes fenómenos “cristianos” con respecto a la persona del Señor
Jesucristo:
1.
Ebionismo. Los Ebionistas (del hebreo ebion, que
significa “el pobre”) era una comunidad judeocristiana fuertemente monoteísta, que negaba la preexistencia, Deidad y
nacimiento virginal (simplemente era hijo de José y María en forma normal) de
Jesús; si bien lo aceptaban como el MESIAS. Ellos enseñaban que Jesús
era un hombre poseía dones de rectitud y sabiduría inusuales. Tuvo una relación
con Dios el Padre después de su bautismo, ya que el Cristo descendió sobre él
en forma de paloma. Lo consideraban el Mesías prometido en sentido natural o
humano.
Además enseñaban que se debían seguir los ritos que establecía la ley.
Ellos utilizaban un solo evangelio, denominado “según los hebreos”. Ellos eran
los herederos de los cristianos judaizantes con los cuales Pablo tuvo disputa
en forma constante. De ahí que para ellos, Pablo no era una autoridad aceptada.
Los primeros
antecedentes acerca de este grupo, se encuentran en los escritos de Justino
Martir (140 d.C.). Y al finalizar el siglo Segundo, Irineo de Lyon (180 d.C.) condena
esta herejía y le da el nombre de Ebionitas. Se piensa que desaparecieron en el
siglo V.
2. Docetismo.
Esta palabra proviene del griego
dokéo que significa “parece” o “paracerle a uno”. Cerinto, Alejandrino, (85), discípulo de Filón, era su principal
exponente.
Este fue un
error en la iglesia en la segunda parte del primer siglo. Sostenía que Cristo
no tuvo un cuerpo humano (que no hubo encarnación). Que Él tenía un cuerpo, pero
un cuerpo celestial, con lo cual negaba la humanidad de Cristo. Por tanto, negaba
que la crucifixión fuese real, ya que él tenía un cuerpo aparente. De ahí
que esta doctrina se resume en expresiones como “Parece que come, parece que camina, parece que está
cansado...". Tal error es el “espíritu del anticristo” (I
Juan 4:1-3). Y las declaraciones que
Juan hace, como un testigo visual de persona de Cristo (1 Juan 1:1), son para
refutar tales afirmaciones (cf. Juan 1:14; 13:25; 20:27). El Apóstol
escribió su primera Carta y el Evangelio para combatir este pensamiento
gnóstico que estaba entrando con fuerza en las iglesias.
3. Arrianismo.
Esta doctrina fue enseñada por
Arrio (Libia, 250 -Constantinopla, 336), que fue asceta, presbítero y sacerdote
en Alejandría, en la iglesia Baucalis. Su enseñanza negaba la
naturaleza divina de Cristo basado en la interpretación de Juan 14:28. Por ende
el concepto de Trinidad de la Deidad. El Arrianismo sostenía que hubo un
tiempo cuando el Hijo no existía, y que Dios engendró (con la idea de crear) al
Hijo. Entonces negaban la preexistencia de Cristo. También hacían énfasis en la
subordinación del Hijo.
Otros
pasajes mal entendidos por el arrianismo son Romanos 8:29; Colosenses 1:15-20;
Juan 4:6; Mateo 24:36.
Esta
doctrina que exalta al Padre en desmedro del Hijo, ya que lo consideraban como
un semi dios, con facultades Divinas, ya que pudo crear todas las cosas y tener
su control. Fue condenada por la Iglesia
en el primer concilio de Necea, en el año 325.
4. Apolinarianismo.
Elaborada por Apolinar (Apolinario)
el joven, obispo de Laodicea, por el año 361 y nació como una forma de oponerse
a la herejía Arriana. Este error sostenía que Cristo poseyó solo
un cuerpo humano y que era incompleto. Ellos razonaron así: el
pecado está en el alma de los hombres; Dios no tiene pecado; por lo tanto
Cristo no tenía alma, pero sí un cuerpo, que era incompleto. Entonces el Verbo
cuando se encarnó, vino a completar la parte que faltaba.
Si bien
nació esta doctrina como un modo de salvaguardar la naturaleza Divina, que el
arrianismo negaba, provocó que menoscabara la naturaleza humana, que a su vez pone en peligro la obra de
redención, ya que necesitaba ambas naturalezas para llevar a cabo su obra.
Esta
doctrina fue condenada en el segundo concilio ecuménico, en Constantinopla, en
el año 381, y anteriormente en dos concilios celebrados en Roma en los años 374
y 377.
5. Nestorianismo. A quien se le atribuye
esta doctrina fue el patriarca de Constantinopla llamado Nestorio (386-451),
también conocida como difisismo (“dos naturalezas”), con la finalidad de
oponerse al Eutiquianismo que se enseñaba en su tiempo. La doctrina enseña que las
dos naturalezas de Cristo son, en realidad, dos personas independientes unidas
en Cristo. En otras palabras, Dios vino y moró en un hombre perfecto (Cristo);
por lo tanto, Dios estaba en Cristo, pero separado de la parte humana, donde la
unidad de la persona era la voluntad y no la unión hipostática.
Esta
doctrina fue condenada en el concilio de Éfeso el año 431. A pesar que los
escritos heréticos fueron destruidos, la doctrina se divulgó por Asia central,
India, China y el Tíbet, llegando hasta nuestros días. Muchas de las la
Iglesias del continente asiático son de este pensamiento cristológico.
6. Eutiquianismo.
Fue formulada por Eutiques
(378-454), abad de un monasterio en Constantinopla. La doctrina surgió al mismo
tiempo y era contraria al “Nestorianismo”, y enseña que las dos
naturalezas de Cristo se juntaron e hicieron una nueva naturaleza, es decir,
que la humanidad de Cristo fue absorbida por la Divinidad, quedando sólo una
persona, con ello negando la humanidad del Cristo. De ahí que esta doctrina también
se le conoce como monofisismo. El gran error que enseñaba es que la persona
resultante no era verdadero Dios ni verdadero hombre, y si esto era así, no nos
podía representar.
Esta
doctrina fue declarada herética y condenada
en el concilio de Calcedonia (451).
Quienes no
aceptaron lo establecido por el concilio, prosiguieron con esta doctrina. En la
actualidad la enseñan la Iglesia Copta, La Iglesia Apostólica Armenia, La
Iglesia Siriaca (Jacobita).
7. Monotelitismo. Esta doctrina es una modificación del
monofisismo con el fin de poder reconciliar a las iglesias que siguen esta
doctrina. Predicada por el patriarca Sergio de Constantinopla. Esta doctrina
“conciliatoria” enseña que Cristo tuvo dos naturalezas, pero una
sola voluntad. Es decir, en el Cristo estaban presente tanto la humanidad como
la Deidad, pero regidas por una sola voluntad, la Divina.
El
Monotelismo trató de ser un puente entre cristianismo Trinitario y los
cristianos monofisitas. Fue condenada como herética en el tercer concilio de
Constantinopla celebrado entre los años 680 y 681.
8. Unitarianismo. También conocida como Monarquianismo (de “mono”,
“uno/único” y “arch”, “principio”). Nace en el siglo segundo como un fin, para demostrar la unidad de
Dios contrarrestar las enseñanzas del triteísmo. Pero al mismo tiempo esta
doctrina termina negando los conceptos de la doctrina ortodoxa de la
Trinidad.
Existen dos
ramas del Monarquianismo: el Dinámico(o adopcionista) y el Modal (Sabelianismo).
El primero exalta al Padre y establece que el Hijo es sólo un hombre que fue
adoptado por un decreto especial de Dios, negándole todo concepto de Divinidad;
y enseña que el Espíritu Santo es solo una fuerza o presencia de Dios. Fue
condenado como herejía junto con la excomunión de su principal defensor,
Teodoto en Roma por el Papa Víctor
(190-198 d.C.) pero no la extinguió; y resurgió en España en el 800 d.C., y,
también, en Roma, fue condenada esta herejía.
Los grupos
que caen en esta categoría son los
“Testigos de Jehová”, los Cristadelfianos y los Unitarios.
El Segundo grupo enseña que Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo son una sola persona, no tres persona como enseña la doctrina de
la Trinidad, sino modos consecutivos de una sola persona. En el
Concilio de Roma, siendo Papa Dionisio,
fue condenada el año 263 d.C.
Encontramos que bajo esta doctrina se encuentran los Pentecostales
Unitarios (también conocidos como las Iglesias Pentecostales Unidas y
Apostólicas Unidas). Estos enseñan que
el nombre de Dios es Jesús y que se debe bautizar sólo en el nombre de Él y no
en el de la Trinidad (vea Mateo 28:19).
9. Ciencia
Cristiana. La “Ciencia
Cristiana” se base en las ideas de Mary Baker Eddy (1821-1910) y es de “factura
reciente”. La “Ciencia Cristiana” exalta solo a Dios (aunque lo ven como un
principio, que está en todos y en todo), es una forma unitarianismo, ya que
niega que exista la trinidad. También niega que Jesús sea el Cristo ni que
reflejaba al Padre, por ende, que sea Divino. Afirman que no murió y que su
sacrificio no es suficiente para limpiar el pecado.
Esta creencia tiene el nombre de “Cristiana”,
pero niegan al Hijo en todos los sentidos.
Aunque ellos afirmen que su creencia es la verdad, encontramos en la
Escritura la siguiente pregunta: “¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús
es el Cristo?” (1 Juan 2:22). Quien niega que Jesús es el Cristo, es mentiroso.