Este pareado se encuentra
en 2ª Corintios 4: 16 donde leemos, "Por tanto, no desmayamos; antes,
aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante
se renueva de día en día". Pablo está hablando de lo que sostiene al
ministro en la senda de servicio y testimonio. Él y sus colaboradores estaban
sometidos continuamente a los peligros de la persecución. Ellos vivían a sólo
un paso de la muerte en cualquier momento. Naturalmente, esto era agotador ya que
sucedía día tras día, pero él explica que ellos eran sustentados por Dios en
esas circunstancias difíciles.
EL HOMBRE EXTERIOR
Pablo coloca la
renovación del "hombre interior" en contraste con el desgaste
del "hombre exterior". El hombre exterior es un término que él
utiliza para designar nuestros cuerpos físicos. Estos se están desgastando
lentamente porque son mortales y han sido afectados por el pecado. La edad, el
dolor, los rigores de la persecución, la tribulación y el trabajo desgastan
nuestros cuerpos, —
el "hombre exterior". Pero el Apóstol nos dice que él tenía
algo mayor que esperar: a saber, la gloria, y nosotros también.
EL HOMBRE INTERIOR
Si el "hombre
exterior" se refiere a nuestros cuerpos físicos, el "hombre
interior" sería nuestra alma y nuestro espíritu. (2ª Corintios 4: 16;
Romanos 7: 22; Efesios 3: 16). Nuestros cuerpos pueden ser renovados en cierta
medida mediante la comida y el sueño, pero incluso esto es una batalla perdida.
Si el Señor no viene durante el transcurso de nuestra vida nuestros cuerpos
sucumbirán finalmente a un colapso total en la muerte. Por otra parte, el
"hombre interior" es renovado por el poder del Espíritu Santo
mediante la comunión con las Personas divinas. La oración y la Palabra de Dios
son los vehículos que Dios utiliza para rejuvenecer el "hombre interior".
Mientras continuamos en la senda
nuestros cuerpos se debilitarán a medida que envejecemos, pero el "hombre
interior", —
alma y espíritu, —
se fortalecerá, si andamos con el Señor. Por una parte, nosotros tenemos
nuestra "tribulación" por cuerpos que se desgastan, y por otra parte
tenemos la "gloria". (2ª Corintios 4: 17). Es sorprendente que
Pablo hable de nuestra tribulación como siendo "leve" y de la
gloria como un "peso". Esto es un contraste intencionado. A
veces podemos haber pensado que nuestra tribulación era realmente muy pesada,
pero en comparación con el peso de la gloria dicha tribulación no es mucho en
absoluto. En otra parte Pablo dijo, "Pues tengo por cierto que las
aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que
en nosotros ha de manifestarse". (Romanos 8: 18).
Algunas
consideraciones prácticas
Aunque nuestro "hombre
exterior" pueda estar desgastándose Pablo menciona tres cosas
que nos sostendrán en la senda de la fe y del servicio. (2ª Corintios 4:
16-18). Estas cosas lo sostuvieron a él y a sus compañeros y ellas sostendrán
también nuestra vida espiritual. De hecho, no hay nada más que lo hará. Por lo
tanto, es vital que estas tres cosas se encuentren en nuestras vidas. Ellas
son:
En primer lugar, — La
renovación diaria de nuestras almas mediante la oración y la
meditación en la Palabra.
(Versículo 16).
Si Pablo y sus
colaboradores descuidaban la importancia de esta renovación diaria de las almas
ellos no habrían podido continuar en la senda de servicio. Ellos no están solos
en esto; si nosotros descuidamos una renovación diaria de nuestras almas
tampoco podremos continuar. Si no tenemos esto en nuestras vidas vamos a recaer
en el mundo. Ello es el sustento espiritual del creyente.
En segundo lugar, —
Saber que las tribulaciones y adversidades que soportamos en la senda están
obrando para nuestro beneficio eterno. (Versículo 17)
Las tribulaciones que
experimentamos en la senda están siendo utilizadas por Dios para quebrantar la
voluntad de la carne y enseñarnos la sumisión a Su divina voluntad. Las pruebas
recibidas de la mano de Dios en un espíritu recto formarán en nosotros algo
provechoso para la eternidad. Nosotros debiésemos valorar eso y estar
dispuestos para todo lo que el Señor permita en nuestras vidas en la senda de
la tribulación. Las recompensas que el Señor da en Su tribunal son para el
reino, pero la capacidad que está siendo formada actualmente en los santos será
llevada a la eternidad. (Lucas 10: 42; 2ª Corintios 4: 17).
En tercer lugar, —
Mantener nuestros ojos fijos en las cosas que no se ven que son eternas. (Versículo
18).
Para el hombre del
mundo esto es un despropósito. Él pregunta: «¿Cómo puede alguien mirar cosas
que no se ven?» Pero nosotros miramos esas cosas con los ojos de nuestro
corazón. La Escritura dice que la fe ve cosas que no se ven. (Hebreos 11: 1).
Si nuestros ojos se apartan de la meta eterna que tenemos ante nosotros y
miramos las cosas del mundo ciertamente desmayaremos por el camino. Pero si las
cosas eternas tienen un lugar en nuestra vida cotidiana, «no desmayaremos.»
B. ANSTEY
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