sábado, 10 de diciembre de 2016

Doctrina: Cristología. (Parte XII)

Las dos naturalezas en una sola persona.


Dios no puede ser comprendido por el hombre; y si así lo fuera, dejaría de ser Dios, ya que el hombre no lo puede explicar. Dado que le es imposible entender y aceptar este hecho, simplemente termina negándolo. De igual modo que no comprenden a Dios, menos pueden entender la obra de encarnación del Hijo de Dios así mismo la niegan o la tergiversan, tal como veremos más adelante. El hecho de que el hombre no lo puede entender, es una prueba de que la Biblia es la palabra de Dios (y que ella es verdadera), “porque si el hombre hubiese escrito la Biblia, él hubiera dejado de lado las dos naturalezas de Cristo”, porque en sí es muy difícil explicarla de modo claro.
El tema de las dos naturalezas de Cristo es de difícil explicación, y Dios, en su Palabra, no procura explicarlas, “sino que hace simples declaraciones” sobre este tema. Cristo tiene una naturaleza divina y una naturaleza humana, y ambas son completas en sí mismas.
Siguiendo el pensamiento de un hermano, diremos que “no es escritural decir que Cristo es Dios y hombre; más bien, Él es el Dios-hombre (gr. teoantrópica). Dos naturalezas, con una personalidad, una persona”. No hubo dos personas distintas en un mismo cuerpo; o el “mesías” se apoderó del cuerpo del hombre llamado Jesús;  o que solo era un espíritu en forma humana; o que solo era un buen hombre que no tenía ninguna pizca de divinidad. ¡No! Las escrituras dicen claramente que “El Verbo se hizo carne” (Juan 1:14a) y todo el evangelio de Juan fue escrito para dejar bien claro que Dios se había hecho carne y habitó entre los hombres (cf. Juan 1:14b). De hecho todos los evangelios muestran estas dos naturalezas presentes que Jesús el Mesías, ya que comía porque tenía hambre y bebía porque tenía sed, dormía porque tenía sueño. Pero al mismo tiempo este hombre podía perdonar pecados y demostrar que lo hacía sanando a un paralítico, a los leprosos curar completamente, a los ciegos que recibieran la vista, a los muertos les devolvía la vida. No ha habido hombre alguno que pudiese demostrar que poseía tal poder y que además dominase los elementos, que la tormenta inclemente se volviera mansa y pacífica ante su voz.
Ahora si insistimos que el Mesías tiene dos personalidades, entonces la Deidad  no estaría compuesta por tres personas sino se incorpora una nueva, la humana. Esto en sí es un error doctrinal y una herejía, porque se aparta del verdadero concepto que nos da la Biblia acerca de la Deidad.

A.   Hipostasis
En el concilio ecuménico de Calcedonia[1] se estableció lo que se conoce como “Unión Hipostática”. En este concepto se envuelve todo lo relacionado con la naturaleza del Señor Jesucristo, que las dos naturalezas estaban “unidas sin mezclas, sin cambio, sin división y sin separación”[2].
La palabra “Hipostática” (gr. hupostasis) quiere decir “sustancia”, “naturaleza”, “esencia”,  y denota una persona individual concreta. Y esta idea queda plasmada en el credo o declaración final del concilio:

Nosotros, entonces, siguiendo a los santos Padres, todos de común consentimiento, enseñamos a los hombres a confesar a Uno y el mismo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, el mismo perfecto en Deidad y también perfecto en humanidad; verdadero Dios y verdadero hombre, de cuerpo y alma racional; cosustancial (coesencial) con el Padre de acuerdo a la Deidad, y cosustancial con nosotros de acuerdo a la Humanidad; en todas las cosas como nosotros, sin pecado; engendrado del Padre antes de todas las edades, de acuerdo a la Deidad; y en estos postreros días, para nosotros, y por nuestra salvación, nacido de la virgen María, de acuerdo a la Humanidad; uno y el mismo, Cristo, Hijo, Señor, Unigénito, para ser reconocido en dos naturalezas, inconfundibles, incambiables, indivisibles, inseparables; por ningún medio de distinción de naturalezas desaparece por la unión, más bien es preservada la propiedad de cada naturaleza y concurrentes en una Persona y una Sustancia, no partida ni dividida en dos personas, sino uno y el mismo Hijo, y Unigénito, Dios, la Palabra, el Señor Jesucristo; como los profetas desde el principio lo han declarado con respecto a Él, y como el Señor Jesucristo mismo nos lo ha enseñado, y el Credo de los Santos Padres que nos ha sido dado.

Resultados de la unión hipostática
Por tanto, como ya hemos dicho, en el Señor estaban presentes las dos naturalezas, porque si hubiese sido un buen hombre, su muerte hubiese sido en vano y nosotros estaríamos condenados, pues su sacrificio sería inútil para nuestra salvación; si sólo fuese Dios, esta no puede morir, y se necesitaba que Cristo muriese en la cruz para que el hombre pudiese ser redimido. En cambio, de acuerdo a la en persona de Cristo estaba presente la Deidad y humanidad, entonces su sacrificio vicario es suficiente para que su obra fue aceptada por Dios.

B.   Kenosis
En Filipenses 2:5-11 se describe la humillación de Cristo y su glorificación; y en este pasaje hay una expresión que ha llevado a muchos a pensar de diversas formas. En el versículo 7 encontramos la siguiente oración: “se despojó a sí mismo”, donde la palabra despojó procede del griego “ekenosen”, y que se traduce por “se vació” en algunas versiones. Y esto ha originado según la corriente de su pensamiento con respecto a Cristo, da distintas respuestas debido a una mala comprensión del texto. La pregunta que se plantean es “¿De qué se despojó o vació?”.  
Aunque algunos puedan decir que el Mesías se despojó de sus atributos divinos para venir a esta tierra, no podemos aceptarlo, ya que los hechos de su vida revelan que los poseía en forma completa, tal vez, velada, pero estaban presentes en su vida. De lo contrario, ¿cómo podemos explicar la resurrección de los muertos durante su ministerio, o las sanidades, la expulsión de demonios, o la conversión del agua en vino? (cf. Mateo 1:23; 11:27; Marcos 1:1; Juan 3:13; 14:9; Romanos 1:4).
De ningún modo debemos pensar que hubo alguna pérdida de atributos divinos, porque de lo contrario no sería en esencia Dios. Tal vez la mejor solución a este tema es lo que expresó Henry C. Thiessen: “Cristo tan sólo rindió el ejercicio independiente de algunos atributos transitorios o relativos. En ningún sentido se despojó de los atributos absolutos o inmanentes; siempre fue perfectamente santo, justo, misericordioso y fiel”.[3] Este pensamiento da una respuesta al pasaje de Mateo 24:36.
Una forma de entender esta expresión como una metáfora y el pasaje del versículo 7 se debe ver como una “adición” y no una “sustracción”. Esto queda claro si tomamos los tres participios: (a) tomando forma de siervo, (b) hecho semejante a los hombres; (c) estando en la condición de hombre. “La kenosis se explica, además, en el texto por la cláusula paralela que le sigue: «se humilló a si mismo». La idea es que, al tomar la humanidad con sus limitaciones, se registra una humillación que, aunque real, no requiere la cesión de ninguno de sus atributos divinos.”[4]

C. Errores concernientes a las 2 naturalezas de Cristo.
         En la historia de la Iglesia, ya desde sus comienzos, ha habido numerosas herejías, que han desviado a numerosos cristianos de la correcta ortodoxia. Pablo, Pedro, Juan, Judas escribieron en sus cartas para que tuviésemos cuidado de estos falsos maestros que pueden llevarnos al error. Por eso es importante recurrir a las Escrituras para aclarar nuestras dudas y contrastar lo que enseña determinado predicador. Desgraciadamente, debido a nuestra ignorancia en las Escrituras, somos dados a ser seguidores de hombres y no del Señor Jesucristo (cf. 1 Corintios 1:12-17). Y tenemos la premisa que es más importante lo que dice tal o cual persona y no lo que la Biblia dice. Por esta razón existen numerosas sectas, porque “hermanos incultos” siguieron a doctrinas de hombres, provocando la aparición de estas sectas, que son algunas de un carácter herético.
Casi todas las herejías han mirado a Jesús desde un ángulo de vista y han despreciado o minusvalorado, consciente o inconscientemente, el otro. Pero todas las herejías han aportado mayor luz a este Misterio y la Iglesia ha podido profundizar en este Único tesoro que da razón de nuestra fe: Jesucristo[5].
         En la historia encontramos los siguientes fenómenos “cristianos” con respecto a la persona del Señor Jesucristo:
1. Ebionismo.  Los Ebionistas (del hebreo ebion, que significa “el pobre”) era una comunidad judeocristiana fuertemente monoteísta,  que negaba la preexistencia, Deidad y nacimiento virginal (simplemente era hijo de José y María en forma normal) de Jesús; si bien lo aceptaban como el MESIAS. Ellos enseñaban que Jesús era un hombre poseía dones de rectitud y sabiduría inusuales. Tuvo una relación con Dios el Padre después de su bautismo, ya que el Cristo descendió sobre él en forma de paloma. Lo consideraban el Mesías prometido en sentido natural o humano.
Además enseñaban que se debían seguir los ritos que establecía la ley. Ellos utilizaban un solo evangelio, denominado “según los hebreos”. Ellos eran los herederos de los cristianos judaizantes con los cuales Pablo tuvo disputa en forma constante. De ahí que para ellos, Pablo no era una autoridad aceptada.
Los primeros antecedentes acerca de este grupo, se encuentran en los escritos de Justino Martir (140 d.C.). Y al finalizar el siglo Segundo, Irineo de Lyon (180 d.C.) condena esta herejía y le da el nombre de Ebionitas. Se piensa que desaparecieron en el siglo V.
2. Docetismo. Esta palabra proviene del griego dokéo que significa “parece” o “paracerle a uno”.  Cerinto, Alejandrino,  (85), discípulo de Filón, era su principal exponente.
Este fue un error en la iglesia en la segunda parte del primer siglo. Sostenía que Cristo no tuvo un cuerpo humano (que no hubo encarnación). Que Él tenía un cuerpo, pero un cuerpo celestial, con lo cual negaba la humanidad de Cristo. Por tanto, negaba que la crucifixión fuese real, ya que él tenía un cuerpo aparente. De ahí que esta doctrina se resume en expresiones como “Parece que come, parece que camina, parece que está cansado...". Tal error es el “espíritu del anticristo” (I Juan 4:1-3). Y las declaraciones  que Juan hace, como un testigo visual de persona de Cristo (1 Juan 1:1), son para refutar tales afirmaciones (cf. Juan 1:14; 13:25; 20:27). El Apóstol escribió su primera Carta y el Evangelio para combatir este pensamiento gnóstico que estaba entrando con fuerza en las iglesias.
3. Arrianismo. Esta doctrina fue enseñada por Arrio (Libia, 250 -Constantinopla, 336), que fue asceta, presbítero y sacerdote en Alejandría, en la iglesia Baucalis. Su enseñanza negaba la naturaleza divina de Cristo basado en la interpretación de Juan 14:28. Por ende el concepto de Trinidad de la Deidad. El Arrianismo sostenía que hubo un tiempo cuando el Hijo no existía, y que Dios engendró (con la idea de crear) al Hijo. Entonces negaban la preexistencia de Cristo. También hacían énfasis en la subordinación del Hijo.
Otros pasajes mal entendidos por el arrianismo son Romanos 8:29; Colosenses 1:15-20; Juan 4:6; Mateo 24:36.
Esta doctrina que exalta al Padre en desmedro del Hijo, ya que lo consideraban como un semi dios, con facultades Divinas, ya que pudo crear todas las cosas y tener su control.  Fue condenada por la Iglesia en el primer concilio de Necea, en el año 325.
4. Apolinarianismo. Elaborada por Apolinar (Apolinario) el joven, obispo de Laodicea, por el año 361 y nació como una forma de oponerse a la herejía Arriana. Este error sostenía que Cristo poseyó solo un cuerpo humano y que era incompleto.  Ellos razonaron así: el pecado está en el alma de los hombres; Dios no tiene pecado; por lo tanto Cristo no tenía alma, pero sí un cuerpo, que era incompleto. Entonces el Verbo cuando se encarnó, vino a completar la parte que faltaba.
Si bien nació esta doctrina como un modo de salvaguardar la naturaleza Divina, que el arrianismo negaba, provocó que menoscabara la naturaleza humana, que  a su vez pone en peligro la obra de redención, ya que necesitaba ambas naturalezas para llevar a cabo su obra.
Esta doctrina fue condenada en el segundo concilio ecuménico, en Constantinopla, en el año 381, y anteriormente en dos concilios celebrados en Roma en los años 374 y 377.
5. Nestorianismo. A quien se le atribuye esta doctrina fue el patriarca de Constantinopla llamado Nestorio (386-451), también conocida como difisismo (“dos naturalezas”), con la finalidad de oponerse al Eutiquianismo que se enseñaba en su tiempo. La doctrina enseña que las dos naturalezas de Cristo son, en realidad, dos personas independientes unidas en Cristo. En otras palabras, Dios vino y moró en un hombre perfecto (Cristo); por lo tanto, Dios estaba en Cristo, pero separado de la parte humana, donde la unidad de la persona era la voluntad y no la unión hipostática.
Esta doctrina fue condenada en el concilio de Éfeso el año 431. A pesar que los escritos heréticos fueron destruidos, la doctrina se divulgó por Asia central, India, China y el Tíbet, llegando hasta nuestros días. Muchas de las la Iglesias del continente asiático son de este pensamiento cristológico.
6. Eutiquianismo. Fue formulada por Eutiques (378-454), abad de un monasterio en Constantinopla. La doctrina surgió al mismo tiempo y era contraria al “Nestorianismo”, y enseña que las dos naturalezas de Cristo se juntaron e hicieron una nueva naturaleza, es decir, que la humanidad de Cristo fue absorbida por la Divinidad, quedando sólo una persona, con ello negando la humanidad del Cristo. De ahí que esta doctrina también se le conoce como monofisismo. El gran error que enseñaba es que la persona resultante no era verdadero Dios ni verdadero hombre, y si esto era así, no nos podía representar.
Esta doctrina fue declarada herética y condenada  en el concilio de Calcedonia (451).
Quienes no aceptaron lo establecido por el concilio, prosiguieron con esta doctrina. En la actualidad la enseñan la Iglesia Copta, La Iglesia Apostólica Armenia, La Iglesia Siriaca (Jacobita).
7. Monotelitismo. Esta doctrina es una modificación del monofisismo con el fin de poder reconciliar a las iglesias que siguen esta doctrina. Predicada por el patriarca Sergio de Constantinopla. Esta doctrina “conciliatoria” enseña que Cristo tuvo dos naturalezas, pero una sola voluntad. Es decir, en el Cristo estaban presente tanto la humanidad como la Deidad, pero regidas por una sola voluntad, la Divina.
El Monotelismo trató de ser un puente entre cristianismo Trinitario y los cristianos monofisitas. Fue condenada como herética en el tercer concilio de Constantinopla celebrado entre los años 680 y 681.
8. Unitarianismo. También conocida como Monarquianismo (de mono”, “uno/único” y “arch”, “principio). Nace en el siglo segundo como un fin, para demostrar la unidad de Dios contrarrestar las enseñanzas del triteísmo. Pero al mismo tiempo esta doctrina termina negando los conceptos de la doctrina ortodoxa de la Trinidad. 
Existen dos ramas del Monarquianismo: el Dinámico(o adopcionista) y el Modal (Sabelianismo). El primero exalta al Padre y establece que el Hijo es sólo un hombre que fue adoptado por un decreto especial de Dios, negándole todo concepto de Divinidad; y enseña que el Espíritu Santo es solo una fuerza o presencia de Dios.  Fue condenado como herejía junto con la excomunión de su principal defensor, Teodoto en Roma  por el Papa Víctor (190-198 d.C.) pero no la extinguió; y resurgió en España en el 800 d.C., y, también, en Roma, fue condenada esta herejía.
Los grupos que caen en esta categoría son  los “Testigos de Jehová”, los Cristadelfianos y los Unitarios.
El Segundo grupo enseña que Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son una sola persona, no tres persona como enseña la doctrina de la Trinidad, sino modos consecutivos de una sola persona. En el Concilio de Roma, siendo Papa Dionisio,  fue condenada el año 263 d.C.
Encontramos que bajo esta doctrina se encuentran los Pentecostales Unitarios (también conocidos como las Iglesias Pentecostales Unidas y Apostólicas Unidas).  Estos enseñan que el nombre de Dios es Jesús y que se debe bautizar sólo en el nombre de Él y no en el de la Trinidad (vea Mateo 28:19).
9. Ciencia Cristiana. La “Ciencia Cristiana” se base en las ideas de Mary Baker Eddy (1821-1910) y es de “factura reciente”. La “Ciencia Cristiana” exalta solo a Dios (aunque lo ven como un principio, que está en todos y en todo), es una forma unitarianismo, ya que niega que exista la trinidad. También niega que Jesús sea el Cristo ni que reflejaba al Padre, por ende, que sea Divino. Afirman que no murió y que su sacrificio no es suficiente para limpiar el pecado.  
Esta creencia tiene el nombre de “Cristiana”, pero niegan al Hijo en todos los sentidos.  Aunque ellos afirmen que su creencia es la verdad, encontramos en la Escritura la siguiente pregunta: “¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo?” (1 Juan 2:22). Quien niega que Jesús es el Cristo, es mentiroso.



[1] Celebrado entre el 8 de octubre y el 1 Noviembre del 451 en Calcedonia, Bitinia, Asia menor, con la asistencia de 600 obispos.
[2] Charles Ryrie, “Teología Básica”, Página 284
[3] Paul Enns, Compendio Portavoz de Teología, página 228.
[4] Charle Ryrie, Síntesis de doctrina Bíblica, editorial Portavoz, página 65.
[5] http://es.catholic.net/op/articulos/17602/cat/693/herejias-sobre-jesus.html

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