lunes, 1 de mayo de 2017

TITO (Parte IV)

Capítulo 3


El efecto de la gracia sobre la conducta de los cristianos hacia el mundo
Versículos 1, 2. Con respecto a la conducta del cristiano hacia el mundo, la gracia ha desterrado la violencia, y el espíritu de rebelión y resistencia que agita el corazón de aquellos que no creen, y que tiene su fuente en la voluntad propia que lucha por mantener sus propios derechos en relación a los demás.
El Cristiano tiene su porción, su herencia, en otra parte; él está reposado y sumiso aquí y preparado para hacer el bien. Incluso cuando los demás son violentos e injustos hacia él, él lo soporta recordando que antes no era diferente en cuanto a él mismo: una difícil lección, pues la violencia y la injusticia agita el corazón; pero el pensamiento de que es pecado, y de que nosotros también fuimos anteriormente sus esclavos, produce paciencia y piedad. La gracia sola ha hecho la diferencia, y conforme a esa gracia nosotros hemos de actuar hacia los demás.

El hombre según la carne; la bondad de un Dios-Salvador; el sentido de lo que nosotros éramos y la manera en que Dios ha actuado se combinan para gobernar nuestra conducta hacia los demás
Versículo 3. El apóstol presenta un penoso resumen de las características del hombre según la carne - lo que nosotros éramos en otro tiempo. El pecado era insensatez - era rebeldía; el pecador estaba extraviado - era esclavo de concupiscencias, lleno de malicia y envidia, aborrecible, y aborreciendo a los demás. Tal es el hombre caracterizado por el pecado. Pero la bondad de Dios, de un Dios Salvador, Su buena voluntad y Su amor hacia los hombres (¡dulce y precioso carácter de Dios!)[1] se ha manifestado. El carácter que Él ha asumido es el de Salvador, un nombre especial dado a Él en estas tres epístolas, para que llevemos su impronta en nuestro andar, para que impregne nuestro espíritu. Nuestro andar en el mundo y nuestra conducta hacia los demás dependen de los principios de nuestra relación con Dios. Lo que nos ha hecho diferentes de los demás no es algún mérito en nosotros mismos, alguna superioridad personal: algunas veces somos, incluso, como ellos. Es el amor tierno y la gracia del Dios de misericordia. Él ha sido tierno y misericordioso con nosotros: hemos conocido lo que esto es, y somos así con los demás. Es verdad que al limpiarnos y renovarnos esta misericordia ha obrado por un principio y en una esfera de vida que son completamente nuevos, de modo que nosotros no podemos andar con el mundo como hacíamos antes; pero nosotros actuamos hacia los demás que están aún en el lodo de este mundo, del modo que Dios ha actuado hacia nosotros para sacarnos de él, para que podamos disfrutar de aquellas cosas que, conforme al mismo principio de gracia, deseamos que otros también disfruten. La conciencia de lo que éramos en otro tiempo, y del modo en que Dios actuó hacia nosotros, se combinan para gobernar nuestra conducta hacia los demás.

El carácter doble de la obra de Dios en nosotros
Versículos 4-6. Ahora bien, cuando la bondad de un Dios Salvador se manifestó, no fue algo vago e incierto, Él nos ha salvado, no por obras de justicia que hubiéramos hecho, sino conforme a Su misericordia lavándonos y regenerándonos. Este es el doble carácter de la obra en nosotros, los mismos dos puntos que encontramos en Juan 3 en el discurso del Señor a Nicodemo; excepto que aquí se añade aquello que tiene ahora su lugar debido a la obra de Cristo, a saber, que el Espíritu Santo es derramado también en nosotros abundantemente para ser la fuerza de esa nueva vida de la cual Él es la fuente. El hombre es lavado, limpiado. Es lavado de sus antiguas costumbres, pensamientos, deseos, en el sentido práctico. El hombre era moralmente malo y corrupto en su vida interior y exterior. Dios nos ha salvado purificándonos; Él no podía hacerlo de otro modo. Para estar en relación con Él debe haber pureza práctica.

Purificación mediante regeneración: una nueva vida, nuevos pensamientos, nueva creación
Pero esta purificación era minuciosa. No se trataba del exterior del vaso. Era la purificación por medio de la regeneración; identificada, sin duda, con la comunicación de una nueva vida, que es la fuente de nuevos pensamientos, en conexión con la nueva creación de Dios, y capaz de disfrutar de Su presencia y en la luz de Su rostro, pero que en sí misma es un pasaje desde el estado en que estábamos a uno completamente nuevo, desde la carne por medio de la muerte al estado de un Cristo resucitado.

El poder actuando en la nueva vida y acompañándola: una energía que imparte y produce lo que es nuevo
Pero había un poder que actuaba en esta vida nueva y que la acompaña en el cristiano. No se trata meramente de un cambio subjetivo, como dicen. Hay un Agente divino activo que imparte algo nuevo, de lo cual Él mismo es la fuente - el Espíritu Santo. Es Dios actuando en la criatura (pues es por el Espíritu que Dios actúa siempre en forma inmediata en la criatura); y es en el carácter del Espíritu Santo que Él actúa en esta obra de renovación. Se trata de una nueva fuente de pensamientos en relación con Dios; no sólo una capacidad vital, sino una energía que produce aquello que es nuevo en nosotros.





[1] En Griego, filandsropía, se trata de la palabra filantropía, que es utilizada aquí al hablar de Dios; y que además tiene una fuerza mayor que la palabra Inglesa, porque filía es un afecto especial por alguna cosa, una amistad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario