domingo, 15 de diciembre de 2024

La Nueva Creación (2 Co 5:13-21)


Es una bendición ver en este capítulo como el pensamiento de “Dios” se revela en la Nueva Creación. En este aspecto el hombre se pierde por sus pecados y responsabilidad- muertos en ellos. El juicio del primer Adán es completo. Lo viejo se ha ido completamente. Es una nueva creación ahora, y, en esta nueva creación, yo encuentro a Dios en vez de al hombre. Incluso Cristo mismo, conocido en la carne, no es más conocido en esa forma. Cierto, Él fue, cuando estuvo aquí en la tierra, la esperanza y expectativa de la fe viniendo al mundo. Pero el apóstol solo lo conoce ahora habiendo muerto por todos y glorificado, todo bajo muerte. Ya sea judío o Gentil, y Cristo no es más conocido en la carne- esto es como viniendo por la esperanza de los hombres- pero Cabeza de una nueva creación, donde todas las cosas son de Dios, y en la cual nosotros hemos sido hechos en El los rectos de Dios.

Dios se ha manifestado en el segundo Hombre, buscó reconciliación en Su muerte, y ahora nosotros somos los rectos de Dios en El. En la primera creación, vemos al hombre y su responsabilidad. En la nueva creación todas las cosas son de Dios, y el hombre es reconciliado por Jesucristo en El. Nosotros queremos tener el poder de esto en nuestras almas para vivir como si perteneciéremos a la nueva creación, como reconciliados por Dios para El, todo lo que pertenecía a la vieja creación se ha ido para siempre con la fe- “las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. Vemos como el apóstol caminó en el poder de esto en el verso 13: “Porque” él dice, “si estamos locos, es para Dios; y si somos cuerdos, es para vosotros”. Es decir, si el estuviera más allá de las influencias de pertenecer a él como hombre, no fue una agitación que pertenecía a estas influencias, eso fue porque él era absorto en Dios. Esto es lo que llamamos éxtasis. Cuando su espíritu fue libre de levantarse delante del presente servicio en el que él estaba en Cristo, él estaba perdido en Dios, llevado más allá de sí mismo. Si el estuviera sobrio, si el tuviera que pesar las dificultades llegar dentro de la sobria estimación de lo que estaba delante de el- fue Dios trabajando en amor en él. Su pensamiento era totalmente para otros en ese amor. Esta era su vida diaria; como si el fuera transportado con Dios; cuando él pensaba en cosas de aquí abajo en la tierra, todos sus pensamientos eran para otros. Era el amor de Dios que lo movía, y el miraba alrededor de todo en conexión con la muerte de Cristo. Ya no era más un Mesías vivo en la carne con promesas para Israel. Todo esto había acabado. Cristo había muerto, y el juzgó que Cristo no habría ido a muerte, si el hombre no hubiera estado allí. Toda la historia de la raza de Adán está ligada a la muerte. Si todos ellos no hubieran estado muertos, Cristo no habría muerto; ¿por qué ir allí abajo si otros no estaban allí? Y, por tanto, aquellos entre los cuales ellos vivían, no estaban para vivir para ellos ahora, sino para Cristo, Quien murió por ellos y se levantó nuevamente. De esta manera, si el conocía a un hombre no convertido, el no pensaría en el cómo un viejo conocido, lo conocería como tal. Él lo miraría como alguien que murió, y necesitaba ser salvado a través de la muerte de Cristo. O si la persona fuera un cristiano, sería lo mismo. Él no lo conocería en la carne según una vieja amistad con él; él lo miraría como alguien vivo en Cristo, y su único pensamiento sería que Cristo podía ser glorificado en él. Incluso Cristo mismo no debía ser conocido más en conexión con esta creación. Él había muerto a ella, y si algún hombre está en Cristo, él es de la nueva creación, donde las cosas viejas pasaron, y todas las cosas se han hecho nuevas, y todas las cosas son de Dios. El hombre es mirado como muerto, y Dios trae una nueva creación. Nosotros tenemos el mismo aspecto de verdad, cuando en el versículo 19 el habla de la venida de Cristo en la carne. No es planteado como promesas cumplidas para Israel, sino Dios revelándose a sí mismo en gracia a el mundo. “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados”. Éste fue el aspecto de la primera venida de Cristo, en la cual el apóstol pensó en El. Sabemos que El vino a los suyos, y fue un ministro de la circuncisión por la verdad de Dios para confirmar las promesas hechas a los padres.

J.N. Darby

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