No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros, (Romanos 13:8)
No tomemos este versículo como una prohibición general contra cualquier clase de deuda. En nuestra sociedad no podemos escapar de los recibos de teléfono, el gas, la electricidad y el agua Bajo ciertas circunstancias, es aconsejable que los discípulos compren su casa utilizando un crédito hipotecario, en vez de pagar la misma cantidad de renta mensual. Además, hoy en día es imposible hacer que un negocio prospere sir contraer algunas deudas.
Pero este versículo, sin duda, prohíbe otras prácticas. Por ejemplo, contraer deudas cuando hay escasa posibilidad e pagarlas o pedir dinero prestado para comprar un producto que se deprecia en su valor. Retrasarse en los pagos o inundarse de deudas para comprar artículos que no son esenciales. También prohíbe que nos rindamos a la tentación de gastar excesivo impulsivamente simplemente porque tenemos una tarjeta de crédito. Prohíbe malgastar el dinero del Señor pagando intereses exorbitantes por facturas sin pagar.
Este versículo está en las Escrituras para que no caigamos en las manos de acreedores apremiantes, para librarnos de problemas matrimoniales que a menudo se presentan por gastar excesivamente, y de los tribunales por quiebra o insolvencia, todos éstos son devastadores del testimonio cristiano.
Por lo general, debemos ser responsables de la manera en que manejamos nuestras finanzas y aprender a vivir modestamente dentro de nuestras posibilidades, recordando siempre que el que toma prestado es esclavo del que presta (ver Pr. 22:7).
La única deuda que siempre sigue vigente para el cristiano es la obligación de amarnos unos a otros. Estamos obligados a amar inconverso y dar a conocer el evangelio (Ro. 1:14), así como amar los hermanos, y a poner nuestras vidas por ellos (1 Jn. 3:1, 6). Esto clase de deuda nunca nos meterá en problemas con la ley. Por el contrario, como Pablo dice, éste es el cumplimiento de la ley.
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