Porque un momento será su ira, pero su favor dura toda la vida. Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría. Salmo 30:5
Este
versículo, a menudo utilizado en tarjetas de condolencias y cuadros murales
cristianos, merece un análisis más profundo. El salmista había experimentado la
disciplina de Dios, pero reconoce que esta es temporal en comparación con el
gran esquema de todas las cosas. La disciplina es por “un momento” y “para lo
que nos es provechoso, para que participemos de su santidad” (He. 12:10). En
contraste, el favor de Dios para toda la vida y no se ve afectado por las
fluctuaciones de nuestra condición espiritual.
La segunda
parte del versículo es un reflejo de la primera. El lloro dura
una noche, ¡pero da paso a la alegría de una mañana eterna!
En hebreo, la palabra durar utilizada en este versículo
significa alojarse o pasar la noche. Esto nos
presenta la figura de que el llanto es como un huésped temporal que se va por
la mañana, no es un morador permanente.
Quizás el
Señor Jesús tuvo en mente este versículo durante la noche de su traición,
cuando consoló a sus discípulos con las siguientes palabras: “De cierto, de
cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará; pero,
aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo” (Jn.
16:20). Cristo los estaba preparando para los eventos de su muerte y
resurrección, y para el impacto que esto tendría sobre ellos. Ellos tardaron en
entender sus palabras y no las comprendieron plenamente hasta después de su
ascensión.
La verdad
de estos versículos también es cierta para nosotros los cristianos: aunque
vivamos en la noche del rechazo de Cristo, y aunque parezca
que el “dios de este siglo” hace lo que le place, pronto amanecerá una nueva
mañana que nunca acabará, será una “mañana sin nubes” (2 S. 23:4). ¡Cristo ha
resucitado!
Brian Reynolds
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