EL PERDÓN
Puntos clave
• El perdón de Dios es
personal y enmienda nuestra relación con Él.
• El perdón de Dios es judicial y quita
nuestra culpa ante Él.
• El perdón de pecados que Dios da
depende del arrepentimiento y la fe.
•El perdón de un creyente debe ser
incondicional de modo que refleje el perdón de Dios.
El perdón es un
concepto clave en la Biblia. Bien sea que midamos su importancia por el espacio
que se le dedica en las Escrituras, por la prominencia que tenía en las
enseñanzas del Señor Jesucristo, o por su papel en la salvación del ser humano,
se trata de un GRAN tema. Las dos áreas principales donde actúa el perdón son
la relación del hombre con Dios y la relación del hombre con sus semejantes.
Como este libro se centra en las doctrinas de la salvación, nos enfocaremos en
el perdón con Dios.
¿Qué es el perdón?
Básicamente significa que una persona que ha sido perjudicada renuncie a
cualquier derecho de exigir el castigo o la reparación del agravio hecho. En
segundo lugar, significa abandonar los sentimientos de enojo hacia el agresor,
que resultan del agravio sufrido.
La salvación significa
que Dios perdona nuestros pecados. Esto quiere decir necesariamente que
nuestros pecados han ofendido a Dios; si no fuera así, no tendríamos necesidad
de su perdón.
Todo pecado ofende a
Dios, sin importar si perjudica o no a otro ser humano. Por lo tanto, el pecado
contra otra persona también es un pecado contra Dios. De ello se deduce que
necesitamos tanto el perdón del hombre como el de Dios. De igual manera, se
puede cometer un pecado contra Dios sin que otra persona sea perjudicada. Por
ejemplo, podemos pecar contra Dios al tener pensamientos pecaminosos, aunque
éstos nunca se conviertan en acciones pecaminosas.
Dios perdona el pecado
en dos formas. Nos perdona nuestros pecados en el momento de la salvación. Este
es acto de la voluntad de Dios que ocurre una sola vez y para siempre, y que
nos perdona los pecados pasados y futuros, así como la culpa que heredamos “en
Adán”. Cuando Él nos perdona, lo hace de manera judicial. 1 Juan 1:9 (citado
más adelante) indica que debemos continuar buscando el perdón de Dios después
de la salvación. Este perdón no es con miras a alcanzar la salvación de los
pecados, sino como una expresión de nuestro arrepentimiento por las cosas malas
que seguimos haciendo después de la salvación. Estos pecados post-conversión
pueden dañar nuestra relación con Dios, pero no nuestra posición en Cristo.
Dios nos ofrece el perdón personal después de la salvación y así restaura
nuestra comunión personal con Dios.
Aunque hay similitudes entre el perdón
que les damos a otros y el perdón que Dios le da al creyente, también hay
diferencias importantes.
Algunas diferencias
• Dios siempre está dispuesto a
perdonar (Cf. Mateo 12:32; Marcos 3:28-29; Lucas 12:10; 1 Juan 5:16). Él sabe
cómo y cuándo hacerlo. Nosotros batallamos para perdonar y muchas veces no
sabemos ni cómo ni cuándo ofrecer el perdón, porque, a diferencia de Dios,
tenemos una naturaleza pecaminosa y estamos sujetos a las limitaciones de
nuestra humanidad.
• A Dios nunca se le puede echar la
culpa por el pecado y no tiene ninguna responsabilidad por los problemas que
dan lugar a la necesidad del perdón. Cuando nosotros perdonamos, a menudo
ocurre que, de una forma u otra, somos culpables del problema que causó la ofensa.
También somos capaces de sentirnos agredidos cuando en realidad no se ha cometido
ninguna ofensa.
•
Cuando perdonamos, no es para la salvación eterna del ofensor. Perdonamos como una
expresión de la gracia de Dios en nosotros y para mantener una relación que ha
sido dañada.
Algunas
similitudes
• Dios ofrece el perdón para restaurar
una relación rota por el pecado. Así también el perdón humano tiene el
propósito de restaurar relaciones interpersonales.
• El perdón de pecados que Dios da
implica que Él abandona su derecho de castigar al pecador por el mal que
cometió. Así también el perdón humano implica abandonar cualquier derecho de
exigir el castigo o la retribución para el agresor.
El perdón no es lo mismo que la reconciliación,
aunque están estrechamente relacionados. Ambos implican la restauración de una
relación. Aunque la reconciliación supone que el hombre ponga a un lado su
hostilidad (injustificada) hacia Dios y que Dios ponga a un lado su ira
(justificada) contra nosotros, el perdón para la salvación es un acto
unilateral. Él nos perdona, pero no tiene necesidad de buscar que nosotros lo
perdonemos a Él.
La capacidad de Dios
para perdonar depende del Calvario. Esto es así porque la capacidad para perdonar,
como se mencionó anteriormente, depende de que la transgresión haya sido
tratada de la manera correcta, y no simplemente ignorada o pasada por alto.
Cuando el Señor Jesucristo llevó el castigo por el pecado, hizo que el perdón
fuera posible, ya que la justicia divina, el gran obstáculo para que hubiera
perdón, fue satisfecha con la muerte de Cristo. El derecho humano de exigir el arrepentimiento
como una condición previa para perdonar es un derecho que sólo se puede ejercer
en circunstancias muy limitadas y nunca justifica sentimientos de amargura u
odio.
El perdón de Dios para salvación es incondicional
y perpetuo. El carácter definitivo del perdón de Dios es parte de la doctrina
de la seguridad eterna del creyente. Por consiguiente, los pecados que la
persona perdonada comete posteriormente no provocan que Dios se retracte de su
perdón, porque Él perdonó todos nuestros pecados: pasados, presentes y futuros.
Nada de lo que hagamos después de la salvación queda fuera del ámbito de su
perdón. En cambio, nuestro disfrute diario del perdón de Dios depende de nuestra
condición espiritual y nuestra disposición a confesar nuestros pecados.
ESCRITURAS CLAVE
Bienaventurado aquel
cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado (Salmo 32:1).
Al ver él la fe de
ellos, le dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados. Entonces los escribas y
los fariseos comenzaron a cavilar, diciendo: ¿Quién es éste que habla
blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios? Jesús entonces,
conociendo los pensamientos de ellos, respondiendo les dijo: ¿Qué caviláis en
vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados, o
decir: ¿Levántate y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene
potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo:
Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa (Lucas 5:20-24)
En quien tenemos
redención por su sangre, el perdón de pecados (Colosenses 1:14).
Si confesamos nuestros
pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda
maldad (1 Juan 1:9).
Entonces se le acercó
Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra
mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta
veces siete (Mateo 18:21,22).
Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos,
perdonándonos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo (Efesios
4:32).
CITAS CLAVE
El perdón de una
persona a otra es el más sencillo de los deberes, mientras que el perdón de
Dios al hombre (es) la obra más… costosa. Como se ve en la Biblia, hay una
analogía entre el perdón y la deuda y, en el perdón que Dios da, la deuda debe pagarse,
aunque la pague Él mismo, antes de poder ofrecer el perdón. (Lewis Sperry
Chafer, Teología Sistemática 7:162-1)
El perdón no significa que la víctima
olvidará la ofensa. El perdón significa no seguir pensando demasiado en el
pecado que se perdonó. El perdón es la promesa de no volver a plantear la
cuestión con el ofensor, ni con otros, ni consigo mismo. Cavilar en ello es una
violación a la promesa hecha al otorgar el perdón. (Jay E. Adams)
Alan Summers
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