domingo, 1 de octubre de 2017

AUTODISCIPLINA DEL CREYENTE

Se han ideado muchas fórmulas y reglas para una vida metódica y or­denada. Pero lo que no hallamos en tales libros, es la "fórmula" para al­canzar el poder necesario. Sin em­bargo, los creyentes en el Señor Je­sús poseen las reglas escritúrales y el secreto del poder infalible (Filipenses 4:13).
Consideremos pues algunas reglas de conducta cristiana:
1º) Disciplinado en sus palabras. — David era "prudente en sus pala­bras" (1 Samuel 16:18). "Todo hom­bre sea. . . tardo para hablar"; "Así hablad... como los que habéis de ser juzgados"; "Vuestro sí sea sí, y vuestro no sea no" (Santiago I: 19; 2:12; 5:12). "Sea vuestra pala­bra siempre con gracia" (Colosenses 4:6).
Pasajes estos que nos conviene recordar frecuentemente, a fin de que nuestro hablar sea prudente, reflexivo y veraz. Necesitamos hacer nuestra también la oración del sal­mista: "Pon guarda a mi boca, oh Jehová (Salmo 141:3).
2°) Disciplinado en sus actos. "Daniel propuso en su corazón" (Da­niel 1:8). Consideró detenidamen­te las circunstancias y tomó una firme resolución, cumpliéndola im­perturbablemente. Dios aprobó sus actos, resultando sobresaliente en la prueba. Ponderable ejemplo de au­todisciplina.
3º) Disciplinado en sus pensamien­tos. — "En tus mandamientos medi­taré" (Salmo 119:15). "Si mal pen­saste, pon el dedo sobre la boca" (Proverbios 30:32). "Tú guardarás en completa paz a aquél cuyo pensa­miento en ti persevera" (Isaías 26:3). "Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna,- si hay algo digno de alabanza, en esto pensad" (Filipenses 4:8).
Ocupemos nuestras mentes con pensamientos que contribuyan a mantenernos en permanente comu­nión con el Señor (Salmo 139:23).
4º) Disciplinado en el uso de su tiempo. — "Enséñanos. . . a contar nuestros días" (Salmo 90:12); "Ve­lad... en todo tiempo" (Lucas 21: 36); "Es ya hora de levantarnos del sueño" (Romanos 13:11); "El tiempo es corto" (I5 Corintios 7:29); "Apro­vechando bien el tiempo" (Efesios 5:16); "¿Qué es vuestra vida?... neblina que se aparece por un poco de tiempo" (Santiago 4:14).
La brevedad de la vida terrenal, nos insta a rendir el máximo de nuestro tiempo disponible al servicio del Señor, como también lo hicieron destacados siervos en todos los tiem­pos (Los Hechos 10:9-10; 17:16-17; 28:30-31).
5º) Disciplinado en su temperamen­to. — ."Mejor es. . . el que se en­señorea de su espíritu, que el que toma una ciudad" (Proverbios 16: 32); "No os afanéis" (Mateo 6:34); "Airaos, pero no pequéis; no se pon­ga el sol sobre vuestro enojo" (Efe­sios 4:26); "Estad siempre gozosos" (1ª Tesalonicenses 5:16); "No sea que brotando alguna raíz de amargura os estorbe" (Hebreos 12: 15); "Tened paciencia" (Santiago 5:7).
Si practicamos esta demarcación de conducta en cualquier circuns­tancia, experimentaremos lo que di­jo el Señor: "Mi paz os doy. . . no se turbe vuestro corazón" (Juan 14:27).
6º) Disciplinado en su acercarse a Dios. — "Moisés bajó su cabeza hacia el suelo y adoró" (Éxodo 34: 8); "Elías... postrándose en tierra puso su rostro entre las rodillas" (1ª Reyes 18:42). "Tarde y mañana y mediodía, oraré y clamaré" (Salmo 55:17); "Daniel... se arrodillaba tres veces al día y oraba" (Daniel 6:10).
Acercarse a Dios en adoración, alabanza o peticiones, eligiendo las horas más propicias y cumpliendo puntualmente con la cita convenida, es la piadosa práctica de todo fiel creyente.
Busquemos el rostro del Señor conscientes de la solemnidad y re­verencia que corresponde, no prefi­riendo poses cómodas ni utilizando tonos de voz como dando órde­nes.
7º) Disciplinado en su servicio. — "Que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús" (Hechos 20:24); "Me esforcé a predicar el evangelio" (Romanos 15:20); "De esta manera peleo…. golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre" (1° Corintios 9:26-27); "He peleado. . . he acabado. . . he guardado. . ." (2? Timoteo 4:7).
No procuró Pablo "pasarlo pací­ficamente", sino que lidió como ab­negado soldado de Cristo. Terminó su carrera triunfalmente, dejándonos ejemplo de su admirable vida disci­plinada.
Concédanos el Señor la gracia pa­ra terminar así nuestra carrera terre­nal.


Sana Doctrina, 1976

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