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Corintios capítulo 16
Fue este un creyente
cuya recomendación es digna de imitar, pues no hay pecado ni crítica alguna en
imitar las cosas buenas y la sana conducta de aquellos que tenemos, por
ejemplo. (Filipenses 3:17)
De Estéfanas tenemos la experiencia de su vida cristiana en un orden
claro y real que no hay lugar a dudas ni confusión. Son cuatro los pasos
destacados en la vida de Estéfanas.
Primero, su conversión. Esto sucedió en el primero o el segundo viaje
misionero de Pablo, éste habiendo pasado de Corinto a Acaya, probablemente en
el año y medio que pasó en eta región. (Hechos 18:11, 19:21) Predicó el
evangelio en Acaya, y Estéfanas, que pertenecía a una familia respetable, fue
de los primeros que oyó el mensaje y creyó en el Señor Jesús.
Entonces el apóstol dice: “Estéfanas
y su casa son las primicias de Acaya.” (1 Corintios 16:15) ¡Qué preciosa suena
la palabra primicias!
El creyente que da primicias
tendrá en sus trojes la abundancia,
por huésped de su casa la delicia,
y en el cielo mayor ganancia. (Proverbios
3:9,10)
Hay hermanos que parece
que nunca tuvieron primicias; esto se manifiesta en su obra y carácter, los
frutos son casi nulos. Otros son los que se gozan en su confesión; en su
carácter no hay separación, y sus frutos son como los de la tierra de Jericó.
(2 Reyes 2:19)
El segundo paso
de Estéfanas es su bautismo. “Y
también bauticé la familia de Estéfanas.” (1 Corintios 1:16) No sabemos si esta
vez fue bautizado junto con su familia. Una cosa sabemos, que era una familia y
que todos obedecieron a la fe y al bautismo. ¡Qué tiempos aquellos de
abundantes primicias, cuando en las casas que recibían el Evangelio se
convertía toda la familia!
En aquel tiempo no era
conocido el “papaíto” sino el padre y cabeza de casa, y eso que era paganos. El
Evangelio hace un cambio en la familia; como fruto se muestra el amor, el
respeto y la gratitud a los padres. En aquel tiempo no había Consejo de Niño
que prohíbe el castigo y la disciplina a los niños, que patrocina la
independencia del niño, “que no le estorbe las ideas al niño.”
Hoy muchas naciones
están cosechan-do la siembra de su mala enseñanza en los niños, con una
juventud sin temor a Dios, sin respeto a los padres, ni a las leyes, ni al
gobierno. La delincuencia juvenil se incrementa cada día con una juventud
criminal. Para ellos, matar a un hombre es como matar a un perro. Violan una
niña y la asesinan para después exhibirse en las planas de los periódicos sin
vergüenza ninguna.
Hoy la educación y el deporte lo
absorbe todo. Es prohibido poner a los niños a trabajar; por tanto, muchos
tienen la oportunidad de especializarse en el robo y el asalto a mano armada.
Las cárceles están llenas y muchos de ellos se tropiezan en las calles, fungen
de “gran cacao” y hasta se codean con cierta sociedad. ¡Gracias a Dios! por los
que nos hicieron trabajar de día e ir a la escuela de noche.
Años atrás al niño se le enseñaba
que Dios está en todas partes; hoy Dios está muy lejos de sus pensamientos. Los
banderines con nombres e insignias de los líderes y símbolos del comunismo se
muestran en las paredes de las casas de los cristianos. Prefiero pasar por
montuno y fanático, teniendo conmigo al Señor, que por civilizado y científico
vacío de Cristo. La poeta uruguaya dijo:
Así avanzo son saber adónde,
andando no por visto, más por fe
Prefiero con Cristo caminar a oscuras
que a la luz de todo lo que sé.
El
tercer paso de Estéfanas fue la
consagración de su casa. Él y su familia se habían dado primero al Señor.
Luego, viendo la dificultad que tenían para reunirse en sus cultos los santos
en Acaya, oraron al Señor y ofrecieron su casa para que la iglesia se reuniese,
y “se dedicaron al ministerio de los santos.” ¡Oh benditas primicias!
Es considerado un
privilegio servir a los santos. “he aquí tu sierva, para que sea sierva que
lave los pies de los siervos de mi señor.” (1 Samuel 25:41) La familia de
Estéfanas tenía un testimonio que les acreditaba; los santos de Acaya aceptaron
su proposición “y se sujetaron a ellos.” El Espíritu Santo también hace que los
nombres de esta familia cristiana figuren en las páginas bíblicas y las
generaciones alaben al Señor por su misericordia.
El cuarto paso de Estéfanas fue la
suplencia que hizo. (1 Corintios 16:17) Lo que no hicieron los otros lo
hizo Estéfanas, Fortunato y Acaico. Ellos suplieron en amor, en noticias, en
consolación. Habían pasado algunos años, pero las primicias seguían en
abundancia.
Hay hermanos y hermanas
que saben suplir lo que a los santos falta; estos son verdaderos diáconos y
diaconisas que como Febe han ayudado a muchos. (Romanos 16:1,2). ¡Ojalá que el
Señor nos dé más amor a su obra! para que con íntegra consagración podamos
suplir con entereza lo que otros no pueden hacer por incapacidad o dificultad,
o lo que otros no quieran hacer por negligencia.
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