LA CUARTA CANCIÓN:
EL SACRIFICIO Y LA
EXALTACIÓN DEL SIERVO.
Isaías 52: 13 - 53:12.
Estrofa 3 (53:4-6): Los sufrimientos vicarios
del Siervo.
Como indicamos arriba, continúa la confesión del Resto
fiel penitente, adentrándose ya en el significado espiritual de los
padecimientos del Siervo. El tema principal es la sustitución, que se
lleva a cabo por la íntima identificación del que sufre con los suyos. La
palabra «nasa» (llevar) se usa en relación con los sacrificios de expiación
(véanse el versículo 11 y Levítico 5:1, 17; 16:22; 20:19, 20 y Juan 1:29).
Tanto los sufrimientos espirituales como los físicos, consecuencia de su total
identificación con la raza como víctima expiatoria, se expresan en estos
versículos, como podemos comprobar por las citas de Mateo 8:17 y 1 Pedro 2:25.
Las palabras tan gráficas que se emplean -cuya exposición tan detallada rebasa
los límites de esta exposición- son muy elocuentes: los judíos consideraban que
merecía el castigo (azotamiento) recibido porque era un «leproso» (herido,
magullado) que había cometido un crimen nefando, como muchos escritos judaicos
afirmaban en la Edad Media.
Hay todo un doble sentido en las palabras del versículo
5: Él fue traspasado (u
«horadado», nótese la precisión profética en este detalle) porque nosotros traspasamos
la
raya (transgresión); cayó sobre Él,
le quebrantó o aplastó el peso de nuestras caídas
fuera
del camino de la voluntad divina, y fue llagado
para
curar las heridas que el
pecado causó en nosotros. También la idea de reconciliación que asoma aquí
conlleva la del alejamiento del Él -momentáneamente en la Cruz- para acercarnos
a nosotros a Dios, concepto que Pablo desarrolla en Efesios 2:11 y siguientes,
y compárese con 1 Pedro 3:18.
La universalidad del alcance del pecado, como la
universalidad potencial del Sacrificio se expresan claramente en el versículo
6: la palabra «todos» es enfática en el original y encuentra su paralelo en el
concepto de «cada uno... se apartó por su propio camino», que enfatiza la
responsabilidad individual.
La tremenda confesión, que va aumentando en intensidad
con cada frase, alcanza su punto álgido en la última frase, que resume toda la
estrofa: «Jehová cargó sobre Él la iniquidad (el vivir sin ley, en rebeldía constante) de todos
nosotros». Nótese que se usa el singular con el artículo definido «la
iniquidad», para indicar la raíz del mal. Cristo no sólo llevó nuestros pecados
(los
frutos) sino el pecado, la
raíz, la naturaleza pecaminosa, producto de la Caída, sobre Sí mismo en la
Cruz.
Estrofa 4 (53:7-9):
La historia profética de la Pasión.
Otra vez encontramos la primera de dos estrofas
complementarias; ésta describe los acontecimientos desde fuera, mientras la
siguiente consigna su hondo significado. En unas frases lapidarias el profeta
hace pasar ante nosotros las escenas de la Pasión y Muerte del Siervo. Vemos su
comportamiento ejemplar en el versículo 7, como Cordero manso, hecho que llamó
la atención al eunuco etíope (Hechos 8:32) y que el apóstol exhorta a seguir
(1 Pedro 2:22 y siguientes); asimismo la terrible injusticia que se le hizo al
ser «cortado» (por una muerte violenta y prematura) de la tierra, como un
renuevo antes de tiempo, en el versículo 8. La frase «hecho maldición por
ellos» (V. Moderna) recuerda Gálatas 3:13; es muy probable que Pablo discernió
esta verdad más claramente por medio de este versículo.
En el versículo 9 hay un vaticinio asombroso de su
colocación en el sepulcro de un «hombre rico» (nótese la traducción más exacta
de la V. Moderna), a pesar de haber sido destinado a la fosa común de los
criminales. En toda la estrofa es digno de notar el cuidado exquisito con que el
profeta, bajo inspiración divina, puntualiza que pese a todo lo que hicieron
y sentenciaron los hombres, Él se entregó a sí mismo, nadie le obligó («fue
oprimido, pero Él mismo se humilló o se sometió»), sufriendo sin causa como
Víctima perfecta.
Nunca se pudo atribuir tal actitud a Israel, la nación -
siervo, como algunos pretenden; siempre se ha defendido con violencia y con
protestas vivas contra la opresión a la que se le ha sometido periódicamente,
cuando ha podido. Postular que se trate
de la nación aquí es absurdo. Además, los detalles del proceso judicial y del
enterramiento son tan precisos que es imposible interpretarlos de la nación
judía sin alegorizarlos de un modo ridículo. En realidad, sólo pueden
atribuirse a una Persona, pese a los esfuerzos judíos por negarlo.
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