lunes, 1 de octubre de 2018

PRIMER ADÁN, ULTIMO ADÁN


La Biblia presenta a Adán como el primer hombre y da al Señor Jesucristo el curioso título de 'postrer Adán' (1 Corintios 15:45). ¿Qué significa este término y por qué es dado? ¿Cuáles son las similitudes entre Adán y Jesús que le garantizan a Jesús este título? ¿Cuáles son las diferencias?

ADÁN Y JESÚS COMPARADOS
Un comienzo milagroso
La Biblia nos dice que el primer hombre, Adán, fue creado por Dios, a su imagen y semejanza, directamente del polvo de la tierra. Dios sopló en la nariz de Adán el aliento de vida y él fue un ser viviente (Gén. 1:26-27; 2:7).
Por lo tanto, Adán no fue el producto de una forma de evolución teísta. Dios no lo hizo a imagen y semejanza de un simio, ni de un 'homínido menor' a través de procesos lentos o mutaciones abruptas. En vez de eso, Dios creó a Adán como un acto inmediato, por medio de su Palabra (por ej. ordenando o queriendo que pasara), en algún momento del sexto día de la semana de la Creación.
Mientras que Adán fue hecho a la imagen de Dios, Cristo es 'la imagen del Dios invisible' (Colosenses 1:15).
La Biblia nos dice que Dios creó todas las cosas a través del último (postrer) Adán, Jesucristo (Juan 1:1-3; Colo­senses 1:15-20; Hebreos 1:2). Jesús preexistía con Dios el Padre y Dios el Espíritu Santo antes de que Adán viviera (Juan 8:58; Miqueas 5:2), sin embargo, en su humanidad, Él también tuvo un comienzo milagroso cuando fue encarnado como un ser humano - siendo concebido por el Espíritu Santo y nacido de la virgen María (Mateo 1:20-23; Lucas 1:26-35).
Perfecto, inocente, santo
Adán fue creado perfecto, en completa posesión de sus facultades humanas, y con una conciencia divina que le permitía tener una comunión espiritual con Dios.
Inicialmente inocente, sin pecado y santo tuvo al principio una relación correcta con Dios, con la mujer, consigo mismo y con el mundo natural a su alrededor.
El último Adán, Jesús, también fue un hombre perfecto, uno con Dios (Juan 10:30; 17:21-22), inocente, sin pe­cado y santo (Hebreos 7:26).
Mucha gente se refiere erróneamente a Jesucristo como el 'segundo Adán', un término que no se encuentra en la Biblia. Sin embargo, la Escritura se refiere a Cristo como el 'segundo hombre' (1 Corintios 15:47). Hubo muchos hom­bres después de Adán, pero sólo Jesucristo fue el segundo hombre completamente sin pecado.
A diferencia del primer Adán, el Señor Jesús era, además, divino, teniendo los atributos, posición, prerrogativas y nombres de la deidad. Siendo completamente Dios, Él es digno de adoración (ver Apocalipsis 5:11-14; Mateo 2:11; Hebreos 1:6).


La cabeza de la humanidad
Adán fue la cabeza de la raza humana. Jesucristo es la cabeza de la humanidad redimida, liberada (ver, por ejemplo, Efesios 5:23). Puesto que Cristo murió una vez para siempre (Hebreos 7:27; 9:28; 10:10-14), nunca habrá nece­sidad de tener otros 'Adán'. Por tanto, Él es el último Adán.
Ambos dadores de vida
El primer Adán dio vida a todos sus descendientes. El postrer Adán, Jesucristo, comunica 'vida' y 'luz' a todos los hombres, y da vida eterna a todos los que le reciben y creen en su nombre, dándoles 'potestad de ser hechos hijos de Dios' (Juan 1:1-14).
Dos gobernantes
A Adán, representando a la humanidad, se le dio el dominio del mundo creado (Génesis 1:26). Después de resu­citar de entre los muertos, Jesucristo fue elevado a la diestra de Dios y le fue dado el dominio sobre todas las cosas, las cuales fueron puestas 'bajo sus pies' (1 Corintios 15:27; Efesios 1:20-22). El primer Adán fue señor sobre un dominio limitado, el postrer Adán es Señor sobre todo (Hechos 10:36).
Un sueño profundo produce una hermosa novia
Génesis 2:21-23 nos dice que Dios hizo caer un sueño profundo sobre Adán, mientras Él creaba la novia de Adán, Eva, de un costado de este - ¡una herida en el costado de Adán produjo una novia! Note otra vez que la evolución teísta es excluida. El texto dice que Dios los hizo varón y hembra desde el principio (Génesis 1:27; 2:7; Mateo 9:14). Si Adán y Eva hubieran sido ‘sub-humanos’ antes de que Dios soplara vida en ellos, ya antes habrían sido varón y hembra, sin la necesidad de que Dios los hiciera así en esta etapa.
Cuando el postrer Adán, Jesús, murió en la cruz, su costado fue traspasado por una lanza (Juan 19:34), y sufrió el sueño de la muerte por todos nosotros. En su muerte Él pago el castigo por los pecados de la humanidad (1 Corintios 15:1-4). Aquellos que se arrepienten y ponen su fe en Él son unidos a Cristo en una relación que la Biblia compara a la de una novia y su esposo (2 Corintios 11:2; Efesios 5:27; Apocalipsis 19:6-8). Por tanto, una herida en el costado del último Adán también produjo una novia, la verdadera Iglesia - una novia gloriosa, 'sin mancha ni arruga... santa y sin mancha' (Efesios 5:27).
Una prueba importante
Al comienzo de su vida, Adán pasó por un período de prueba donde se vería si obedecería a Dios o no. 'Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás' (Génesis 2:16-17).
Al comienzo del ministerio del último Adán, Jesús fue llevado por el Espíritu Santo al desierto para ser tentado (probado — en griego peirazo) por el diablo (Mateo 4:1; Lucas 4:1).
Una gran derrota y una gran victoria
El primer Adán falló la prueba y al hacerlo involucró a toda la humanidad en su derrota, alejándola de Dios jun­to con él. Como resultado, en Adán todos somos condenados, en vacío espiritual, esclavos del pecado y expulsados del Paraíso (Romanos 5:12 ss).
El postrer Adán, Jesús, obtuvo la victoria sobre el pecado, la carne y el diablo. Como resultado, en Cristo, los creyentes son redimidos, prosperados espiritualmente, liberados del pecado e incluidos en el paraíso de Dios (Romanos 5:18ss; 1 Corintios 15:21ss; Apocalipsis 2:7).
Desobediencia frente a Obediencia
El primer Adán desobedeció a Dios. El postrer Adán fue “obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Flp. 2:8).

Juicio y muerte
El primer Adán experimentó el juicio de Dios — finalmente murió y su cuerpo se convirtió en polvo. A causa de su pecado la muerte entró a todos los hombres, 'por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios' (Ro­manos 3:23).
El postrer Adán, Jesucristo, también murió - en la cruz - para expiar el pecado (Isaías 53:5; 1 Pedro 3:18; Hebreos 2:9), pero no permaneció muerto ni su cuerpo 'vio corrupción' (Hechos 2:27; 13:35-37). Al tercer día se levantó de nuevo, triunfando sobre el diablo y sobre el poder de la muerte para todos los que creen en Él (Hebreos 2:14), y tra­yendo la resurrección de los muertos (1 Corintios15:22-23).

Maldición y restauración
Originalmente la creación era ‘buena en gran manera’ (Génesis 1:31), el ‘último enemigo’, la muerte (I Corintios 15:26) no había entrado en ella; ni siquiera estaba presente en el reino animal, estos al principio se alimentaban de plan­tas (Génesis 1:30). Las decisiones del primer Adán trajeron un reino de muerte y derramamiento de sangre sobre un mundo que originalmente era perfecto y que desde entonces gime de dolor (Romanos 8:22). Precisamente por la sangre derramada por el último Adán en su muerte, esta maldición de muerte y derramamiento de sangre será eliminada y toda la creación restaurada a un estado sin muerte ni pecado (Apocalipsis 21:1; 21:4; 22:3).

CONCLUSIÓN
Todos estamos conectados con el primer Adán (la cabeza natural y legal de la raza humana) como pecadores y culpables, y por lo tanto incluidos en la sentencia de muerte que Dios pronunció sobre él. Sin embargo, todos los que están conectados con el último Adán, Jesús, a través del arrepentimiento y la fe en su obra redentora, son perdonados, han recibido el (gratuito) 'don de la justicia' y 'han pasado de muerte a vida' (Col. 1:14; Rom. 5:17; 1 Juan 3:14).
Tomado de “CUADERNOS KOINONIA”, editado Església Paral-lel, Barcelona, España.

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