domingo, 18 de agosto de 2024

Viviendo por encima del promedio (14)

 


En su libro “From Grace to Glory” (De la gracia a la gloria), Murdoch Campbell habla de un ministro santo en el norte de Escocia, cuya esposa no compartía su profunda espiritualidad. Aparentemente ella no tenía el mismo amor por el Señor o por Su Palabra. Un día, cuando él estaba sen­tado al lado de la estufa, leyendo la Biblia, ella entró a la habitación con un ataque de ira. Le sacó el Libro de sus ma­nos y lo tiró hacia el fuego.

¿Cómo debería responder un cristiano ante tal sacrilegio y enojo? ¿Debería reprimirla severamente por un comporta­miento impío? ¿O debería utilizarlo como una ocasión para mostrar un espíritu semejante a Cristo?

El ministro eligió la última. La miró y dijo tranquila­mente: “No creo haber visto alguna vez un fuego más ca­liente que este.”

Aquí había una clásica ilustración del proverbio “La blanda respuesta quita la ira" (Proverbios 15:1). El Señor Campbell escribe: “Fue una respuesta que apartó su ira y marcó el comienzo de una vida nueva y misericordiosa. Su Jezabel se convirtió en una Lidia. La espina se convirtió en un lirio.”

Pero debe agregarse algo rápidamente para completar la imagen. Las mujeres cristianas, con más frecuencia han si­do las víctimas antes que las victimarías.

Linda es un ejemplo. Antes de ser salva se casó con un hermano llamado Tony. Ella pensaba que él era bien pareci­do y encantador.

Pero en el momento en que nació su primer hijo y ella se había convertido en creyente, supo que Tony era un fracasa­do. No debería haberlo juzgado por su apariencia. Él era alérgico al trabajo y ajeno a la vida responsable. Era borra­cho y mujeriego. A veces se iba de la casa por meses, y lue­go retomaba como si nada hubiera sucedido, para vivir nue­vamente con Linda como su esposo. Para cuando nació el siguiente bebé, él partió nuevamente, dejando a Linda man­teniendo la familia.

Como una esposa piadosa Linda buscó seguir el patrón descrito en 1 Pedro 3:1-2: “Asimismo vosotras, mujeres, es­tad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa.”

En vez de tomar represalias o fastidiarse, Linda intentó ganar a su esposo a través de una vida de justicia y con un comportamiento extraordinario. Se podrían escribir libros de mujeres similares que obedecieron el consejo de Pedro y vivieron para ver a sus esposos venir a Cristo.

William Macdonald

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