Al considerar la necesidad de la disciplina por parte de la iglesia, con
respecto a alguno de sus miembros, las Escrituras nos la presentan bajo dos
aspectos: el uno general o del conjunto, el otro personal o del individuo. En
el aspecto general, entran en consideración los intereses de la Iglesia; en el
aspecto personal, entran en consideración los intereses particulares de la
persona disciplinada.
EL ASPECTO GENERAL — Las Escrituras enseñan que la disciplina es necesaria en resguardo de
la salud espiritual y moral de la Iglesia. En
1ª Corintios 5:6 se lee: "¿No sabéis que un poco de levadura leuda
todo la masa?" "Masa" en este texto es usada como metáfora de la
Iglesia en su estructura moral: lo justifica la semejanza del efecto de la levadura
introducida en la masa. Esto es similar al efecto producido por prácticas
corruptoras toleradas en el seno de la Iglesia.
"Limpiad" o expurgad del versículo 7, hace alusión al acto de
disciplina que debe efectuarse contra el ofensor en la Iglesia. (En Gálatas
5:9 el mismo simbolismo es usado al referirse a la doctrina corruptora en la
Iglesia).
El bienestar a la salud moral de la Iglesia hace necesaria que sea hecha
la disciplina al corrupto, a fin de proteger el resto de los miembros de su
perniciosa influencia.
LA UNIDAD Y ARMONIA DE LA
IGLESIA
Según Romanos 16:17, 18 es también necesaria la disciplina, a fin de
amparar la unidad y armonía internas de la Iglesia contra quienes podrían ser
causa de cisma o división en ella.
Una tercera razón para la necesidad de la disciplina dentro de este
aspecto general, lo encontramos en 2ª Tesalonicenses 3:6-12, con el fin en resguardar
la Iglesia de la conducta desordenada de algunos de sus miembros.
a) El ocio es conducta desordenada (v. 11)
que engendra males en la Iglesia.
b) El curiosear del (v. 11) describe la
ocupación de interesarse por asuntos ajenos (el entremetido) para luego andar
chismeando, con los consiguientes resultados dañinos a las personas afectadas
y a la congregación en general.
Dios dice de la lengua: "He aquí, un pequeño fuego ¡cuán grande bosque
enciende! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad" (Santiago 3:5, 6).
La disciplina es el instrumento ordenado por el Señor para anular todo
intento a cuanto hiciere peligrar los sagrados intereses de la Iglesia.
2. LAS RELACIONES ARMONIOSAS ENTRE LOS HERMANOS
EL ASPECTO PERSONAL. Dos Escrituras reclaman nuestra
atención.
La primera, Mateos
18:15-18. Esta Escritura manifiesta una circunstancia especial y muy personal
que hace necesaria la disciplina por parte de la Iglesia. Esa circunstancia es
la obstinación por parte del ofensor.
El Señor dice: "Si no te oyere" del v. 16, y "si no oyere
a ellos" del v. I 7, señala la obstinada impenitencia. Mientras "si
oyere" del v. 15 señala la circunstancia que permitiría concluir con el
asunto sin la intervención de la Iglesia.
Es evidente, en este
caso, que, a más del pecado cometido, son los intereses espirituales de la
persona en cuestión los que reclaman la disciplina.
El propósito de esa disciplina sería, primeramente, obtener el reconocimiento
del pecado y su consiguiente arrepentimiento.
La segunda, 2ª Tesalonicenses 3:14. Incluiremos en este aspecto
personal la necesidad de la disciplina, "para que se avergüence".
La necesidad, en este caso.es movida por la desobediencia a las Escrituras
en lo que respecta al orden correcto impuesto por ella en la vida cristiana.
Se hace necesario entonces imprimir sentido de vergüenza en la conciencia
del ofensor.
La disciplina propenderá a ese fin con el objeto de corregir la conducta
y amparar el testimonio tanto personal como colectivo de la Iglesia.
Resta decir, que si las Escrituras señalan así las causas que hacen necesaria
la disciplina en la Iglesia, dejan ver muy claramente el comportamiento justo
y racional, que de nuestra parte evitaría esa medida.
Sana Doctrina, 1976
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