sábado, 10 de diciembre de 2016

SEGUNDA EPÍSTOLA DE JUAN

El Rechazo a los Falsos Maestros


En los días del apóstol Juan, maestros anticristianos y falsos profetas ya se habían levantado en la profesión Cristiana. Era por lo tanto, de suma importancia, que los creyentes estuvieran prevenidos en cuanto al verdadero carácter de aquellos que tomaban el lugar de maestros entre el pueblo de Dios. Existía el peligro, por una parte, de reconocer a falsos maestros o, por otra parte, de rechazar a un verdadero siervo de Dios. Las Segunda y Tercera  Epístolas del apóstol, encaran estas dificultades. La Segunda Epístola fue escrita para advertir al fiel contra la recepción de aquellos que negaban la verdad en cuanto a Cristo. La Tercera Epístola nos anima a recibir y a ayudar a aquellos que enseñan la verdad.
En ambas de estas cortas Epístolas se le asigna una gran importancia a la verdad, ya que es solamente cuando probamos a los maestros por medio de la verdad que seremos capaces de descubrir si ellos son falsos maestros o verdaderos siervos de Dios.
(Versículo. 1). En esta Segunda Epístola el apóstol mismo se dirige a un individuo, la señora elegida, y sus hijos. Él habla, por lo tanto, de nuestra responsabilidad individual. Su motivo al escribir esta carta de advertencia fue el amor, al que otros, que habían conocido la verdad y habían sido traídos así al círculo del amor Cristiano, se unirían.
(Versículo 2). En segundo lugar, él es inducido a escribir "a causa de la verdad que permanece en nosotros, y estará para siempre con nosotros." Él busca que los santos puedan ser guardados de engañadores y que la verdad pueda ser mantenida libre del error.
(Versículo 3). Él desea que esta señora pueda gozar la bendición de la gracia, misericordia y paz, "de Dios Padre y del Señor Jesucristo, Hijo del Padre, en verdad y en amor." El apóstol enfatiza así las verdades mismas que habían sido cuestionadas por los engañadores contra quienes él nos advierte, así como ya lo ha hecho en la Primera Epístola. Más aún, él desea que estas bendiciones de gracia, misericordia y paz puedan ser gozadas, no de un modo meramente humano, sino del modo que estos santos se encuentran andando en verdad y amor.
(Versículos 4-6). En los versículos que siguen, el apóstol aplica esta verdad y amor a nuestro andar práctico. Es solamente cuando estamos fundados en la verdad y el amor, y andamos conforme a esto, que seremos capaces de resistir a los falsos maestros. El apóstol está escribiendo a aquellos que conocen la verdad, y en quienes mora la verdad (versículos 1, 2). Ahora él se regocija que ellos se encuentran "andando en la verdad". Si hemos de escapar del error y rechazar a los engañadores, no será suficiente conocer la verdad; debemos practicar también la verdad según el mandamiento que hemos recibido del Padre. De la Primera Epístola sabemos que el mandamiento del Padre es "Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros"  (1 Juan 3:23).
Lo que el apóstol está escribiendo no es ningún mandamiento nuevo, sino aquel que hemos oído desde el principio. Lo que teníamos desde el principio, presentado en Cristo, era la verdad plena en cuanto a Personas divinas, el Padre y el Hijo, y que debemos caminar según la nueva naturaleza amándonos unos a otros.
Además, el amor se manifiesta en un andar en obediencia a los mandamientos del Padre, según los cuales somos llamados a andar en la verdad según fue presentada en Cristo desde el principio. Esto significaría un andar en santidad y amor, ya que las grandes verdades dadas a conocer en Cristo son que Dios es amor y Dios es luz.
(Versículo 7). De esta manera, con la verdad conocida y morando en nosotros, y con un andar en consistencia con la verdad, nosotros estaremos preparados para detectar y rechazar los muchos engañadores que han salido por el mundo. Estos engañadores son expuestos por su actitud hacia Cristo. Ellos pueden afirmar que Jesucristo fue un hombre bueno, pero se rehúsan a confesar que Él "ha venido en carne." Confesar que Jesucristo ha venido en carne es reconocer que Él existía antes de que Él se hiciese carne. No tendría sentido decir de un simple humano que él ha venido en carne. ¿De qué otra forma podría venir? Negar que Jesucristo ha venido en carne es negar así Su existencia previa, y, por lo tanto, la negación de que Él es una Persona divina - Dios. El que niega esta gran verdad referente a Cristo inmediatamente se expone a sí mismo como 'un engañador y un anticristo.'
(Versículo 8). Puesto que los tales están en el mundo, el apóstol nos exhorta a mirarnos a nosotros mismos, no sea que en cualquier medida seamos influenciados por estos engañadores y desviados de la verdad, perdiendo así un completo galardón por nuestros trabajos en el día por venir.
(Versículo 9). Para conservarnos de la influencia maligna de aquellos que profesan haber hecho avances sobre la verdad revelada en Cristo desde el principio, él dice, "Todo aquel que se sobrepasa (es decir, marcha alejándose hacia delante: hacia la "gnosis", más allá de la "fe" sencilla) y no permanece en la enseñanza de Cristo, a Dios no tiene".[1]  Rechazar la verdad del Padre y del Hijo dada a conocer en Cristo es estar en total ignorancia con respecto a Dios. Permanecer en la verdad es tener el conocimiento de ambos el Padre y el Hijo.
(Versículos 10, 11). Entonces, si alguno viene a la casa y no trae esta doctrina, él no deber ser recibido ni debe ser saludado. Cuando la verdad en cuanto a la Persona de Cristo es cuestionada, no es suficiente expresar desacuerdo con la opinión falsa; no se debe hacer nada que pueda indicar aprobación a la mala doctrina o a aquel que la sostiene.
Puede haber mucha mala comprensión de muchas verdades e interpretaciones defectuosas de la Palabra, ya que todos nosotros tenemos mucho que aprender, pero cuando la verdad en cuanto a la Persona de Cristo es negada, no debe haber ningún compromiso con el mal o tolerancia con aquel que sostiene el mal. Saludar a una persona tal sería participar en sus malas obras.
(Versículos 12, 13). El apóstol tenía muchas cosas sobre las cuales escribir que podían esperar hasta que se encontraran cara a cara, pero, como estos engañadores estaban negando la verdad en cuanto a la Persona de Cristo, este asunto era urgente y requería una carta que exhorta a esta señora, e indirectamente a todos los creyentes, a mantenerse con intransigente firmeza para las grandes, vitales verdades de nuestra fe concernientes al Padre y al Hijo.



[1] Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español de Francisco Lacueva, Editorial Clie.

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