Cuarta revelación Capítulo 2:20-23
He aquí, en una
cuarta revelación, el estímulo dirigido al pobre remanente cuya conciencia se
había despertado, quien, de hecho, cuatro años ms tarde, terminó con la edificación
de la casa de Dios. Este estímulo es una promesa (Hebreos 12: 26). "Yo hará
temblar los cielos y la tierra; y trastornar el trono de los reinos, y destruir
la fuerza de los reinos de las naciones; trastornar los carros y los que en
ellos suben, y vendrán abajo los caballos y sus jinetes, cada cual por la
espada de su hermano" (v. 21,22; cf. 2: 6 con Hebreos 12: 26). ¿Todo sería
trastornado, y por qué? Para que las cosas "inconmovibles"
permanezcan (Hebreos 12: 27). Estas cosas inconmovibles, son en el capítulo 2,
la introducción del Mesías en su templo glorioso. Pero aquí, qué admiración nos
embarga, cuando nos enteramos que se trata de establecer y de confirmar para
siempre al débil Zorobabel! "En aquel día, dice Jehová de los ejércitos,
te tomaré, oh Zorobabel hijo de Salatiel, siervo mío, dice Jehová, y te pondré
como anillo de sellar; porque yo te escogí, dice Jehová de los ejércitos"
(v. 23).
Sin duda, Zorobabel, el príncipe, era en una débil medida, una figura de
Cristo, pero ante todo era el representante del remanente ante Dios, como Josué,
el sacerdote, lo es en el capítulo 3 de Zacarías. Todas estas cosas serán
conmovidas, a fin de establecer este remanente para siempre. Ocurre lo mismo para
con nosotros: "As que, recibiendo nosotros un reino inconmovible"
(Hebreos 12: 28), es dicho de los creyentes, citando la profecía de Hageo. Dios
ha establecido ya al Señor a su diestra y nosotros en El, y pronto nos
establecerá sobre el trono con El.
"Y te pondré como anillo de sellar". El débil Zorobabel, como
la débil Asamblea de Cristo, ser el sello de todos los caminos divinos. Tanto
en él, como en ella, todos los ojos verán lo que Dios ha querido hacer y lo que
ha cumplido. ¡"Como ahora, ser dicho de Jacob y de Israel: Lo que ha hecho
Dios"! (Números 23: 23). En ese tiempo, el Señor será "glorificado en
sus santos y admirado en todos los que creyeron" (2 Tesalonicenses 1: 10).
Es la
recompensa de la fidelidad y de la abnegación a su servicio, pero hay mucho más
todavía: Es necesario que la gracia de Dios triunfe al final, que se muestre
superior a todas nuestras debilidades, a todas nuestras infidelidades:
"Porque yo te escogí, dice Jehová de los ejércitos" (v. 23). Es
necesario que la gracia de la elección resplandezca ante todas las miradas.
Ella es la única causa, la causa inicial y final de la bendición eterna de sus
redimidos.
Fundados sobre nuestra esperanza que es Cristo, y sobre la seguridad de
la salvación de Dios, apliquémonos pues, en un continuo juicio de nosotros
mismos, a llevar a cabo la obra de la casa de Dios, reuniendo a las almas
alrededor de Cristo, único centro de reunión y de bendición
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