Nuestra suficiencia es de Dios
No que seamos suficientes de
nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra
suficiencia es de Dios. (2 Corintios 3:5)
Un
proverbio callejero dice: “La pelea es peleando.” Cualquiera cree que es poca
cosa, pero es una lucha que el creyente está librando en la gracia para
alcanzar el objetivo, y Pablo nos demuestra en cuatro maneras el desarrollo:
· Gran esfuerzo: “Pues tú, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en
Cristo Jesús.” (2 Timoteo 2:1)
La idea parece de bajar frutos de un
hermoso árbol cargado de deliciosas frutas, empinándose para bajar las más
elevadas, pues el árbol no puede ser golpeado, ni tampoco es permitido que los
frutos caigan a tierra. (1 Samuel 3:19)
He aquí un cuadro de esforzarse de
la gracia: comunión santa con Dios y frutos limpios para los hombres. La gracia
de Dios es superabundante, pero el Señor espera la colaboración nuestra para
derramar de su río lleno, abundante bendición que nos capacite para enseñar
también a otros. (2 Timoteo 2:2)
· Conforme a sus
fuerzas: “Pues de su grado han dado conforme a sus fuerzas, y
aun sobre sus fuerzas.” (2 Corintios 8:3)
Hubo grande expresión de
su amor por medio de su contribución espontánea, pasando por una pobreza
extrema y una tribulación terrible. Estos macedonios se dieron primeramente al
Señor al saber que “en esto consiste el amor; no en que nosotros hayamos amado
a Dios, sino que él nos amó a nosotros y ha enviado a su Hijo en propiciación
por nuestros pecados.” (1 Juan 3:10)
Los macedonios llegaron
a lo profundo de la filosofía “que no se puede amar sin dar,” pues Dios nos amó
y nos dio al hijo de su amor. Parece que Pablo fue conmovido por tanta
liberalidad de los macedonios y trató de persuadir a que ellos retirasen aquel
sacrificio, pero los propósitos de los macedonios eran abnegados y puros:
“Pidiéndonos con muchos ruegos que aceptásemos la gracia y la comunicación del
servicio para los santos.” (2 Corintios 8:4)
¡Cuántos
son estrechos en sus propias entrañas! No se disponen a sacrificar algo para el
Señor. Han regateado con lo que no es de ellos, es del Señor. Entonces han
establecido un hábito en su vida, la ofrenda para el Señor en el primer día de
la semana es un real, o un bolívar, o dos bolívares, y más nada dan en pro de
la obra de Cristo. Así pueden pasar muchos años sin entender que el Dios de
toda gracia es el Dios de todas las cosas. El da todo lo que basta, para toda buena
obra. (2 Corintios 9:8)
· Con todas sus
fuerzas: “En trabajos, en fatigas, en muchas vigilias, en
hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez.” (2 Corintios 11:27)
Pablo consagró todas
sus fuerzas físicas, mentales, morales y espirituales a la causa más noble que
hay en el mundo. El amor a sus Señor le hizo renunciar en sus capacidades a
todo aquello que pudiera darle ganancia según el mundo. Tuvo un desprendimiento
de sí para vivir a Cristo y al cuidado de otros. Con todas sus fuerzas se empujaba
como el buey, para agradar a Aquel que lo tomó por soldado. (Filipenses 3:7, 2
Timoteo 2:4)
Los peligros no lo detuvieron, las
amenazas no lo acobardaron, la ingratitud de muchos no lo desanimaron. Los
sufrimientos templaron mejor el acero de su carácter para hacerlo más útil al
Señor y a su pueblo. Su consigna: “De ninguna cosa hago caso, ni estimo mi vida
preciosa para mí mismo, solamente que acabe mi carrera con gozo y el ministerio
que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de
Dios.” (Hechos 20:24)
· Sobre sus fuerzas: “Porque hermanos no queremos que ignoréis de nuestra
tribulación que nos fue hecha en Asia: que sobre manera fuimos cargados sobre
nuestras fuerzas de tal manera que tuvimos en duda de la vida.” (2 Corintios
1:8)
La tribulación excedió a la
capacidad humana, una carga doble a su peso. Estaban seguros de morir. Dios
permite estas extremidades en algunos de sus hijos para que dependan
exclusivamente de Él. En el problema que se vea el hijo de Dios, por más
intrincado que sea, siempre hay lecciones de consuelos para que podamos
consolar a otros.
Jeremías fue herido y
puesto en el cepo por Pashur sacerdote. El profeta de Dios estaba en gran
aflicción. (Jeremías 20:7-10) Con todo eso el Señor estaba con su siervo,
animándole y consolándole: “Mas Jehová está conmigo como poderoso gigante; por
tanto, los que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán avergonzados
en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás
será olvidada.” (Jeremías 20:11)
Arrimémonos pues, más a
Él, y nos dará de su caudal para hacernos vencedores. (Romanos 8:31-37)
José Naranjo
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