lunes, 1 de octubre de 2018

LA TENTACIÓN


La sola palabra nos hace pensar en algo siniestro. Definiéndola, tenemos "aquello que lleva a una persona a cometer actos no sabios o inmorales, es­pecialmente porque espera una recompensa". La tentación tiene una cualidad tentadora que es par­ticularmente perversa y difícil de enfrentar. Me re­fiero a una forma ambigua que no sólo nos atrae si­no que también nos es repulsiva al mismo tiempo; por un lado, nos disgusta, pero por el otro lado nos promete "el fruto prohibido". La mercancía de la tentación parece agradable, pero instintivamente sa­bemos que implica un alto precio. Una hora de pla­cer puede arruinar un matrimonio y el testimonio de toda una vida, pero aun así' se nos hace difícil huir sin echarle al menos un vistazo para ver lo que nos estamos perdiendo.
La Palabra de Dios habla bastante acerca de la tentación, y debemos comprender lo que dice, y acudir a los recursos que tenemos en Cristo para poder resistir con éxito. De otra manera nos en­contraremos tropezando en los caminos de la in­moralidad, la culpa, la inutilidad, y finalmente el desespero. Es más, debemos estar bien informados que la batalla contra la tentación no se libra en un solo encuentro, sino que es una lucha que dura toda la vida.
Solamente cuando estemos con el Señor en glo­ria, podremos tener descanso y decir con alivio, "la guerra ha terminado". Mientras tanto continuamos enfrentando innumerables tentaciones. Examine­mos algunas de las principales, según lo indica la Palabra de Dios.

         El encuentro de nuestro Señor con Satanás, en el desierto nos provee información importante so­bre los motivos y métodos de la tentación satá­nica:

1.Satanás ataca en el punto más débil.
Jesús no había comido durante cuarenta días, así que Satanás lo desafió a usar su poder divino para hacer pan. De la misma forma él nos atacará en nuestros puntos débiles. Si yo soy alguien que pone poca atención a la oración y lectura de la Biblia, él tratará de ponerme a la mano la última re­vista Vanidades o Cromos, justo cuando me dispo­nía a leer la Biblia. Si soy una persona criticona, él se encargará de mantenerme al día sobre los erro­res de los demás. Si soy tolerante, me dará canti­dad de razones para justificar mis convicciones ba­jo el pretexto de que soy compasivo. Con razón la Biblia nos advierte que no le demos lugar al dia­blo, 2"

2. Satanás hace ofertas magníficas.
Cuando le ofreció al Señor todos los reinos del mundo, Satanás le estaba ofreciendo gloria sin ne­cesidad de sufrimiento. ¿Para qué tener que pasar por los sufrimientos de la cruz en obediencia a Dios, cuando había un camino más corto para do­minar el mundo? Y a nosotros Satanás nos dice, "no seas fanático en tu cristianismo, todo eso de discipulado y auto negación es para los que no son inteligentes. ¡El sufrir por la causa de Cristo es para bobos!”
Sin embargo, cuando Satanás hace dichas ofer­tas, él no nos muestra la letra pequeña. Él espera hasta que hayamos "firmado el contrato" y enton­ces comenzamos a comprender el engaño, Jesús comprendía perfectamente los términos del con­trato con anterioridad, y porque nunca actuó inde­pendientemente de la voluntad de su Padre, se ne­gó a firmarlo.

3.      Satanás desea adoración.
Y aquí llegamos al fondo de la tentación satáni­ca. Bajo todo brillo engañoso, él busca adoradores. Él codicia aquello que le pertenece únicamente a Dios. Todas sus tentaciones llevan finalmente a su objetivo supremo, ser adorado por los hombres.
Aunque, como cristianos, nosotros nunca nos someteríamos voluntariamente a esta tentación, debemos estar bien conscientes de esta artimaña de Satanás para que evitemos contribuir a ella. Debe­mos darnos cuenta de que las sectas y falsas religiones son únicamente sus organizaciones para distraer a la gente del Dios vivo y verdadero, hasta que llegue el momento cuando todas sus fuerzas se unan para proclamar abiertamente su "supremacía". Actual­mente ya existen en el mundo fuerzas poderosas que trabajan arduamente preparando el ambiente para ese momento.

4. Satanás quiere que los hombres tienten a Dios.
El promueve cualquier línea de razonamiento o actividad para que los hombres pongan a prueba a Dios. Cuando tentó al Señor Jesús, utilizó hasta las mismas Escrituras. ¿Qué deseaba Satanás cuan­do desafió al Señor a tirarse desde el pináculo del templo? Pues bien, si lograba que el Señor ofrecie­ra un espectáculo público, lo distraería de su lugar de dependencia y obediencia al Padre.
Pero, gracias a Dios que el Señor estaba aquí pa­ra glorificar al Padre y no para hacer espectáculos y atraer la atención sobre sí mismo. Su negación a usar el poder divino para beneficio y gloria perso­nal se convirtió en su modo de vida y es un aspec­to sobresaliente de su vida incomparable.
Debemos seguir el ejemplo de Nuestro Señor y negarnos a esta tentación, permitiéndole a Dios que nos forme de acuerdo con sus planes y no tra­tar de "utilizar a Dios" para promovernos a noso­tros mismos.

5. Satanás sabe cómo citar las Escrituras.
Pero él nunca las usa en la forma como Dios quiso que se usaran. Sacándolas del contexto, las utiliza para manipular a las personas, desafiando en esta forma al Dios que las dio. Podemos ver este as­pecto de tentación satánica cuando se mal utilizan las Escrituras para promover algo que no sea la glo­ria de Dios. En ocasiones, cristianos bien intencio­nados dicen: "yo creo en cualquiera que venga con una Biblia", o "yo estoy agradecido por cada pro­grama religioso que pasan por televisión".
La misma Escritura nos advierte a "no creer a todo espíritu, sino probar los espíritus para ver si son de Dios".3 No es suficiente saber que las Escrituras están siendo enseñadas, sino que sean ense­ñadas de acuerdo con los propósitos de Dios y no los del Diablo.
Nuestro Señor respondió cada una de las tenta­ciones de Satanás mencionando las Escrituras, pero en la forma correcta. Nosotros también debemos enfrentar las tentaciones de la misma manera, uti­lizando "correctamente la Palabra de Verdad".4 y permitiendo que ella llene y moldee nuestras vidas, utilizándola para resistir cualquier sugerencia del Diablo.

LA TENTACION QUE VIENE DE DENTRO
Algunas veces en forma equivocada echamos la cul­pa a Satanás por los fracasos en nuestra vida. De­cimos, "el Diablo me hizo hacer esto", cuando en realidad él no puede hacernos hacer algo. Tampoco debemos decir que Dios nos tentó a hacer lo malo. Puede que Dios nos ponga a prueba, como lo hizo con Abraham, y permita las dificultades en nuestra vida, las cuales contribuyen en nuestro crecimiento espiritual, pero El no tienta a nadie.
Muy a menudo la tentación viene de dentro, esto es, de nuestros malos deseos que brotan del corazón. Santiago lo describe de esta manera: "Cuando alguno es tentado, no diga que es tenta­do de parte de Dios; porque Dios no puede ser ten­tado por el mal, ni Él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscen­cia es atraído y seducido. Entonces la concupiscen­cia, después que ha concebido, da a luz el pecado, y el pecado siendo consumado, da a luz la muerte5" ¿Cómo enfrentamos estas tentaciones que vienen de dentro? Primero, debemos entender que cuando Santiago habla de "pasiones" se refiere a deseos equivocados. Estos malos deseos brotan de la "car­ne"— ese principio de maldad que hay dentro de nosotros y que siempre se opone a Dios. "La car­ne es enemistad contra Dios"6
Para ilustrarlo, Pablo habla de la tentación de las riquezas. Si yo tengo pasión por el dinero, yo cai­go en dicha tentación. Si le doy al dinero el lugar de prominencia y prioridad que le corresponde a Dios, estoy pecando.
Puesto que tenemos un Dios de toda gracia que se complace en dar, a menudo Él nos da más que el mero alimento y abrigo que nos satisface. Esta es una razón para darle gracias, y todo lo que nos dé más, debe ser motivo de gozo.7 Pero cuando as­piramos a más riquezas, lo quitamos a El del pri­mer lugar y caemos en la tentación, y otras pasio­nes que vienen asociadas las cuales nos llevarán más y más lejos de Él.8
Debemos darnos cuenta de que las pasiones de la carne nos llevan al pecado y el pecado a la muerte. Esto no significa que el cristiano puede morir espiritualmente y perder su salvación. Pero sí podemos perder en términos de compañerismo con Dios, nuestro fruto para El, y la fragancia de una vida dedicada a Él.
La Palabra de Dios nos da el antídoto para el te­rrible proceso de la tentación: Pasiones—Pecado— Muerte. Este antídoto lo encontramos en Gálatas 5:16 "Andad en el Espíritu y no satisfagáis los de­seos de la carne."
A medida que permitamos al Espíritu Santo guiar nuestras vidas y llenarlas con su fruto, caminare­mos de acuerdo con los deseos de Dios y no con los nuestros. Para aquellos que pertenecemos a Cristo hemos "crucificado los deseos de la carne, con sus pasiones y malos deseos"9, y demostramos esta verdad en forma práctica cada vez que deci­mos "NO" a la tentación.

TENTACIONES POR CAUSA DE OTRAS PERSONAS
Durante su vida en la tierra, el Señor fue tentado por la gente. Los fariseos lo tentaron pidiéndole una señal del cielo;10 "preguntándole acerca del di­vorcio,11 preguntándole si debían pagar tributo al Cesar;12 e indagándole acerca del "mayor manda­miento de la ley".13 En cada circunstancia el Se­ñor les contestó demostrando ese balance perfecto entre gracia y verdad, característico de ÉL. Al Señor le preocupaba la gran necesidad que ha­bía en el corazón de la gente, y conociendo los motivos que los llevaban a hacer tales preguntas, casi siempre respondía al que hacía la pregunta y no tanto la pregunta.
Nosotros también enfrentamos tentaciones que vienen de otras personas. Un vendedor puede ser tentado por sus colegas para que engañe con su cuenta de gastos; un muchacho en bachillerato es presionado por sus compañeros para que fume; un siervo del Señor puede ser tentado por un amigo cristiano para que acepte un empleo secular. En resumen, las tentaciones vienen en distintas formas, y tamaños variados; y de diferentes luga­res. A veces es difícil saber de dónde proviene una tentación en particular. ¿Viene de Satanás o de dentro, o de otra persona? ¿O están los tres invo­lucrados? Puede que no siempre sepamos determi­nar esto. Pero siempre podemos descansar en la fi­delidad de Dios, según lo describe 1 Corintios 10:13 "No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios que no os de­jará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar."
Aprendamos, junto con aquellos que han pade­cido la tentación, a descansar en nuestro gran Su­mo Sacerdote, Jesús, el Hijo de Dios, quien puede compadecerse de nuestras debilidades porque El también fue tentado en todo como nosotros, pero no pecó.
"Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro." 14
Versículos:
(1) Mateo 4 y Lucas 4; (2) Efesios 4:27; (3) 1 Juan 4:1; (4) 2 Timoteo 2:15; (5) Santiago 1:13-15; (6)       Romanos 8:7; (7) 1 Timoteo 6:17; (8)    1 Timoteo 6:9; (9) Gálatas 5:24; (10) Mateo 16:1; (11) Mateo 19:3; (12) Mateo 22:16-18; (13) Mateo 22:36; (14) Hebreos 4:16
Sendas de Vida, 1986

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