Aquel que empiece su trabajo diario, su servicio, sin
la oración no podrá llevar fruto. La oración, la comunión con el Señor, es el
único medio para guardarnos del mal y de los malos pasos, para hacer de
nosotros ‘‘vasos para honra, santificados y útiles para los usos del Señor, y
aparejados para toda buena obra' (2 Tim. 2:21).
Contendor por la Fe, 1970
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