domingo, 12 de diciembre de 2021

LA EPÍSTOLA A LOS EFESIOS (6)


 por  E. W. Rodgers

VI ¾ 4.1 al 16;
Ministerio en la iglesia

El método de Pablo es siempre el de declarar la doctrina y luego mostrar sus consecuencias prácticas; la una no debe ser divorciada de la otra. En esta Epístola Pablo aplica en tres direcciones la doctrina que ha desarrollada:


entre el pueblo de Dios, 4.1 al 16;

en la sociedad en general, 4.17 al 5.21;

en cuanto a relaciones específicas, 5.22 al 6.9.

En 4.1 al 3 se exhorta a los efesios a

andar conforme a la dignidad de su vocación; es un asunto personal y particular;

manifestar humildad y mansedumbre ¾cualidades que caracterizaron al Señor Jesucristo, Mateo 11.29¾ es cosa relativa, involucrando a otros;

esforzarse a guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; es cosa corporativa, relacionada con todo el cuerpo.

            Así como un príncipe está destinado a ser rey más adelante, y su conducta debe estar acorde con este llamamiento, también nosotros debemos conducirnos en consonancia con nuestro elevado destino como está definido en los capítulos anteriores.

Tampoco debemos olvidarnos de que cualesquiera que sean los defectos que encontramos en nuestros hermanos, y por mucho que ponen a prueba nuestra paciencia, ellos tienen sentimientos similares en cuanto a nosotros. Por esto Pablo exhorta a ser como Cristo, no dogmáticos sino caracterizados por la mansedumbre ¾la fuerza bajo control¾ ya que ser manso no es ser débil; debe haber paciencia.

            Corporativamente se nos exige guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. No se nos manda hacer esta unidad; en los capítulos anteriores hemos visto que ya existe. Lo que debemos hacer es ser diligentes en preservar su manifestación por la manera pacífica en que vivimos con nuestros hermanos. La unidad invisible se queda intacta, pero, tristemente, ha faltado su expresión visible.

La unidad explicada

En el 4.4 al 6 se abunda sobre esta unidad: en el versículo 4 la unidad en esencia, en el 5 la unidad en profesión y en el 6 la unidad en gobierno.

            Hay un cuerpo, así como en el 2.15: un nuevo hombre. Hay un Espíritu, así como en el 2.18, “un mismo Espíritu”. Y, hay una esperanza, la del 1.18 a la cual hemos sido llamados.

            Hay un Señor, quien todo creyente ha confesado: “si confesares con tu boca que Jesús es el Señor”, Romanos 10.9. Hay una fe, a la cual todos subscribimos: “la fe que ha sido una vez dada a los santos”, Judas 3. Es la fe objetiva encomendada a los creyentes. Hay un bautismo, aparentemente refiriéndose al bautismo en agua, ya que el bautismo en el Espíritu, del cual habla 1 Corintios 12.13, está implícito en el “un cuerpo”.

            En aquellos días primitivos, los creyentes en Éfeso conocían el bautismo de Juan, pero éste ya había caducado, así como los “lavamientos” del Antiguo Testamento, Hechos 19.3. Hablamos de estas unidades como “profesionales” por cuanto todo creyente las profesa, pero el hecho es que ha habido un grave alejamiento de la sencillez original.

            Hay “un Dios y Padre de todos” (de todos sus hijos), quien llena el todo y a quien todos son responsables.

            Esta unidad séptupla no está expresada por alguna sede visible sobre la tierra; la unidad del pueblo de Dios se basa en su vínculo común con el Cristo glorificado en el cielo.

La diversidad

La sección 4.7 al 16 trata de la diversidad existente en la Iglesia, cosa que caracteriza todas las obras de Dios, dondequiera que las veamos. “A cada uno de nosotros fue dada la gracia”, 4.7, y la madurez se alcanzará “según la actividad propia de cada miembro”, 4.17.

Pablo señala claramente en 1 Corintios 12 ¾y nuestra experiencia lo confirma¾ que en el cuerpo cada parte en particular tiene su función peculiar, y una falla en cualquier- parte perjudica el cuerpo entero. Por cuanto nuestra función es un “don” otorgado por el Cristo Exaltado, no tenemos base para jactancia ni para queja. “¿Qué tienes que no hayas recibido?” 1 Corintios 4.7. Prominente o no, grande o pequeño, cada uno es necesario para el otro e interdependiente del otro.

            Pablo cita del Salmo 68.18. [Con cambios; el texto del salmo es: “Subiste a lo alto, cautivaste la cautividad, tomaste dones para los hombres ...”] El cuadro es aquel de un guerrero que vuelve triunfante y recibe muchos regalos de aquellos que ha conquistado, y a la vez reparte muchos regalos a su propio pueblo. Los pasajes paralelos y explicativos se encuentran en Colosenses 2.15 y Hebreos 2.15: “... despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz;” “... librar a los que por el temor a la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre”.

            Bien es cierto que el Señor Jesús vino a la tierra y aquí murió y fue sepultado, pero Pablo no entra en estos detalles en este pasaje. Parece que el sentido de sus palabras es: “Ahora la palabra ascendida da a entender que Él también descendió al nivel más bajo, aun hasta la tierra misma;” 4.9. Es el Jesús histórico que es el Cristo de gloria, Aquel que se rebajó a las más acentuadas profundidades del reproche y ahora ha sido exaltado al más elevado pináculo de honor.

Qué son los dones

En los versículos que estamos estudiando Pablo enumera los dones y declara su propósito, duración y objeto, además del proceso por el cual operan.

Los dones enumerados aquí difieren de aquéllos de 1 Corintios 12 que son más numerosos. La razón parece ser que 1 Corintios versa mayormente sobre la iglesia local mientras que Efesios está enfocada especialmente sobre la Iglesia universal. Además, la epístola corintia contemplaba en parte los primeros tiempos del cristianismo, mientras que la epístola efesia no está tan restringida. Los “apóstoles” en su sentido primario ya no están con nosotros en estos tiempos, ni están los “profetas”. La calificación esencial para un apóstol debe ser aquella de haber visto con sus propios ojos al Cristo Ascendido; véase 1 Corintios 9.1. La calificación esencial para un profeta del Nuevo Testamento es que haya recibido una revelación de verdad divina aparte de las Escrituras ya registradas; véase 1 Corintios 14.6, donde van juntos “revelación” y “profecía” como también “ciencia” y “doctrina”. Son dones fundamentales, Efesios 2.20.

            Los “evangelistas” son aquellos como Felipe, cuya obra evangelística se documenta bien en Hechos 8. “Pastores y maestros” parecen referirse conjuntamente a un mismo individuo que instruye por la enseñanza de la Palabra y vela por el bienestar de las ovejas. En otras partes figuran como “ancianos” y “sobreveedores”, y un requisito para que sean reconocidos como tales es que sean aptos para enseñar, 1 Timoteo 3.2. Si no lo son, ¿cómo pueden cuidar la grey? Hechos 20.28 al 31.

El propósito que Dios tenía en mente al dar estos dones era “para preparar a los hombres de Dios para la obra del servicio, para que el cuerpo de Cristo sea edificado”, 4.12, Nueva Versión Internacional. Las Escrituras no reconocen un orden religioso especializado, aunque sí reconocen a aquellos que son llamados de una manera especial a realizar una obra espiritual. “La obra del servicio” es mejor traducción que “el ministerio” en la Reina-Valera, ya que la idea es una labor entre el pueblo de Dios. Los dones se dan para que los santos sean capacitados, con miras a que uno sirva entre ellos con el fin de que el cuerpo de Cristo sea elaborado.

            De esta manera se proporciona una continuidad de operación “hasta que todos alcancemos la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios y lleguemos a la madurez, alcanzando la medida plena de perfección que encontramos en Cristo”. Se ha hecho provisión adecuada hasta que llegue el momento cuando se logre el propósito de Dios. Podemos estar seguros que la Cabeza jamás descuidará el cuerpo, ni el pastor las ovejas, de manera que siempre habrá quienes enseñen y cuiden la grey de Dios.

El objetivo se define en 4.14,15. Dios no quiere que nos quedemos en la niñez, sino que maduremos. Son los niños que caen víctimas de las sutilezas y añagazas de los engañadores. ¿Quién no ha visto a los chicos encantados por una exhibición de títeres, no entendiendo que hay gente detrás del talón que maneja sus movimientos?

            Debemos notar la palabra “todos” en el versículo 13, ya que esta madurez no sólo tiene que ver con cada individuo, sino también con toda la comunidad que constituye el “cuerpo”. Es el fin que se vislumbra, pero mientras tanto los dones se dan para que cada individuo particularmente no se quede en la infancia espiritual, sino que crezca. La “estratagema de hombres” en el versículo 14 es para perturbar al creyente y arrastrarle por un viento recio. Se trata de las doctrinas falsas de hombres que tuercen la Palabra de Dios, 2 Timoteo 2.17,18, cosa a la cual debemos oponernos en un espíritu amoroso.

El proceso por el cual los dones operan se percibe al fijarse en las preposiciones en el 4.16: son de, por, según y para. El cuerpo, cual conjunto “bien concertado y unido”, simétrico y estable, está enlazado por músculos y ligamentos que suministran a los demás componentes lo que necesitan para su funcionamiento. Cada parte tiene su papel asignado, y la actuación anormal de una se hace notar en las otras.

            Todo el suministro viene de la Cabeza por las coyunturas (los dones tratados arriba), y de esta manera fortalece el cuerpo. Es una operación recíproca; nos edificamos mutuamente sobre nuestra santísima fe, según Judas 20. Donde hay discordia entre los miembros de nuestro cuerpo humano, hay un malestar general y enfermedad. En pasajes posteriores Pablo trata varias circunstancias que se oponen al bienestar del cuerpo de Cristo.

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