domingo, 16 de mayo de 2021

Ganando Almas a la manera bíblica (5)

 Lecciones en los Evangelios y en el Libro de los Hechos


            Ningún tipo de evangelismo personal sería adecuado si no observa primero al Maestro Ganador de Almas obrando. Al prestar atención a las narraciones de los Evangelios, podemos viajar con el Salvador en Sus misiones de misericordia, y aprender muchas lecciones preciosas de Él sobre cómo tratar con las almas.

            El Libro de los Hechos también ofrece instrucciones muy buenas sobre ganar almas, pues allí vemos al Señor resucitado obrando por medio de Sus apóstoles por el poder del Espíritu Santo. No es necesa­rio decir que esta lección solo alcanza para resaltar unos pocos puntos, con la esperanza de que la mente del estudiante se ponga en acción para descubrir otras verdades por sí mismo.

            Primero que nada, entonces, vamos a estudiar el mensaje que el Señor Jesucristo trajo a hombres y mujeres. Sugiero los siguientes cin­co puntos:

            Enfatizó el tema del pecado (Juan 4:16-18). Llegó a la con­ciencia de la mujer en el pozo de Sicar con una declaración muy direc­ta: “El que ahora tienes no es tu marido”.

            Enfatizó la condición desesperada del pecador (Juan 3:6): “Lo que es nacido de la carne, carne es”. Puesto que “los que viven según la carne no pueden agradar a Dios” (Romanos 8:8), el hom­bre, sin ayuda, está condenado.

            Enfatizó la necesidad de un nuevo nacimiento. En Juan 3, el Salvador afirma que solo se puede entrar en el reino de Dios si se nace de nuevo.

            Puesto que el versículo 5 ha significado una dificultad para mu­chos, lo estudiaremos brevemente.

            En este versículo, puede que el agua esté haciendo referencia a (1) la Palabra de Dios, o (2) al Espíritu de Dios. Cualquiera de las interpre­taciones es consistente con el resto de la Escritura.

            El nuevo nacimiento se vincula con la Palabra otra vez en 1 Pedro 1:23; Efesios 5:25-26.

            En el Evangelio de Juan, el agua se refiere al Espíritu Santo Juan 7:38-39). Sería igualmente correcto si leyéramos Juan 3:5 así: “el que no naciere de agua, es decir del Espíritu’’. Esta es una traducción del idioma original del Nuevo Testamento.

            En este versículo, el agua no podría referirse literalmente al agua y seguir teniendo consistencia con el resto del Nuevo Testamento.

            Enfatizó la insuficiencia de la razón humana Juan 3:12). Las verdades del evangelio solo se pueden recibir por la fe. No es que sean contrarias a la razón humana, sino que están muy por enci­ma de ella.

            Reveló cómo es que se recibe el nuevo nacimiento (Juan 3:15-16). El Señor Jesús no le explicó a Nicodemo el proceso por el que el Espíritu produce el nuevo nacimiento, sino que le dijo cómo él podría tener este glorioso nacimiento—simplemente por la fe en el Hi­jo de Dios. Él siempre se presentó a Sí mismo como el objeto de la fe del pecador.

            Al ir estudiando los métodos del Buen Pastor, encontraremos más ayudas prácticas para quienes Lo sigan en la búsqueda de ovejas perdi­das. Los siguientes cinco ejemplos pueden mencionarse:

            Él siempre fue cortés y caballero. Jamás quebró la caña cas­cada (es decir, el alma apesadumbrada), ni apagó el pábilo que humea­ba (una persona como una chispa de fe) (Mateo 12:20). Es cierto que no dio Su atención a las vanas curiosidades, ni respondió a todos los argumentos de los hipócritas, pero era accesible ante cada caso de ne­cesidad genuina.

            Era condescendiente con las personas de clase baja (Ro­manos 12:16). No permitió que las barreras nacionales o sociales Lo alejaran de un alma necesitada; por ejemplo, la mujer de Juan 4, quien era samaritana y, además, marginada. Aunque ministraba tanto a ricos como a pobres, vemos que les tenía un afecto especial a los pobres. El ganador de almas debería considerar profundamente este factor, y siempre recordar que:

 

·         el evangelio es anunciado a los pobres (Mateo 11:5).

·         Dios ha elegido a los pobres de este mundo, ricos en fe (San­tiago 2:5).

·         no muchos hombres sabios, poderosos o nobles son llama­dos, sino más bien los necios, los débiles, los viles, los despreciados (1 Corintios 1:26-29).

           

            Nunca sugirió a los hombres que Dios necesitara de sus talentos, sus personalidades o sus posesiones. Es el colmo de los colmos que busquemos ganar pecadores basándonos en el presti­gio o poder de ellos sea algo valioso para el gran Dios o para la Igle­sia.

            Utilizó objetos simples y cotidianos para ilustrar verda­des espirituales. “Habló de hierba, de viento y de lluvia; de higueras y de buen clima: y se deleitaba en unir al cielo con la tierra.”

            De la misma manera, deberíamos entrenarnos para ver imágenes del evangelio en el universo creado a nuestro alrededor, y usar estas ilustraciones para explicar las Buenas Nuevas a los demás.

            Evitó que la conversación se desviara. Tanto Nicodemo co­mo la mujer en el pozo quisieron cambiar de tema, pero El los llevó de nuevo a la cuestión de su bienestar eterno.

            No hay dudas de que el estudiante podrá agregar muchos puntos más a la lista, y será muy beneficioso para él hacerlo. Cuanto más estu­die al bendito Señor Jesús, más se volverá como Él (2 Corintios 3:18).

            Luego le sugerimos que lea también el Libro de los Hechos y vea a los apóstoles testificando del Señor Jesús. Allí, en una atmósfera hostil, hablaron con gran denuedo sobre el Salvador. Hay dos cosas que son notables en su mensaje.

            Enfatizaron la resurrección y la ascensión del Señor (He­chos 2:24, 32; 3:15, 26; 4:10; 5:30-31; 10:40; 13:30, 33-34; 17:31). Se dieron cuenta de que no había salvación en un Cristo muerto. Ellos sabían que Él estaba vivo, pues lo habían visto después de Su resurrección. Nosotros también sabemos que Él está vivo, porque la Biblia lo dice, y porque “Él vive dentro de nuestros corazones”.

            Enfatizaron el señorío de Cristo (Hechos 2:36; 10:36), al lla­mar a los hombres de todas partes a postrarse ante Él como Goberna­dor Justo y Supremo de sus vidas. (Es importante notar que la Escritu­ra usa el orden “Señor y Salvador" (2 Pedro 1:11; 2:20; 3:2), mientras que nosotros generalmente decimos “Salvador y Señor.”)

            Haremos bien si seguimos a los apóstoles al proclamar que Cristo es una persona viva, tanto en Su divinidad como en su humanidad, que ahora mismo está en el cielo, y que, tarde o temprano, cada perso­na deberá doblar su rodilla delante de Él como Señor.
William MacDonald

No hay comentarios:

Publicar un comentario