El altar de bronce. Éxodo 27:1-8; 38:1-7
El Altar de Bronce
permanecía dentro del patio cerca a la puerta. Permanecía allí como un
vigilante porque la sangre debía ser derramada primero a todo el que quisiera
aproximarse a Dios.
Los cuatro lados
de este Altar eran todos de la misma longitud: 21/2 metros (aproximadamente),
cada uno. Y tenía aproximadamente 1V2 metros de alto. Estaba hecho de madera de
acacia que no se pudre y estaba cubierto con bronce, un metal que no se funde
al fuego.
El Altar era
cuadrado, lo cual significa que la gente de todo el mundo puede acercarse a
Dios de la misma manera y beneficiarse del sacrificio ofrecido en el altar. La
madera de acacia es una figura del cuerpo terrenal y sin pecado del Señor
Jesucristo, 1 Pedro 2:22; Hechos 13:35.
En
la Biblia el bronce habla del juicio de Dios. En este altar el bronce habla de
Cristo como hombre. El altar mismo es una figura de Cristo que sufrió el juicio
y la ira de Dios en nuestro lugar. El Señor Jesús es el altar, Hebreos 13:10 y
él es también el sacrificio sobre el altar. Así que vemos aquí dos figuras de
nuestro Salvador. Cristo mismo hace santo el sacrificio que fue ofrecido en el
altar. En Mateo 23:19 leemos que el altar santifica la ofrenda.
El
pecador podía traer un animal limpio (un toro, buey, una oveja, una cabra o una
paloma), él colocaba su mano sobre la cabeza del animal para dar a entender que
el animal tomaba su lugar. El animal era sacrificado y su sangre rociada al
lado del altar. El sacerdote ponía pedazos del animal sobre el altar para
quemarlo. El hombre era entonces aceptado por Dios y sus pecados eran
cubiertos.
Cristo
se ofreció a sí mismo como sacrificio y este sacrificio de Cristo agradó a Dios
mucho más que los sacrificios de los animales. Ofreciéndose a sí mismo, Cristo
obtuvo el perdón del pecado y la paz con Dios para toda persona que cree.
El
Señor Jesús hizo la voluntad de Dios, su Padre, cuando se ofreció a sí mismo
para tomar nuestro lugar. Él se presentó una sola vez y para siempre, para
quitar el pecado por el sacrificio de sí mismo, Hebreos 9:26; Juan 10:17,18.
Varias
clases de sacrificios se ofrecían sobre el altar de bronce. El libro de
Levítico da las instrucciones concernientes a los diferentes sacrificios. Lea
los capítulos 1 - 5 y se sorprenderá de las cosas preciosas que estos
sacrificios enseñan acerca de Cristo.
Pensemos
acerca de dos de estos sacrificios. En Levítico 4:1-12 leemos acerca de la
ofrenda por el pecado. Compare esta ofrenda con el Señor Jesucristo que sufrió
el juicio de nuestros pecados en nuestro lugar. Él era sin pecado, pero Dios lo
hizo pecado para que nosotros pudiéramos compartir la justicia de Dios, 2
Corintios 5:21. Cristo vino a ser nuestra ofrenda por el pecado.
Veamos también
en Levítico 1 los versículos 3 al 13, acerca de la ofrenda encendida. Esta era
una de las ofrendas de olor grato que agradaban a Dios, vs. 9 y 12. Era quemada
completamente y es una figura de Cristo que se ofreció a sí mismo
completamente como sacrificio de olor grato; agradable a Dios.
A través de
Cristo, como la ofrenda por el pecado, nosotros somos librados del juicio de
Dios y recibimos el perdón de nuestros pecados, Efesios 1:7. Por medio de
Cristo, como la ofrenda encendida, somos aceptados por Dios, porque Cristo
obedeció a Dios y murió por nosotros. El animal de la ofrenda encendida era
aceptado en lugar de la persona que lo ofrecía, Levítico 1:4. De la misma
manera, nosotros somos aceptados por Dios, porque el Señor Jesús murió en
nuestro lugar.
W.A. Deans
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