viernes, 2 de agosto de 2019

LA PRIMERA EPÍSTOLA A TIMOTEO (8)


4. Advertencias contra la Carne Religiosa y Enseñanza en la Piedad (1 Timoteo 4)

         Habiéndonos enseñado el orden de la casa de Dios y el secreto de toda conducta correcta por parte de los que forman la casa, el apóstol, en el resto de la Epístola, nos advierte contra ciertas actividades carnales que destruyen una conducta correcta, y nos instruye en cuanto a la piedad verdadera que es lo único que guardará a los fieles de esos diferentes males.
En 1 Timoteo 4 el apóstol advierte más especialmente contra la apostasía, y la carne religiosa manifestándose en el falso principio del ascetismo[1]. En 1 Timoteo 5 se nos advierte contra la carne mundana, que se muestra a sí misma en voluntariedad y auto gratificación. En 1 Timoteo 6 se nos advierte contra la carne codiciosa con su amor al dinero.
La salvaguardia contra esos males se encuentra en la "piedad". La verdad de la piedad tiene un lugar muy prominente en esta Primera Epístola a Timoteo. La palabra es usada quince veces en el Nuevo Testamento (versión RVR60), encontrándose nueve de estas ocasiones en esta Epístola (1 Tim. 2: 2, 10; 1 Tim 3:16; 1 Tim. 4: 7, 8; 1 Tim. 6: 3, 5, 6, 11 - versión RVR60). La piedad es la confianza en el Dios conocido y viviente que conduce al creyente a andar en el santo temor de Dios en medio de todas las circunstancias de la vida. La piedad reconoce y honra a Dios y es, por lo tanto, exactamente lo opuesto a la santurronería que busca exaltar el yo.
En el capítulo 4 el apóstol nos advierte, en primer lugar, contra la apostasía de algunos que se vuelven del cristianismo a una religión de la carne (versículos 1-5); luego él nos presenta la vida de piedad como aquella que guardará al alma de los males de la carne (versículos 6-10); finalmente, el apóstol entrega exhortaciones personales a Timoteo, que contienen enseñanza y guía para todos los siervos del Señor (versículos 11-16).

(a) Advertencias contra la carne religiosa o el ascetismo (versículos 1-5)

El apóstol ha finalizado la porción anterior de la Epístola con una hermosa exposición de "la fe" manifestando la gran verdad del cristianismo como la manifestación de Dios en Cristo. Ahora el Espíritu advierte que, en los últimos tiempos de la profesión cristiana, algunos se apartarán, o apostatarán, de la fe. Posteriormente, el apóstol nos advierte que algunos, mediante sus prácticas, negarán la fe (1 Timoteo 5:8 o, renegarán de la fe, como reza el mismo versículo en la VM); algunos, por codicia, se extraviarán de la fe (1 Timoteo 6:10); y algunos, por especulación, se desviarán de la fe (1 Timoteo 6: 21 o, errarán acerca de la fe como reza el mismo versículo en la Versión Moderna)

(Vv. 1, 2). Él habla aquí de apostatar de la fe. Claramente, el apóstol no está hablando de la gran apostasía predicha en la Segunda Epístola a los Tesalonicenses, que se refiere a la apostasía de la Cristiandad como un todo después del arrebatamiento de la iglesia. En este pasaje el apóstol dice "algunos apostatarán", refiriéndose, evidentemente, a la apostasía de individuos que tiene lugar en los postreros días antes de la venida del Señor.
Mientras la asamblea de Dios está aún en la tierra, se levantarán aquellos que una vez hicieron profesión del cristianismo pero que renuncian a las verdades fundamentales de la fe cristiana con respecto a la Persona de Cristo.

(V. 3). Detrás de esta apostasía está la influencia directa de espíritus engañadores que conducen a doctrinas de demonios en oposición a la verdad. El apóstata no es simplemente uno que descuida la verdad, ni que rechaza la verdad. El apóstata es uno que, habiendo hecho profesión de la fe, renuncia deliberadamente a la verdad y adopta algún otro credo religioso como siendo superior al cristianismo. Los demonios hablan mentira, aunque profesan mantener la verdad. Nosotros sabemos que el diablo es "mentiroso" (Juan 8:44) y que sedujo a nuestros primeros padres diciendo mentiras en hipocresía. El hecho de que la verdad no tiene poder sobre sus almas y que presten oídos a doctrinas de demonios demuestra claramente que sus conciencias están tan cauterizadas que ellos ya no son capaces de distinguir entre el bien y el mal. La apostasía, entonces, comprende no solamente el hecho de renunciar o abandonar la verdad sino también la adopción del error - la doctrina de demonios.
En lugar de la verdad el apóstata finge una religión de la carne que profesa ser de la más elevada santidad. Ellos presumen de una pureza extraordinaria mediante la prohibición de casarse, y de una gran negación de sí mismos mediante la abstinencia de alimentos. En realidad, habiéndose apartado de la fe, ellos niegan a Dios como nuestro Salvador y, al rechazar casarse y al abstenerse de alimentos, niegan a Dios como el Creador. Esto significa la pérdida de toda piedad verdadera la cual teme a Dios y, como resultado, abre la puerta al libertinaje y al desenfreno. Estos espíritus engañadores, complaciendo al orgullo de la carne, ofrecen a los hombres la promesa de la mayor santidad para conducirles a la corrupción más profunda.

(V. 4). La verdadera piedad se beneficia de toda misericordia que Dios pone a nuestro alcance. Las misericordias del matrimonio o de los alimentos, las cuales son rechazadas por aquellos que apostatan de la fe, han de ser recibidas con agradecimiento por los creyentes y los que conocen la verdad.

(V. 5). La Palabra de Dios no aprueba el mundo y sus costumbres para el creyente; pero estas misericordias naturales, las cuales están disponibles para todo el mundo, son puestas aparte para que seamos confortados mientras pasamos por el mundo. Sin embargo, su uso es guardado para el creyente por la Palabra de Dios y la oración. La Palabra de Dios regula su uso, y mediante la oración el creyente las toma en dependencia de Dios.


[1] [N. del T.: El ascetismo considera que el hombre está escindido en dos partes distintas, opuestas, y que mantienen una relación hostil: el cuerpo y el alma. Considera el alma como lo más propio del hombre, dado su origen y destino sobrenatural. El cuerpo, sus pasiones, necesidades y deseos, perturba y ensucia el alma, por lo que el alma precisa de una purificación. Generalmente el ascetismo propone una vida de rigor moral que busca controlar dichos deseos y pasiones (renuncia a la práctica sexual, moderación en la comida, dietas y prohibiciones varias en la alimentación, renuncia a la ostentación de la belleza corporal...). La vida en el mundo del espíritu se puede completar también con la práctica religiosa y el desarrollo del conocimiento. Este último punto lo encontramos por ejemplo en Platón, para el cual la práctica de la filosofía es una forma de ascesis, de separación del alma del cuerpo - Fuente: Historia de la Filosofía. Volumen 1: Filosofía Griega. Javier Echegoyen Olleta. Editorial Edinumen.]

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