viernes, 2 de agosto de 2019

LAS CANCIONES DEL SIERVO (8)


LA CUARTA CANCIÓN:
EL SACRIFICIO Y LA EXALTACIÓN DEL SIERVO.
Isaías 52: 13 - 53:12.

Estrofa 5 (53:10-12): El triunfo del Siervo por medio de la muerte.
En esta última sección de la canción se vuelve a la nota del principio porque Jehová habla de «mi Siervo» (vers. 11), dando una explicación del enigma que arrojan los sucesos de la estrofa anterior. Indica que fue por la expresa voluntad de Dios trino que el Siervo padeció. Fue «entregado por determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios», dijo Pedro en Pentecostés, y éste es el énfasis aquí. La ofrenda de expiación se refiere concretamente a la de la culpa de Levítico 5:15; comporta el concepto de la plena satisfacción por cualquier ofensa demandada por un Dios justo. De nuevo se distingue entre «el pecado» (culpa) de la raza en bloque (versículos 10 y 12) y las «inquietudes» de los muchos que son beneficiarios de su Obra. También notamos la justificación por medio de conocerle a Él (se sobreentiende como Señor, Salvador y Sustituto), enfatizando además otra vez que Él fue justo (versículo 11, compárese con 1 Pedro 3:18).
Pero el énfasis principal de la estrofa es el pleno triunfo del Siervo a través de su muerte, concepto extraño si se aplicase a cualquier otra persona. Sólo Él ha dado su vida por sus enemigos y ganado el máximo laurel en la cruel lid de la Cruz. Por esto Jehová habla de su Resurrección y la vida eterna («prolongará sus días»), de la creación de todo un linaje de hijos (la «cosecha de la Cruz» como alguien los ha llamado), y el cumplimiento pleno de todos los propósitos divinos en sus manos. Y al contemplar las consecuencias tan ex­tensas de su sufrimiento, lo dará todo por bien empleado: «será saciado» (o satisfecho).
El expositor Buksbazen cree que la idea de «llevar las iniquidades de ellos» del versículo 11, colocada después de la referencia a la Resurrección, y teniendo en cuenta su intercesión por los pecados del versículo 12, se refiere primordialmente a la Obra mediadora desde la diestra de Dios, es decir, su obra Sumo sacerdotal. Esta interpretación es posible, pero es más probable que se trate de su Obra expiatoria, ya que las tres palabras principales empleadas (llevas, pecados, iniquidades) aparecen textualmente en Levítico 16:22. Pero en reali­dad, aunque no se refiera en primer término a la obra sumo sacerdotal de Cristo, la abarca indirectamente pues­to que es sobre la base de la expiación que Él puede realizar todo lo que hace ahora a favor de su pueblo, co­mo nos enseña claramente el escritor de Hebreos.
Al hablar de su victoria bajo la figura del reparto de un botín (vers. 12) surge la pregunta inevitable: ¿quiénes son los «muchos» y «numerosos» (nótese la traducción más exacta y el paralelismo acumulativo) con los que Él reparte los despojos, y a qué se refiere la porción mencionada? ¿Es que hay otros que han to­mado parte en la batalla y merecen una parte del botín? La contestación se halla en pasajes como el Salmo 68:18 y comentado por Pablo en Efesios 4:8-10. Hay un solo Vencedor, Cristo, pero a raíz de su triunfo habiendo hecho muchos cautivos, da dones a los que pasan a servir en sus filas. Porque Él derramó su todo hasta la muerte -su vida de infinito valor en la Cruz-, puede ahora derramar sobre cuantos se rinden ante Él los resultados abundantes de vida que surgen de su victoria; acontecimiento que tuvo lugar en Pentecostés, en el descenso del Espíritu Santo.
La canción termina sobre esta nota de victoria total, enfatizando que sobre todo el poder del infierno que había arrastrado a los hombres a la rebeldía, la transgresión y la ofensa, triunfa la entrega absoluta y Resurrección del Justo, junto con la Venida del cielo del Espíritu Santo (sobreentendida) que dotó a la raza de todos los recursos poderosos de la humanidad glorificada del Hijo. La nota final, asimismo, es sencillamente conmovedora, al recordar la falta total de egoísmo que manifestó el Siervo cuando en medio de dolores espan­tosos piensa en sus verdugos e intercede por su perdón. Y este rasgo anticipatorio de su presente Obra sumo sacerdotal a la diestra de Aquel que «vive para siempre para interceder por ellos» (Hebreos 7:25), redondea hermosamente todo el retrato del gran protagonista que hemos ido contemplando en las cuatro canciones.
Ponemos fin al comentario sobre esta maravillosa porción de las Escrituras con una cita elocuente del gran expositor Delitzch, que resume en unas frases incisivas las paradojas gloriosas de la canción: «el Siervo de Jehová pasa por el oprobio y la vergüenza para llegar a la gloria, y por la muerte a fin de vivir para siem­pre. Triunfa por medio de la entrega de sí mismo; gobierna después de servir como esclavo; vive después de muerto; cumple su Obra luego de haber sido anulado aparentemente. Su gloria resplandece sobre las sombras de la humillación más profunda». Que el Señor nos ayude a nosotros, no sólo a contemplarle extasiados sino a seguirle fielmente, mostrando los mismos rasgos del servicio a Dios que vemos en el Cristo de Dios. Para eso mismo nos ha llamado a nosotros.

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