viernes, 2 de agosto de 2019

EL CRISTIANO VERDADERO (19)

TU ADORACION EN EL HOGAR Y EN LA IGLESIA (CONTINUACIÓN)








Tal vez resulte superfluo decir que no basta con que te hagas miembro de una iglesia. Debes asistir con regularidad. No te acostumbres a ir a la iglesia en forma esporádica. Asiste con regularidad al culto en la casa de Dios. Procura estar allí por lo menos el domingo a la mañana y a la noche, y en la reunión de mediados de semana. Asiste a las demás reuniones como el tiempo y las circunstancias lo permitan. Es importante que concurras a la Escuela Dominical con regularidad. Si realmente no puedes asistir a más reunio­nes, concurre a la Escuela Dominical y a otro culto el día domingo, y luego a la reunión de oración durante la semana. Pero esto ya debe ser un mínimo irreductible. Partiendo de él, puedes aumentar tu asistencia a las otras actividades que tenga la iglesia.
Si comienzas a descuidar la asistencia a la iglesia, es pro­bable que bien pronto andes no muy bien en tu vida cris­tiana. Si en forma habitual dejas de concurrir a la casa de Dios, puedes llegar a ser un retrógrado. Dios, conociendo la necesidad de la comunión cristiana, nos ha exhortado que no dejemos “nuestra congregación” (Heb. 10: 25). Tú necesitas la inspiración que produce el reunirte en adoración con otros cristianos. Precisas de la fortaleza que viene de la Palabra de Dios cuando es anunciada desde el pulpito. Necesitas la inspiración que viene de la comunión con otros cristianos en la iglesia, así que tu asistencia debe ser regular.
Si como cristiano no concurres con regularidad, estás dando un mal testimonio frente a tus amigos y vecinos inconversos. ¿Cómo puedes pretender que ellos vayan a la iglesia a escuchar la predicación del evangelio, si tú, que eres creyente, no te preocupas de concurrir?
No sólo debes ser miembro de una iglesia, y asistir a ella, sino debes también participar en sus actividades y asumir la parte que te toca de sus responsabilidades. Si estás en condiciones de ocupar algún cargo en la iglesia, y se te pide que lo hagas, debes acceder de todo corazón, haciéndolo para el Señor. Si se te pide que te encargues de una clase en la Escuela Dominical, hazlo enseñando con diligencia y a toda conciencia. Si se te pide que dirijas algún grupo dentro de la iglesia, hazlo de la mejor manera que puedas, con la ayuda del Espíritu Santo de Dios, dependiendo de él en oración. Si se te elige para integrar alguna comisión, aun cuando sea para tratar aspectos materiales del programa de la iglesia, acepta tu responsabilidad honestamente, y procura cumplir con tu deber. Haz cualquier cosa que se te pida en la iglesia. Únicamente debes negarte, cuando en conciencia creas que no puedes ocupar el cargo para el cual se te propone. Y aún en este caso, debes orar sobre la cuestión antes de negarte a aceptar la responsabilidad.
Desde luego que hay obligaciones financieras que obligadamente acompañan el ser miembro de una iglesia, y debes también hacerte cargo de tu parte de ellas. Hay gastos relacionados con el funcionamiento de una iglesia, y sólo es posible hacer frente a ellos a la medida en que contribuyan los miembros. Debes pues dar a tu iglesia. Dar generosa y alegremente, como al Señor. Diremos más acerca de este asunto en el capítulo siguiente.
Mientras el creyente está en la tierra, la iglesia es un ho­gar espiritual. Es en ella que recibe sostén espiritual, con­suelo, y la preparación para estar en el cielo en donde se ha de reunir algún día toda la familia de Dios. Es en la iglesia que ha de cultivar la comunión con otros santos de Dios. Es allí donde hace conocer a otros miembros de la familia de Dios lo que pesa sobre su corazón y ellos llevarán en su compañía estas cargas a Dios. Es a la iglesia que ha de volverse en busca de ayuda espiritual y tal vez ayuda material, en tiempos de necesidad. En ella ha de recibir instrucción en la Palabra de Dios, y edificación en la santa fe. Es en la iglesia que ha de adorar a Dios los Días del Señor, “para contemplar la hermosura de Jehová y para inquirir en su templo”.
Todo creyente individual necesita de la comunión de otros cristianos. La expresión exterior de esta comunión se mani­fiesta en el hecho de hacerse miembro de algún cuerpo organizado de creyentes. Si te mantienes aislado de todas las iglesias organizadas, y esperas tener de esta manera una comunión más amplia con todos los creyentes de todas las congregaciones, me temo que te estarás engañando. Has de echar de menos aquellas cosas provechosas que emanan de la unión íntima con una iglesia local. En ciertas ocasiones, personas bien intencionadas se han mantenido aisladas de la membresía de una iglesia, pero, por lo general, sus vidas cristianas han sufrido como consecuencia de esta conducta.
Si realmente has recibido al Señor Jesucristo como tu Sal­vador, busca tan pronto como te sea posible, a otros hermanos que le hayan recibido también, y júntate con ellos en la iglesia.
Debes tener presente que no has de encontrar una iglesia perfecta. Si esperas hasta encontrarla, nunca podrás ser miem­bro de ninguna. Si una iglesia es fiel a la Palabra de Dios y a las doctrinas del evangelio de Jesucristo, aun cuando haya algunas fallas en su práctica y en su conducta, debes ser miembro de ella y hacer lo que puedas para contribuir a su progreso espiritual. El resultado será que tu vida también ha de progresar espiritualmente.
Deseamos decir, sin embargo, antes de pasar a otro tema, que es mejor no ser miembro de ninguna iglesia, que perte­necer a una iglesia modernista. Por iglesia modernista, que­remos decir una iglesia que no sostiene que la Biblia es la Palabra de Dios, y que no considera que la muerte de Cristo haya sido esencial para la salvación de los pecadores. Estas iglesias no predican el nuevo nacimiento y no hacen esfuerzo alguno para ganar a los hombres y a las mujeres llevándolos a una aceptación personal de Jesucristo. La mayor parte de las iglesias fundamentales y espirituales, han de tener una reunión de oración durante la semana, y esta es una manera bastante segura por la cual podrás diferenciar una iglesia de sana doctrina de una iglesia modernista. En la mayoría de las ciudades de América, supongo que habrá alguna igle­sia que no esté lejos de donde vivas, y en la cual puedas tener verdadera comunión cristiana.

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