En su libro “From
Grace to Glory” (De la gracia a la gloria), Murdoch Campbell habla de un
ministro santo en el norte de Escocia, cuya esposa no compartía su profunda
espiritualidad. Aparentemente ella no tenía el mismo amor por el Señor o por Su
Palabra. Un día, cuando él estaba sentado al lado de la estufa, leyendo la
Biblia, ella entró a la habitación con un ataque de ira. Le sacó el Libro de
sus manos y lo tiró hacia el fuego.
¿Cómo debería
responder un cristiano ante tal sacrilegio y enojo? ¿Debería reprimirla
severamente por un comportamiento impío? ¿O debería utilizarlo como una
ocasión para mostrar un espíritu semejante a Cristo?
El ministro eligió la
última. La miró y dijo tranquilamente: “No creo haber visto alguna vez un
fuego más caliente que este.”
Aquí había una clásica
ilustración del proverbio “La blanda respuesta quita la ira" (Proverbios
15:1). El Señor Campbell escribe: “Fue una respuesta que apartó su ira y marcó
el comienzo de una vida nueva y misericordiosa. Su Jezabel se convirtió en una
Lidia. La espina se convirtió en un lirio.”
Pero debe agregarse algo rápidamente
para completar la imagen. Las mujeres cristianas, con más frecuencia han sido
las víctimas antes que las victimarías.
Linda es un ejemplo. Antes de ser salva
se casó con un hermano llamado Tony. Ella pensaba que él era bien parecido y
encantador.
Pero en el momento en que nació su
primer hijo y ella se había convertido en creyente, supo que Tony era un
fracasado. No debería haberlo juzgado por su apariencia. Él era alérgico al
trabajo y ajeno a la vida responsable. Era borracho y mujeriego. A veces se
iba de la casa por meses, y luego retomaba como si nada hubiera sucedido, para
vivir nuevamente con Linda como su esposo. Para cuando nació el siguiente
bebé, él partió nuevamente, dejando a Linda manteniendo la familia.
Como
una esposa piadosa Linda buscó seguir el patrón descrito en 1 Pedro 3:1-2:
“Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que
también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta
de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa.”
En
vez de tomar represalias o fastidiarse, Linda intentó ganar a su esposo a
través de una vida de justicia y con un comportamiento extraordinario. Se
podrían escribir libros de mujeres similares que obedecieron el consejo de
Pedro y vivieron para ver a sus esposos venir a Cristo.
William Macdonald
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