domingo, 26 de febrero de 2023

Las dos caras de la espiritualidad

 

José, Josué, Daniel, Gayo


Esta virtud tiene dos fases que sólo se pueden conocer por los frutos que el creyente dé. Es el espiritual sincero quien podrá descubrir la faceta de una devoción aparente.

Jehú, hijo de Josafat, hijo de Nimsi, fue el hombre que mostró mucho celo para con otro y mucha licencia para sí. Jehú es tipo del creyente que empieza corriendo, y corre al lomo de una bestia, o sea sobre patas ajenas. Así hay los que corren porque otros corren, se animan porque otro los anima. Cualquiera es inclinado a acompañar a Jehú y a defenderlo por las palabras autorizadas que le dijo al profeta cuando lo ungió. (2 Reyes 9:1-10)

En la vida y carácter de Jehú hay mucha astucia. Probó a los cortesanos del rey Acab por unas cartas llenas de malicia. (2 Reyes 10:1-18) Jehú tenía una política de “zorro”. Probó al pueblo con una arenga fingida para ver quién levantaba la voz de protesta, que sería una indicación que era amigo de Acab. (vv 9-12) Probó a Jonadab hijo de Recab con las palabras sondeadoras de un diplomático: “¿Es recto tu corazón como el mío es recto con el tuyo?” Viendo la sinceridad de Jonadab, y para probar qué influencia tenía este sobre el pueblo, “le hizo subir consigo en su carro, y le dijo: Ven conmigo, y verás mi celo por Jehová”. (vv 15-16)

El silencio de Jonadab es prueba de su espiritualidad para reconocer que el celo y la espiritualidad de Jehú era exterior. “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe”. (1 Corintios 13:1)

Es cierto que Jehú ejecutaba un juicio justificado pero lleno de dolo. Ocupaba más el lugar de verdugo que de juez para lograr sus ambiciones. El corazón de Jehú no era recto para con Dios. El pasaje de 2° de Reyes 10:29,31 dan prueba patente de que su celo y prosperidad no eran espirituales, sino apariencia de piedad. Otro caso engañoso de prosperidad espiritual lo hallamos en Demas, el hombre que llega al punto de codearse con las prisiones del gran apóstol. (Filemón 23,24) Demas en su principio es considerado entre los grandes; su saldo a las iglesias es unido al del gran médico amado. (Colosenses 4:14) Todo esto da margen para pensar que Demas había trabajado, sufrido y mostrado celo en la obra del Señor, pero su falta de espiritualidad era evidente. Es triste descubrir su inconstancia e infidelidad, una demostración del corazón engañoso. “Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica”. (2 Timoteo 4:10)

“¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente fue en vano”. (Gálatas 3:4)

Muy diferentes son aquellos que alcanzaron la verdadera espiritualidad por el temor reverencial y la afición exclusiva al servicio de su Dios.

· En José se destaca el temor a su Dios.

“¿Cómo haré este grande mal, y pecaría contra Dios?” (Génesis 39:7-20) Este hombre de Dios pasó por pruebas muy duras desde su juventud; pasó de trece a catorce años en la cárcel acusado injustamente. ¡Qué de bacanal se permitía a la mujer de Potifar, mientras a su víctima José “afligieron sus pies con grillos”! (Salmo 105:17-22) La integridad de José le hizo alcanzar la medida que Dios pide. (Génesis 39:2,23, capítulo 41)

· En Josué se destaca la obediencia a su Dios.

Este es otro hombre de Dios que empieza bien y termina bien. (Josué 1:7,8) Josué hizo “las guerras de Jehová”. Habiendo introducido al pueblo de Israel en la tierra de Canaán, ya para sus últimos días dirige un discurso que apela a la conciencia para que hagan una elección voluntaria, porque el Señor no tiene ni admite rival.

Entre las palabras más conspicuas de Josué se encuentran éstas: “Si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová”. (Josué 24:15)

· En Daniel se destaca la comunión con su Dios.

Daniel era un hombre de oración (Daniel 1:17-21), limpio de impurezas morales. Se realiza en su vida la fe en su Dios, la cual le llenaba de confianza y valor para enfrentarse a aquellos déspotas, obedeciendo a Dios primero que a los hombres. Daniel por el estudio de las Escrituras se concentra en las grandes profecías referentes al Mesías, al anticristo, a las naciones gentilicias, a la dispersión y restauración de Israel. Con oportunidad de conseguir grandes riquezas, él las despreció. Dijo delante del rey: “Tus dones sean para ti; y las recompensas dadas a otro”. Y, le anunció la justicia de Dios. (Daniel 5:17-30)

· En Gayo se destaca el amor que mostró a sus hermanos.

El espíritu de Gayo debía de estar contrariado por la actitud que mostraba Diótrefes en la iglesia, pero el alma de Gayo era próspera porque todo él estaba impregnado del amor de Cristo. Las buenas obras no pueden quedar ocultas. (1 Timoteo 5:25) Juan le escribe a Gayo lo siguiente: “... los cuales han dado ante la iglesia testimonio de tu amor; y harás bien en encaminarlos como es digno de su servicio a Dios, para que continúen su viaje”. (3 Juan 6)

La espiritualidad verídica se muestra por “el amor no fingido”. (1 Pedro 1:22); por “palabras no fingidas” (2 Pedro 2:3), por piedad no fingida: “¿por qué te finges otra?” (1 Reyes 14:6), “por fe no fingida” (1 Timoteo 1:5, 2 Timoteo 1:5).
José Naranjo

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