domingo, 7 de julio de 2019

LA PRIMERA EPÍSTOLA A TIMOTEO (7)


El Orden de la Casa de Dios
(1 Timoteo 2 y 1 Timoteo 3)
 (e) El misterio de la piedad (versículos 14-16)

(Vv. 14, 15). "Estas cosas te escribo, esperando ir en breve a verte, por si tardare más largo tiempo, para que sepas cómo debes portarte en la casa de Dios (la cual es la iglesia del Dios vivo) columna y apoyo de la verdad." (VM).

El apóstol cierra esta porción de su Epístola declarando decididamente que su razón para escribir "estas cosas" es que Timoteo pudiera saber cómo uno debe portarse en la casa de Dios.
Se nos dice que la casa de Dios es "la iglesia del Dios viviente" (RVR60). Ya no es más un edificio de piedras materiales, como en el Antiguo Testamento, sino una compañía de piedras vivas - de creyentes. Está formada por todos los creyentes viviendo en la tierra en cualquier momento dado. Ninguna asamblea local es llamada jamás la casa de Dios.
Asimismo, es la iglesia (asamblea) del Dios viviente. El Dios que mora en medio de Su pueblo no es como los ídolos muertos que los hombres adoran, que no pueden ver ni oír. Que nuestro Dios es un Dios viviente es una verdad de importancia bendita pero solemne, pero es una verdad que nosotros podemos olvidar fácilmente. Más adelante el apóstol nos puede decir que nosotros podemos trabajar y sufrir oprobios, "porque esperamos en el Dios viviente" (1 Timoteo 4:10). El Dios viviente es un Dios que se deleita en sustentar y bendecir a Su pueblo; sin embargo, si la santidad que conviene a Su casa no es mantenida, Dios puede poner de manifiesto que Él es el Dios viviente en solemnes tratos gubernamentales tales como con Ananías y Safira, quienes experimentaron la verdad de las palabras, "¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!" (Hebreos 10:31).
Además, aprendemos que la casa de Dios es "columna y sostén de la verdad" (LBLA). La "columna" nos habla de ser testigo; el "sostén" es aquello que mantiene firme. No se dice que la casa de Dios es la verdad, sino que es la "columna" o testigo de la verdad. Cristo en la tierra era "la verdad" (Juan 14:6), y leemos nuevamente, "tu palabra es verdad" (Juan 17:17). Por mucho que la iglesia haya fracasado en sus responsabilidades permanece el hecho de que, establecida por Dios en la tierra, ella es testigo y sostén de la verdad. Dios no tiene a ningún otro testigo en la tierra. En un día de ruina pueden ser unos pocos débiles quienes mantienen la verdad, mientras la gran masa profesante, dejando de ser un testigo, será vomitada de la boca de Cristo.
Es importante recordar que no se dice que la iglesia (o asamblea) enseña la verdad, sino que testifica la verdad que ya se halla en la Palabra de Dios. La iglesia tampoco puede alegar autoridad para decidir lo que es verdad. La Palabra es la verdad y contiene su propia autoridad.

 (V. 16). En vista de que la iglesia es la casa de Dios - el Dios viviente - y testigo y sostén (o baluarte) de la verdad, cuán importante es que sepamos cómo conducirnos en la casa de Dios. Teniendo en mente la conducta piadosa el apóstol habla del "misterio de la piedad", o del secreto de la conducta correcta. Uno ha escrito de este pasaje, 'Esto es citado e interpretado a menudo como si hablase del misterio de la Deidad, o del misterio de la Persona de Cristo. Pero se trata del misterio de la piedad, o del secreto mediante el cual toda piedad verdadera es producida - el manantial divino de todo lo que puede ser llamado piedad en el hombre.' (J. N. Darby). Este misterio de la piedad es lo que la piedad conoce, pero no es manifestado aún al mundo. El secreto de la piedad reside en el conocimiento de Dios manifestado en y por medio de la Persona de Cristo. Así, en este hermoso pasaje, tenemos a Cristo presentado dando a conocer a Dios a los hombres y a los ángeles. En Cristo, Dios fue manifestado en carne. La santidad absoluta de Cristo fue vista en que Él fue justificado en el Espíritu. Nosotros somos justificados en la muerte de Cristo: Él fue sellado y ungido completamente aparte de la muerte - la prueba de su Santidad intrínseca. Luego, en Cristo, como Hombre, Dios fue "visto por ángeles" (VM). En Cristo, Él fue dado a conocer al mundo, y fue creído en el mundo. Finalmente, el corazón de Dios se da a conocer por la presente posición de Cristo en la gloria.
Se habla de todo esto como del "misterio de la piedad", porque estas cosas no son conocidas por el incrédulo. Una persona tal, en efecto, puede apreciar la conducta externa que mana de la piedad; pero el incrédulo no puede conocer el manantial secreto de la piedad. Ese secreto es conocido sólo por los piadosos; y el secreto yace en el conocimiento de Dios; y el conocimiento de Dios les ha sido revelado en Cristo.

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