San Pablo fue el hombre sumamente diestro en alegorías e ilustraciones figurativas para enseñarnos la verdad de las cosas doctrinales que se proponía para la edificación de los creyentes. Una de sus representaciones más hermosas, atrayentes y objetivas es la del cuerpo humano. Con una pericia que sobrepasa los conocimientos de la ciencia más moderna, nos introduce a siete lecciones del cuerpo humano aplicado a la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo.
La
conformidad del miembro: “Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de
ellos en el cuerpo, como quiso.” (1 Corintios 12:18)
Están
contentos en el lugar que les puso. Nunca debe un hermano quejarse del lugar
que ocupa en su asamblea. El hogar y demás instituciones incumbe al hombre
disponer a su antojo, pero la iglesia es de Cristo y por medio de su palabra la
edifica.
¡Maravilloso!
No hay creación que iguale esta obra hecha por las manos de Dios. Pienso que el
matrimonio, Cristo y su Iglesia y el cuerpo humano son las unidades perfectas
en el mundo; lo demás todo es intangible, sujeto a errores. El cuerpo nos
introduce a ese trío que el apóstol recomienda cuidar. “Para que vuestro
espíritu, alma y cuerpo, sea guardado entero para el día del Señor.” (2
Tesalonicenses 5:23) El matrimonio nos lleva aquel día de “las bodas del
Cordero.”
La
ciencia moderna a veces para desacreditar a Dios ha dicho que hay miembros
sobrantes en el cuerpo. Uno años después se ha levantado otro grupo de
científicos que reconocen que nada hay de más en el cuerpo. Así como en el
cuerpo humano se introducen enemigos que provocan una lucha con las defensas
del organismo hasta que sacan fuera al intruso, así también en la iglesia del
Señor se meten unos “sujetos,” “ladrón y robador,” que no han entrado
correctamente por la puerta. (Juan 10:1-15) Todo el tiempo que están adentro,
el Espíritu Santo les constriñe y redarguye a que legalicen su entrada por el
arrepentimiento; al fin los tales, como fueron metidos así, tienen que salir.
El miembro más mínimo
en el cuerpo es de gran utilidad; sus funciones rinden un servicio. Los
parásitos son extraños; su misión es robar la alimentación de los miembros. Es
cierto que se puede vivir sin algún miembro, pero una de las peores desgracias
para el hombre es arrastrar un miembro muerto en su cuerpo. Así, las manos, los
ojos, los pies, las uñas, los dientes, los oídos, las glándulas, tienen sus
funciones útiles en el cuerpo, así es también cada creyente que tenga vida en
la iglesia del Señor.
Un
doctor al tratarme una afección en un ojo me dijo: “Use los lentes que le
prescribo, porque ahora el ojo bueno ha de trabajar más, llevando a cabo la
visión que generan los dos ojos.” En ello pude juzgar la suma necesidad del
miembro en el cuerpo y cómo un miembro es sobrecargado del otro. Del mismo modo
en el lado espiritual, los miembros en la iglesia son llamados a la misma obra.
“Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.”
(Gálatas 6:2)
¡Cuánto
preocupamos cubrir las partes feas del cuerpo y adornar las señales y defectos
físicos, con el fin de presentarlos dignos ante los demás! La ciencia ha
buscado por la cirugía plástica llenar los huecos y deformaciones del cuerpo.
Cómo debemos cubrir las debilidades de nuestros hermanos, ya que el Señor nos
ha dado la gracia de un don moral, para reprender o corregir al hermano, todo
ello para su honra y bien, sin que entremos en complicidad con la inmundicia.
La
unidad del cuerpo es intrínseca por el amor que los miembros se tienen. Todos
los miembros se alegran con el honor de uno; todos los miembros se afligen con
el dolor de alguno. Fue una de las preocupaciones grandes del Señor: “Para que
todos sean una cosa como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos
sean en nosotros una cosa: para que el mundo crea que tú me enviaste.” “Gozaos
con los que se gozan; llorad con los que lloran.” (Juan 17:21, Romanos 12:15)
La capacidad de los miembros: “A unos puso Dios en la Iglesia.” v. 28
Cada
miembro en el cuerpo trabaja según su ventaja y energía; ninguno interviene en
la facultad de otro, pero hay afinidad, comprensión y colaboración. Asimismo,
los creyentes en la iglesia; su desarrollo corresponde de acuerdo a su
capacidad. “De manera que, teniendo diferentes dones según la gracia que nos es
dada ... úsese conforme a la medida de la fe ... Ninguno tenga más alto
concepto de sí que el que debe tener.” (Romanos 12:3,6)
José Naranjo
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