jueves, 3 de mayo de 2018

LA DOCTRINA Y LA PIEDAD

"la doctrina que es conforme a la piedad (1ª Timoteo 6:3).



El énfasis del mensaje contenido en las epístolas pastorales recae sobre la necesidad de mantener en su esencial pureza e integridad las verdades divinas desplegadas en todas las Escrituras. Un mínimo desvío de la "sana doctrina" puede resultar fatal para la salud y la seguridad espiritual de los oyentes y de los mismos enseñadores (1ª Timoteo 1:19). La doctrina que es con­forme a la piedad es esencial para producir un estado espiritual sano en ambos: la piedad.
Las exhortaciones y advertencias hechas con este fin abundan en las epístolas aludidas, revelándonos cuán profunda era la convicción del apóstol en cuanto a la necesidad urgente de mantener en un perfecto acuerdo la doctrina y la piedad. Escribiendo a Tito dice: "en doctrina haciendo ver in­tegridad, gravedad" (2:7). La palabra integridad en el N. T., significa li­teralmente "incorrupción" o pureza integral de la doctrina, tal cual procede de Dios y es la trazada perfectamente en Su Palabra; debe ser transmitida por medio de una enseñanza dada con "gravedad", es decir: "honestidad", como se ve en 1ª Timoteo 2:2; 3:4.
La "sana doctrina" (1ª Timoteo 1:10) no implica simplemente una doctrina correcta. Alguien ha dicho que "se puede profesar una doctrina correcta y, sin embargo, estar en un estado de alma insano e incorrecto", mal que es de ser lamentado en cualquier época. El sentido apostólico de la frase "sana doctrina" es: enseñanza que imparte salud y produce creyentes sanos en la fe y espiritualidad. Tal es la "doctrina conforme a la piedad". El estado es­piritual del enseñador es pues, de tremenda importancia. Se dice que algu­nos antiguos predicadores solían orar a Dios a fin de ser librados de "tra­ficar con verdades no sentidas", y los que ministramos La Palabra de Dios hoy daríamos bien en hacer nuestra esta oración.
La expresión "sana doctrina" ocurre cuatro, veces en las epístolas a Ti­moteo y Tito. En 1ª Timoteo 1:10,11, la misma está vinculada con "el Evange­lio de la gloria del Dios bendito". Una acertada y correcta presentación del Evangelio con el poder del Espíritu Santo, no sólo consigue exponer con fi­delidad el camino de la salvación a los inconversos, sino, como muchas veces se ha probado, resulta en la bendición y edificación de los salvados. En Tito 1:9, se aconseja que el anciano sea "retenedor de la fiel palabra, que es conforme a la doctrina; para que también pueda exhortar con sana doc­trina, y convencer a los que contradijeren". Donde existe un ministerio fiel y espiritual de La Palabra, cosa que debe caracterizar a los sobreveedores de las asambleas, allí las malas yerbas de doctrinas dañosas no pueden pros­perar y prestamente sucumben bajo el continuo azote de la sana doctrina. En Tito 2:1 el siervo del Señor es exhortado a hablar "lo que conviene a la sana doctrina", pues sólo así se obtendrá una buena salud espiritual que ha de manifestarse en viejos y jóvenes (v. 2-10), que haga que el adversario se avergüence, no teniendo mal ninguno que decir de vosotros" (v. 8). La últi­ma de estas expresiones se encuentra en 2ª Timoteo 4:3: allí la "sana doctrina" es el remedio indicado para atacar el estado enfermizo denominado "come­zón de oír", porque redarguye, reprende, exhorta. Esto no es siempre bien recibido y a menudo provoca reacción contraria en los oyentes; pero es su­mamente necesario y útil para la salud espiritual de los fieles (Hebreos 12:11).
Jorge Mereshian, Sana doctrina

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