Para responder esta pregunta, nos re editaremos al artículo del hermano Luis Sabino, publicado en la revista “Sana Doctrina” en abril de 1971. En este breve artículo, el autor, describe los mismos hechos que están sucediendo en nuestros días, y cada uno de los lectores puede complementarlo con algunos hechos nuevos, pero los que describe nos vasta para que veamos que podemos estar mas cerca que nunca de la venida del Señor y del inicio de los juicios de Dios contra la humanidad pecadora.
LAS SEÑALES DE LOS TIEMPOS (2 Tim. 3:4, 7)
Los días en que
vivimos nos muestran cuan cerca estamos de los juicios terribles que han de
venir sobre esta pobre humanidad. Preguntará alguno: ¿Podemos realmente saber
esto? Contestamos que sí, pues nuestro Padre Celestial nos ha dado Su Libro en
el cual nos predice las señales que precederán a la gran tribulación» y es
nuestra obligación tomar nota de ello.
Las noticias de toda clase en la Prensa, radio y televisión,
proporcionan pruebas de la infalibilidad de la Biblia. Hacemos bien cuando
comparamos las noticias de los diarios con lo que dice la Biblia. Cada ejemplar
casi, trae alguna noticia instructiva a la luz de la Palabra de Dios. Ellas
indican los síntomas de los tiempos. De modo que alabemos a nuestro omnisciente
Dios, pues su Palabra es Exacta e Invariable (Mt. 24:35).
Una de las tantas señales de los tiempos en la vida de los hombres y
que indican el fin de la Presente época, es sin duda alguna la inmoralidad. En
todas las épocas hubo divorcios, literatura vil,
nacimientos ilegítimos, prostitución, etc., pero hoy día
todas estas prácticas perversas se han incrementado en grado sumo. A todo esto,
deberíamos
No vale la pena ocupar renglones con
los informes de la prensa diaria respecto a la inmoralidad y como ésta va en
constante aumento. Pero, sin duda alguna que ella demostraría 'la verdad de
estas observaciones. ¿Nos será extraño entonces, que vengan pronto los juicios
divinos? Las grandes (y pequeñas) ciudades del mundo,
El
profeta Ezequiel nos dice: "La espada, la espada está afilada
Nosotros,
como Hijos de Dios, guardémonos de todas estas cosas. "Así que, amados,
pues teniendo tales promesas, limpiémonos de toda inmundicia de carne y de
espíritu, perfeccionando la santificación en temor de Dios" (2 Cor. 7:1).
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