El sacerdote mecerá la gavilla delante de Jehová, para que seáis aceptos ... Su ofrenda será dos décimas de efa de flor de harina amasada con aceite, ofrenda encendida a Jehová en olor gratísimo; y su libación será de vino, la cuarta parte de un hin. Levítico 23.11 al 13
Una doctrina tripartita
La doctrina bíblica consta de tres partes
mayores: la devocional, la profética y la práctica. La parte devocional trata
de las glorias del Dios Omnipotente, de nuestro Señor Jesucristo en su persona,
su encarnación, su vida terrenal, su obra trascendental en la Cruz, sus
atributos como Esposo de la Iglesia, y su manifestación futura como Rey de
reyes y Señor de señores. Hay también la parte profética; la “palabra más
segura”, como dice Pedro. Las profecías de la Biblia constituyen el comprobante
indiscutible de la inspiración de las Sagradas Escrituras e infunden esperanza
para el creyente, cual firme ancla del alma. La parte práctica es la que debe
gobernar todo nuestro comportamiento y el desarrollo de la vida espiritual.
Cristo el cordero
de la Pascua
Cuando Dios ordenó a
los israelitas comer el cordero asado de la pascua, El especificó la cabeza,
los pies y las entrañas. “Ninguna cosa comeréis de él cruda, ni cocida en agua,
sino asada al fuego; su cabeza con sus pies y sus entrañas”, Éxodo 12.9.
La cabeza nos indica la inteligencia
espiritual y nuestra responsabilidad de ser llenos del conocimiento de la
voluntad de Dios en toda sabiduría e inteligencia espiritual; Colosenses 1.9.
Abarca el aspecto profético de la doctrina. Los pies se relacionan con el andar
y el estilo de vida del creyente. “Cristo padeció por nosotros, dejándonos
ejemplo, para que sigáis sus pisadas”, 1 Pedro 2.21.
Las
entrañas son la parte de más adentro, y pueden ser aplicadas a la devoción y
ocupación con las excelencias de nuestro amado Salvador. En Filipenses 1.8 el
apóstol habla del “entrañable amor de Jesucristo”. Aquí tenemos la fuente
cristalina de la verdadera adoración.
Tengamos ahora, pues, una meditación
devocional acerca de Cristo, tomada de la lista de las siete fiestas anuales
que encontramos en Levítico capítulo 23.
El ser tripartito
En todas las ofrendas de animales y aves
bajo las ordenanzas levíticas vemos tipos de nuestro Señor en su sacrificio
supremo, pero ningún tipo es perfecto; la víctima era inmolada y moría casi
instantáneamente. En cambio, nuestro Señor padeció durante seis horas largas.
Los animales sufrían tan sólo en lo físico, mientras nuestro Señor sufrió en
espíritu, alma y cuerpo:
Ø Mi alma
está muy triste, hasta la muerte, Mateo 26.38
Ø Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu, Lucas 23.46.
Ø Di mi cuerpo a
los heridores, Isaías 50.6
En
la flor de harina, el aceite de olivas y el vino de la uva podemos ver tres
aspectos de los sufrimientos de nuestro Señor.
La harina
Se trata de una
“ofrenda encendida”. Encontramos al Salvador molido entre la piedra inferior,
la ira del hombre, y la superior, la justa ira de Dios. El proceso duró hasta
que el grano fue pulverizado por completo. Los soldados atormentaron a Cristo
hasta cansarse, y entonces se sentaron a contemplarle con un gusto infernal. De
su parte, Dios cual juez no perdonó a su propio Hijo. No hubo misericordia para
él, para que la abundancia de su misericordia pudiese llegar a nosotros.
El
pan de vida que Él nos ha traído fue de “flor de harina”. Fueron horadadas por
los soldados en su malicia aquellas manos de Cristo que nunca se mancharon de
impurezas y siempre se ocuparon de traer bendición y consuelo a sus criaturas.
Fueron traspasados con grandes clavos los pies que siempre anduvieron en sendas
de justicia y en diligencias a favor de la humanidad. El pie es muy susceptible
al dolor, pero el Señor no se quejó, sino oró a su Padre: “Perdónalos, porque
no saben lo que hacen”, Lucas 23.34. Fue cumplida la palabra: “Cuando el pecado
abundó, sobreabundó la gracia”, Romanos 5.20.
El aceite
Se obtiene el aceite por machucar la oliva. Getsemaní quiere decir “prensa de
aceite”, y es en ese sitio que contemplamos las profundas angustias del Salvador.
El sudó “como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra”, Lucas 22.44.
Si la anticipación del Calvario fue tan terrible, cuánto más la realidad de lo
que El soportó en la cruz.
El vino
El vino es figura de
la sangre, “mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada”, Mateo
26.28. Podemos pensar en la vid cargada de racimos de uvas hermosas, cortados y
tirados al lagar, para que los hombres pisoteasen las uvas sin misericordia.
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