Al Señor de los clavos
cuyas manos y pies
fueron horadados
Nardos blancos
fueron traspasados
por el ruin clavo
Señor de los clavos,
sin mediar palabras
fuistes quebrantado
Cordero mudo,
blanco inmaculado
regando tu sangre
cual manto sagrado.
A ti Señor de los clavos
esta torpe alma
reconoce tu dolor callado
Cristo Santo, puro increado,
al hombre bendijiste
desde el madero en alto
gritando con voz firme
todo ha sido consumado
Chloë Χλοη
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