lunes, 8 de abril de 2019

LA CRUZ Y EL CRISTIANO

Cada uno de nosotros que hemos recibido al Señor Jesucristo como nuestro personal Salvador, sabemos que la cruz de Cristo quiere decir, pecado perdonado, eso es que, en la completa y acabada obra del Señor Jesucristo, hay perdón para todos nuestros pecados presentes, pasados y futuros. Pero la cruz quiere decir más que pecado perdonado, tam­bién quiere decir, pecado revelado, y pecado ven­cido. En cada uno de estos significados, debe el creyente recibirlos personalmente.
La cruz quiere decir, pecado revelado. Antes de morir a cada deseo malo, debe haber luz revelada sobre él, para hacernos conocedores de su existen­cia. Cuando traemos nuestros pecados a la luz de la cruz, entonces conocemos lo que realmente quiere decir pecado. Cuando levantamos nuestros ojos pa­ra contemplar a nuestro Señor en la cruz, y vemos sus manos y sus pies traspasados por los clavos, su pecho herido, su cabeza coronada con aquella corona de espinas; cuando comprendemos que nuestro orgullo, nuestra sensualidad, nuestra concupiscencia, nuestra avaricia, nuestra incredulidad, nuestros corazones llenos de todo intento malo y sucio, fue la causa de Su muerte, entonces a la luz de nuestra tremenda maldad,  se nos es revelado el pecado.
La cruz quiere decir, pecado conquistado. “¿Per­severaremos en pecado para que la gracia crezca?) En ninguna manera” Ro. 6.1.2. Nuestro Señor Jesucristo, por su muerte y §u resurrección, y por la morada de su Espíritu en nosotros, nos ha dado poder sobre el pecado diario de nuestras vidas. “Es demasiado duro” dice Ud., ”No puedo ganar tal victoria.” No hay necesidad que la gane. Esa victoria está ganada ya por el Señor Jesucristo y es nuestra en El. Hemos sido bautizados en su muerte, sepultados y resucitados con El, por la glo­ria del Padre, así pues, hemos sido levantados para una nueva vida. “Porque si fuimos plantados junta­mente en él a la semejanza de su muerte, así tam­bién lo seremos a la de su resurrección. Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre juntamente fue cru­cificado con él, para que el cuerpo del pecado sea deshecho, a fin de que no sirvamos más al pecado” Ro. 6.57.
Cuando las tentaciones vienen, clamemos por victoria por nuestro Señor y su obra acabada a favor nuestro. Veamos a Él como nuestra serpiente de metal, y el veneno de nuestro pecado será sanado y su poder frustrado.
Pecado perdonado, pecado revelado, pecado vencido. Dios nos ha llamado para ser santos. Séamoslo. Él es la victoria. A Él sea gloria.
Contendor por la fe, 1940, N.º 8 y10
Tr, por M. K.

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