domingo, 7 de julio de 2019

¿ESTÁN LOS CRISTIANOS BAJO UN PACTO?


Pregunta: Usted pide una explicación en cuanto al Pacto o Testamento (en griego; διαθήκη, diadséke) de Gálatas 3:17 y Hebreos capítulos 8 y 9; y si ¿estamos nosotros bajo el nuevo pacto, o bajo algún pacto en absoluto?
Respuesta: En Gálatas 3: 15 al 29, nosotros tenemos la exposición de la relación entre la ley y la promesa, en cuanto a cómo está situada la una con respecto a la otra. La promesa incondicional fue hecha a Abraham 430 años antes de la ley, y la ley que entró después con sus condiciones, no podía desechar las promesas incondicionales. Además, en la ley había dos partes participantes y un mediador; en la promesa no había más que Uno solo — Dios, actuando por Sí mismo, y no requiriendo ningunos términos condicionales. Lo uno era un contrato, el otro era gracia. Leamos Gálatas 3:16 de este modo: "Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas (Génesis 12), y a su simiente"; es decir, a Cristo resucitado, como Isaac, en figura, resucitado de los muertos (Génesis 22); donde Dios ratificó el pacto dado previamente (Génesis 12 y Génesis 15), mediante este juramento, al cual no se añadieron ningunas condiciones en absoluto. Gálatas 3:17, "Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga," etc. La ley fue añadida, "a causa de las transgresiones" (Gálatas 3:19), pero no abrogó el propósito previo de Dios, mientras pone al hombre a prueba.
Hay, en realidad, solamente dos pactos en la Escritura — el antiguo pacto y el nuevo. Aun así, la palabra "pacto" es usada en varios lugares en relación con el Señor, cuando no se trata más que de la enunciación de ciertas relaciones en las cuales Él se ha complacido en entrar con el hombre o la criatura (Génesis 9; 8 al 17, etc.), para que el hombre se acercase a Él, pero sin condiciones. El contexto debe decidir el sentido.
En Hebreos capítulos 8 y 9, Él muestra que el antiguo pacto es dejado de lado, y la introducción de un segundo, aún por ser hecho con Judá e Israel. Mientras tanto, un Mediador es introducido antes del tiempo cuando Israel y Judá estén nuevamente en la tierra que les corresponde. Este Mediador ha derramado la sangre necesaria para el establecimiento de este pacto, pero no lo ha establecido aún — no estando aún, la parte interesada, bajo este trato de Dios; es decir. Israel y Judá. Si se lee Jeremías 31: 31 al 40, donde el nuevo pacto es enunciado, se verá que no se nombra mediador alguno. Cristo, habiendo sido rechazado cuando vino a cumplir las promesas hechas a los padres, derrama Su sangre y asciende a lo alto, y todos los tratos directos con Israel son suspendidos, aunque todo lo necesario para el establecimiento definitivo del nuevo pacto ha sido consumado. En Mateo 26:28, Él dice, "Esto es mi sangre del nuevo pacto": no dice, «Esto es el nuevo pacto», sino "la sangre" de él. El pacto mismo no ha sido establecido aún.
Por eso es que en Hebreos, si bien el escritor muestra que el antiguo pacto ha pasado, y muestra la introducción del nuevo, él nunca muestra su aplicación como una cosa actual. Las únicas dos bendiciones del nuevo pacto que nosotros obtenemos como cristianos son: el perdón de pecados, y la enseñanza directa de Dios. Los cristianos no están bajo un pacto en manera alguna. Ellos tienen que ver con el Mediador del pacto mientras está oculto en los cielos, antes que Él renueve Su relación con Judá e Israel, que son los únicos a los cuales el pacto pertenece. Véase Jeremías 31:31: "He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá."; y Hebreos 8: 8 al 12: "Porque reprendiéndolos dice: He aquí vienen días, dice el Señor, en que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto; no como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos no permanecieron en mi pacto, y yo me desentendí de ellos, dice el Señor. Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré; y seré a ellos por Dios, y ellos me serán a mí por pueblo; y ninguno enseñará a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor; porque todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor de ellos. Porque seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades."
Por eso es que también, en Hebreos 9:15, Él dice: "por eso [Él] es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna"; no dice, «reciban el establecimiento del nuevo pacto», sino "reciban la promesa de la herencia eterna" como teniendo que ver con el Mediador mismo cuya sangre había sido derramada.
Es sorprendente la manera en que el escritor evita la aplicación del nuevo pacto a los cristianos, a la vez que habla de dicho pacto con referencia a Judá e Israel, y, al mismo tiempo, adecua a este último (a Israel), las dos bendiciones que emanan del pacto para ellos.
Hebreos 9:16 y 17 son un paréntesis. Estos versículos muestran que, aun en las cosas humanas, un testamento no tiene validez alguna mientras el testador vive. Sobreviene la muerte, y entonces es válido. Se trata de la misma palabra en el idioma griego (testamento o pacto), pero usada claramente en este sentido.
F. G. Patterson
Traducido del inglés por: B.R.C.O. – Febrero 2015.

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