Es una bendición ver en este capítulo como el pensamiento de “Dios” se revela en la Nueva Creación. En este aspecto el hombre se pierde por sus pecados y responsabilidad- muertos en ellos. El juicio del primer Adán es completo. Lo viejo se ha ido completamente. Es una nueva creación ahora, y, en esta nueva creación, yo encuentro a Dios en vez de al hombre. Incluso Cristo mismo, conocido en la carne, no es más conocido en esa forma. Cierto, Él fue, cuando estuvo aquí en la tierra, la esperanza y expectativa de la fe viniendo al mundo. Pero el apóstol solo lo conoce ahora habiendo muerto por todos y glorificado, todo bajo muerte. Ya sea judío o Gentil, y Cristo no es más conocido en la carne- esto es como viniendo por la esperanza de los hombres- pero Cabeza de una nueva creación, donde todas las cosas son de Dios, y en la cual nosotros hemos sido hechos en El los rectos de Dios.
Dios se ha manifestado en el segundo
Hombre, buscó reconciliación en Su muerte, y ahora nosotros somos los rectos de
Dios en El. En la primera creación, vemos al hombre y su responsabilidad. En la
nueva creación todas las cosas son de Dios, y el hombre es reconciliado por
Jesucristo en El. Nosotros queremos tener el poder de esto en nuestras almas
para vivir como si perteneciéremos a la nueva creación, como reconciliados por
Dios para El, todo lo que pertenecía a la vieja creación se ha ido para siempre
con la fe- “las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. Vemos
como el apóstol caminó en el poder de esto en el verso 13: “Porque” él dice,
“si estamos locos, es para Dios; y si somos cuerdos, es para vosotros”. Es
decir, si el estuviera más allá de las influencias de pertenecer a él como
hombre, no fue una agitación que pertenecía a estas influencias, eso fue porque
él era absorto en Dios. Esto es lo que llamamos éxtasis. Cuando su espíritu fue
libre de levantarse delante del presente servicio en el que él estaba en
Cristo, él estaba perdido en Dios, llevado más allá de sí mismo. Si el
estuviera sobrio, si el tuviera que pesar las dificultades llegar dentro de la
sobria estimación de lo que estaba delante de el- fue Dios trabajando en amor
en él. Su pensamiento era totalmente para otros en ese amor. Esta era su vida
diaria; como si el fuera transportado con Dios; cuando él pensaba en cosas de
aquí abajo en la tierra, todos sus pensamientos eran para otros. Era el amor de
Dios que lo movía, y el miraba alrededor de todo en conexión con la muerte de
Cristo. Ya no era más un Mesías vivo en la carne con promesas para Israel. Todo
esto había acabado. Cristo había muerto, y el juzgó que Cristo no habría ido a
muerte, si el hombre no hubiera estado allí. Toda la historia de la raza de
Adán está ligada a la muerte. Si todos ellos no hubieran estado muertos, Cristo
no habría muerto; ¿por qué ir allí abajo si otros no estaban allí? Y, por
tanto, aquellos entre los cuales ellos vivían, no estaban para vivir para ellos
ahora, sino para Cristo, Quien murió por ellos y se levantó nuevamente. De esta
manera, si el conocía a un hombre no convertido, el no pensaría en el cómo un
viejo conocido, lo conocería como tal. Él lo miraría como alguien que murió, y
necesitaba ser salvado a través de la muerte de Cristo. O si la persona fuera
un cristiano, sería lo mismo. Él no lo conocería en la carne según una vieja
amistad con él; él lo miraría como alguien vivo en Cristo, y su único
pensamiento sería que Cristo podía ser glorificado en él. Incluso Cristo mismo
no debía ser conocido más en conexión con esta creación. Él había muerto a
ella, y si algún hombre está en Cristo, él es de la nueva creación, donde las
cosas viejas pasaron, y todas las cosas se han hecho nuevas, y todas las cosas
son de Dios. El hombre es mirado como muerto, y Dios trae una nueva creación.
Nosotros tenemos el mismo aspecto de verdad, cuando en el versículo 19 el habla
de la venida de Cristo en la carne. No es planteado como promesas cumplidas para
Israel, sino Dios revelándose a sí mismo en gracia a el mundo. “Dios estaba en
Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres
sus pecados”. Éste fue el aspecto de la primera venida de Cristo, en la cual el
apóstol pensó en El. Sabemos que El vino a los suyos, y fue un ministro de la
circuncisión por la verdad de Dios para confirmar las promesas hechas a los
padres.
J.N. Darby
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