domingo, 7 de julio de 2019

LAS CANCIONES DEL SIERVO (7)


LA CUARTA CANCIÓN:  
EL SACRIFICIO Y LA EXALTACIÓN DEL SIERVO.   
Isaías 52: 13 - 53:12.


Estrofa 3 (53:4-6): Los sufrimientos vicarios del Siervo.
Como indicamos arriba, continúa la confesión del Resto fiel penitente, adentrándose ya en el signifi­cado espiritual de los padecimientos del Siervo. El tema principal es la sustitución, que se lleva a cabo por la íntima identificación del que sufre con los suyos. La palabra «nasa» (llevar) se usa en relación con los sacrifi­cios de expiación (véanse el versículo 11 y Levítico 5:1, 17; 16:22; 20:19, 20 y Juan 1:29). Tanto los sufri­mientos espirituales como los físicos, consecuencia de su total identificación con la raza como víctima expia­toria, se expresan en estos versículos, como podemos comprobar por las citas de Mateo 8:17 y 1 Pedro 2:25. Las palabras tan gráficas que se emplean -cuya exposición tan detallada rebasa los límites de esta exposición- son muy elocuentes: los judíos consideraban que merecía el castigo (azotamiento) recibido porque era un «le­proso» (herido, magullado) que había cometido un crimen nefando, como muchos escritos judaicos afirmaban en la Edad Media.
Hay todo un doble sentido en las palabras del versículo 5: Él fue traspasado (u «horadado», nótese la precisión profética en este detalle) porque nosotros traspasamos la raya (transgresión); cayó sobre Él, le que­brantó o aplastó el peso de nuestras caídas fuera del camino de la voluntad divina, y fue llagado para curar las heridas que el pecado causó en nosotros. También la idea de reconciliación que asoma aquí conlleva la del alejamiento del Él -momentáneamente en la Cruz- para acercarnos a nosotros a Dios, concepto que Pablo desarrolla en Efesios 2:11 y siguientes, y compárese con 1 Pedro 3:18.
La universalidad del alcance del pecado, como la universalidad potencial del Sacrificio se expresan claramente en el versículo 6: la palabra «todos» es enfática en el original y encuentra su paralelo en el concep­to de «cada uno... se apartó por su propio camino», que enfatiza la responsabilidad individual.
La tremenda confesión, que va aumentando en intensidad con cada frase, alcanza su punto álgido en la última frase, que resume toda la estrofa: «Jehová cargó sobre Él la iniquidad (el vivir sin ley, en rebeldía cons­tante) de todos nosotros». Nótese que se usa el singular con el artículo definido «la iniquidad», para indicar la raíz del mal. Cristo no sólo llevó nuestros pecados (los frutos) sino el pecado, la raíz, la naturaleza pecamino­sa, producto de la Caída, sobre Sí mismo en la Cruz.

Estrofa 4 (53:7-9): La historia profética de la Pasión.
Otra vez encontramos la primera de dos estrofas complementarias; ésta describe los acontecimientos desde fuera, mientras la siguiente consigna su hondo significado. En unas frases lapidarias el profeta hace pasar ante nosotros las escenas de la Pasión y Muerte del Siervo. Vemos su comportamiento ejemplar en el versículo 7, como Cordero manso, hecho que llamó la atención al eunuco etíope (Hechos 8:32) y que el após­tol exhorta a seguir (1 Pedro 2:22 y siguientes); asimismo la terrible injusticia que se le hizo al ser «cortado» (por una muerte violenta y prematura) de la tierra, como un renuevo antes de tiempo, en el versículo 8. La frase «hecho maldición por ellos» (V. Moderna) recuerda Gálatas 3:13; es muy probable que Pablo discernió esta verdad más claramente por medio de este versículo.
En el versículo 9 hay un vaticinio asombroso de su colocación en el sepulcro de un «hombre rico» (nótese la traducción más exacta de la V. Moderna), a pesar de haber sido destinado a la fosa común de los criminales. En toda la estrofa es digno de notar el cuidado exquisito con que el profeta, bajo inspiración divi­na, puntualiza que pese a todo lo que hicieron y sentenciaron los hombres, Él se entregó a sí mismo, nadie le obligó («fue oprimido, pero Él mismo se humilló o se sometió»), sufriendo sin causa como Víctima perfecta.
Nunca se pudo atribuir tal actitud a Israel, la nación - siervo, como algunos pretenden; siempre se ha defendido con violencia y con protestas vivas contra la opresión a la que se le ha sometido periódicamente, cuando ha podido. Postular que se trate de la nación aquí es absurdo. Además, los detalles del proceso judicial y del enterramiento son tan precisos que es imposible interpretarlos de la nación judía sin alegorizarlos de un modo ridículo. En realidad, sólo pueden atribuirse a una Persona, pese a los esfuerzos judíos por negarlo.

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