LOS
MALOS PENSAMIENTOS
La Palabra de Dios es viva y eficaz,
y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y
el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las
intenciones del corazón. (Hebreos 4:12)
Que nadie crea que el Señor no conoce sus pensamientos. Él posee una ventana que da directamente al rincón más oculto de nuestra alma, una ventana sin persianas ni cortinas. Somos como una colmena de cristal delante de Él, todo está delante de sus ojos. La Biblia dice: “El Seol y el Abadón están delante de Jehová; ¡Cuánto más los corazones de los hombres!” (Pr. 15:11).
Pero
algunos dirán que no pueden evitar los malos pensamientos. Puede ser, pero el
asunto es el siguiente: ¿los odiamos'? No podemos evitar que las aves vuelen
por encima de nuestras cabezas, pero podemos evitar que aniden en nuestro
cabello. Los pensamientos vanos golpearán a nuestra puerta, pero no debemos
abrirles. Surgirán pensamientos pecaminosos, pero no debemos dejarlos gobernar.
Quien saborea una y otra vez el mismo bocado, lo hace porque le gusta su sabor;
y quien medita en algo malo, lo hace porque le gusta y está dispuesto a
cometerlo. Piensa en el diablo, y este aparecerá; dirige tus pensamientos al
pecado, y tus manos pronto lo seguirán.
Los
caracoles dejan su baba tras ellos, y así son los pensamientos vanos. Una
flecha vuela por el aire sin dejar rastro, mientras que un mal pensamiento,
como si se tratara de una serpiente, siempre deja su rastro. Donde hay mucho
tránsito de malos pensamientos, allí habrá mucho barro y suciedad.
Una forma
segura de evitar que haya paja en el almud es llenarlo de trigo; y para no
dejar entrar pensamientos vanos, lo más sabio y prudente es tener nuestra mente
llena de temas escogidos para meditar; es fácil encontrarlos y nunca deberíamos
permitir que se agoten.
C. H. Spurgeon
El
Señor está Cerca, 28 de agosto de 2020
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