El yugo comercial
¿Qué parte el
creyente con el incrédulo?
2 Corintios 6.15.
En una asociación,
compañía o sociedad empresarial, dos o más miembros son inversionistas. Cada
uno aporta, posiblemente participa en las labores, y recibe su porción de las
ganancias. Si un creyente es socio con incrédulos, entonces su yugo es
desigual. Hay otras sociedades donde el incrédulo invierte los fondos y el
creyente hace el trabajo. Es una entidad mancomunada, a veces llamada una
sociedad industrial. Se reparten los beneficios entre las partes. Los dos están
bajo el mismo yugo, porque el inversionista puede exigir qué hacer y el
creyente está comprometido si se actúa injustamente, con engaño o en
contravención de leyes.
Si el hijo de Dios
puede disponer de dinero y lo invierte por su propia cuenta, está libre porque
puede conducir el negocio como le parece correcto. Está en el deber de cancelar
los fondos recibidos en préstamo, con sus intereses, pero el prestamista no
tiene voz ni voto en el negocio.
Si el creyente no
puede trabajar por su cuenta, o en sociedad con otro que también sea salvo,
entonces es mejor que busque empleo bajo una relación de dependencia. ¿Qué son
las ganancias materiales en comparación con el galardón celestial? Mejor ser
pobre y justo delante de Dios que rico pero desobediente a Él. El desobediente
puede incurrir en la disciplina de Dios y corre el riesgo de perder todo.
Un ejemplo bíblico
de esto se halla en el rey Josafat. Su amistad con el impío Acab le condujo a
continuar así con su hijo Ocozías. Josafat “trabó amistad con Ocozías, rey de
Israel, el cual era dado a la impiedad, e hizo con él compañía para construir
naves que fuesen a Tarsis. Entonces Eliezer… profetizó contra Josafat,
diciendo: Por cuanto has hecho compañía con Ocozías, Jehová destruirá tus
obras. Y las naves se rompieron y no pudieron ir a Tarsis”, 2 Crónicas
20.35 al 37.
Ocozías
evidentemente no se desanimó en el fracaso, sugiriendo que fue a causa de los
tripulantes neófitos de Judá. Pero recibió el trastorno como advertencia de
Dios. En 1 Reyes 22.48, 49 leemos: “Josafat había hecho naves de Tarsis,
las cuales habían de ir a Ofir por oro; mas no fueron, porque se rompieron en
Ezion-geber. Entonces Ocozías hijo de Acab dijo a Josafat: Vayan mis siervos
con los tuyos en las naves. Mas Josafat no quiso”. ¡Ojalá que todo creyente
tentado a seguir en un yugo como este se resuelva igualmente a decir que no!
Posteriormente
Amazías, rey de Judá, tomó a sueldo a cien mil hombres valientes de Israel para
salir juntos a la guerra. “Más un varón de Dios vino a él y le dijo: Rey, no
vaya contigo el ejército de Israel, porque Jehová no está con Israel”,
2 Crónicas 25.6 al 10. Amazías no quería perder la plata invertida, y
dijo: “¿Qué, pues, se hará de los cien talentos que he dado al ejército de
Israel? Y el varón de Dios respondió: Jehová puede darte mucho más que esto”.
Este ejemplo debe
animar a los que han asumido un yugo desigual para que salgan de él. Aunque
pierdan materialmente, es mejor obedecer al Señor y confiar en Él, porque es
capaz de remunerar con mayores cosas.
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