domingo, 16 de mayo de 2021

FIRMES

 

Los creyentes deben sostenerse erguidos y firmes en sus convicciones

           


            La ciudad de Pompeya fue destruida en el año 79 por la erupción del Vesubio. Se dice que cuando los sobrevivientes de otros lugares llegaron a las ruinas de Pompeya, entre los espectáculos macabros hallaron un soldado firme, en pie, en su puesto, con su lanza sostenida por la diestra, recostado a la pared como una momia, y a los pies de aquel cadáver, el esqueleto de su perro, fiel amigo hasta el fin. ¡Qué cuadro de heroísmo y lealtad suceden en la vida hasta los irracionales!

            Cuánto más los creyentes deben sostenerse erguidos y firmes en sus convicciones. En estos tiempos hay una carrera, un apuro en desviarse y poner a un lado sus convicciones, unos en derecho de lo que conviene; otros son emocionales y ceden a cualquier innovación del momento. Aquellos se dejan llevar por influencias y consejos sin sabiduría; estos no están satisfechos con la sencillez del evangelio y su doctrina; son murmuradores, querellosos, contenciosos, soberbios. (Judas 16-19) En fin hay otros: Vendrán tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que, teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias. (2 Timoteo 4:3)

            En cuanto a la apostasía del momento, el apóstol Pablo aconsejó a los tesalonicenses a retener cuatro valores que les guardarían de ser contaminados por el espíritu vacilante:

            “Que no os mováis fácilmente de vuestro sentimiento, ni os conturbéis ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta.” (2 Tesalonicenses 2:2)

            Los sensuales son fácil presa de las emociones. Sus sentimientos no son del corazón, sino de la cabeza, y cambian con las ideas. De modo que, “estad firmes en el Señor amados.” (Filipenses 4:1)

            Hace pocos días hablamos con un creyente. Este hermano nos dio a entender en su conversación que todo lo que hacía, veía o andaba era por revelación. Antes de llegar nosotros a su casa, ya él sabía que nosotros íbamos. El Señor le habla y le manda donde debe ir. Cuando una persona se va a morir, el Señor manda a él tres o cuatro días antes a visitar al enfermo. Esto le ha hecho tanto daño al hermano que los vecinos de su barrio le llaman “la pava.”

            Esto es lo que Pablo dice: “ni os conturbéis por espíritu.” Esas manifestaciones abundan en el romanismo cada vez que hay un santo nuevo. El de turno es José Gregorio H. con sus milagros. Por otro lado, el espiritismo está tomando un incremento desmesurado por el gran alarde de su propaganda. Las falsas doctrinas han venido como aluvión y miles han sido engañados por esos “milagreros” pentecostales que sólo los puertorriqueños tienen el monopolio de hacer milagros. ¡Cómo no van a hacer milagros! si conocen bien la llave de plata que abre los bolsillos y los bolívares salen de los ingenuos. De tal manera que uno de esos milagreros predicando en La Guaira dijo: “Ahora toca la colecta. Debe ser una buena colecta, pues antes de dar mi vida a Cristo tenía una profesión muy lucrativa y lo dejé todo para servir a Cristo y predicar el evangelio. Los gastos son muchos. ‘El obrero es digno de su jornal.’ ‘Dios ama al dador alegre’.” Los tales no entienden que ‘por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas’. (2 Pedro 2:3)

             En vista de los acontecimientos de los últimos tiempos el apóstol Pablo nos da siete características de la firmeza.

            Firmeza en la obra: “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.” (1 Corintios 15:58)

            El Señor nos compró con su sangre derramada en la cruz y continúa haciendo una obra en nosotros, edificando el cuerpo que es su Iglesia. También nosotros estamos haciendo una obra con El. Siendo así, debemos ser fieles y constantes, porque ninguno sale a la guerra a sus propias expensas. (1 Corintios 9:7)

            Firmeza contra las tentaciones: “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.” (Efesios 6:11)

            Como son muchas las trampas y asechanzas del diablo, también la armadura de Dios se compone de varias armas en las cuales debemos ser diestros para la defensa. “Bienaventurado el que sufre la tentación.” (Santiago1:12)

            Firmeza en el combate: “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.” (Efesios 6:13)

El día malo llega a todos. Es el momento de la prueba. Le vino al Señor, le vino a Pablo, le vino a Abraham. Algunos tuvieron una derrota para aprender mejor el manejo de las armas: Moisés, Aarón, David, Pedro. Hay que ponerse toda la armadura de Dios.

Firmeza en la vida interior: “Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia.” (Efesios 6:14)

            A veces la superficie señala tranquilidad, pero abajo hay corrientes. Tales corrientes son peligrosas para el alma, las que no se ven: malicia, avaricia, codicia, fingimiento. “Limpiémonos de toda inmundicia de carne y de espíritu, perfeccionado la santificación en temor de Dios.” (2 Corintios 7:1)

            Firmeza en la fe: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe.” (1 Pedro 5:8)

            Fue por la fe que aquellos antiguos vencieron en los muchos y rudos combates, “de tal manera que estuviésemos en duda de la vida. “Empero teniendo el mismo espíritu de fe, creí, por lo cual también hablé.” (2 Corintios 1:8, 4:13)

            Firmeza en la doctrina: “Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra.” (2 Tesalonicenses 2:15)

            La lucha no es solamente con el diablo, sino también con los falsos doctores, lobos rapaces que no perdonarán el ganado. La iglesia de Éfeso se mostró celosa con las falsas doctrinas: “Aborreces los hechos de los nicolaítas, los cuales yo también aborrezco.” (Apocalipsis 2:6) Pero ya la iglesia de Pérgamo tenía adentro una compañía en sucesión de Balaam y Nicolás.

           

Firmeza en la comunión hermanable: “Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio.” (Filipenses 1:27)

            Un poder invencible hay en la iglesia cuyos hermanos, unidos en mente y parecer, defienden con entereza la integridad del evangelio y su doctrina. Es cuando empiezan las contiendas internas por discrepancia de pensamientos o interpretaciones bíblicas que una iglesia se debilita y se fracciona en bandos. “He aquí, yo vengo presto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.” (Apocalipsis 3:11)

José Naranjo

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