4. Los Ángeles.
El ángel de Jehová
¿Quién es este Ángel?
Unas
de las preguntas que para algunos es difícil de responder y para otros es muy
fácil de encontrar es la identidad de este ser. En sí es un ser misterioso; pero
por el análisis de los textos que hemos repasado no es un ángel común, es más,
muestra un alto grado de dignidad, en grado
tal, que los que se han acercado, han tenido que rendirle homenaje. Algunos
creyentes lo han identificado con el Señor Jesucristo. De ser así, entonces
corresponde a teofanía o más bien, una
Cristofanía, es decir, una manifestación del Señor Jesucristo antes de su
encarnación.
Los
Rabinos también han encontrado en este ángel a un ser particular, que escapa al
arquetipo de un ángel común. De hecho le
dieron un nombre particular para identificarlo. Le llamaron Metratón y que
quiere decir, el Ángel de su Faz. Este nombre o designación no se encuentra en
el Antiguo Testamento (Tanaj) ni en el Nuevo Testamento.
En el Talmud Babilónico y en el Zohar
(dos libros de interpretaciones de los rabinos) encontramos referencia a este ser. En el primero se habla
que esta sentado en la posición que le corresponde a Dios mismo. Y en el segundo,
lo identifica con el ángel que guió a pueblo de Israel por el desierto, después
de haber salido de Egipto y lo muestra como un sacerdote celestial.
En
otro comentario, el Talmud dice: «El Metratón, el ángel del Señor, está unido
al Dios Altísimo en perfecta unidad en su naturaleza», mientras que otras
fuentes hablan acerca de él como de uno que «tiene dominio sobre todo lo
creado». La Midrash, que es antiquísima, conocida como Otiot de Rabbi Akiba,
hace la siguiente declaración respecto al ángel del Señor: «El Metratón es el
ángel, el príncipe de la faz, el príncipe de la ley, el príncipe de la sabiduría,
el príncipe de la fortaleza, el príncipe de la gloria, el príncipe del templo,
el príncipe de los reyes, el príncipe de los gobernantes, de los que ocupan
altos cargos y de los exaltados.»
Después de cientos de años, aun se discute
la etimología de la palabra "Metratón". Se parece a la palabra latina
“Metator” que significa mensajero, guía, líder. La palabra “Metatron” es numéricamente equivalente a Shaddai (Dios) en hebreo gematria
(Numerología en hebreo); por lo tanto le dicen que tiene un “nombre como
su amo.”
El Señor Jesucristo.
El
Ángel de Jehová le dice a Abraham en Génesis 22: De cierto te
bendeciré y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la
arena que está a la orilla del mar, y tu descendencia poseerá las puertas de
sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra,
por cuanto obedeciste a mi voz (Gn. 22:17-18).
Ningún ángel, ni ningún ser creado
(Sal. 148:2,5), puede hacer la promesa a
Abraham. Para ello se necesita poseer los atributos propios de Dios, que son la omnisciencia y
omnipotencia. El primero se requiere para tener conocimiento del futuro, y el
segundo para que la promesa se haga realidad. Tanto la omnisciencia como la
omnipotencia son atributos únicos e incomunicables de Dios.
Si recorremos el Antiguo Testamento
vamos a encontrar que el Ángel de Jehová tiene ciertas características muy
peculiares. Por ejemplo:
·
Tiene
la autoridad para perdonar pecados (Ex. 23:21), algo que es prerrogativa absoluta
de Dios (Dn. 9:9; Mr. 2).
·
Acepta
Adoración (Jos. 5:14).
·
Consolar
·
Castiga
a los rebeldes
·
El
Nombre de Dios está en él
·
Demanda
adoración (Ex. 3:5). Sólo Dios es digno de adoración (Mt. 4:10; Ap. 22:8).
·
Acepta
sacrificios (Jue. 13:19-23).
·
Intercede
¿Y por qué lo comparamos con el
Señor Jesucristo? En los evangelios encontramos sus dichos y actos, y en ellos
podemos encontrar características que nos llevan a meditar en la similitud con
el Ángel de Jehová, que nos llevan a pensar que es la misma persona. Revisemos algunas
de ellas:
1. El Señor dijo que Abraham se había gozado
viendo este momento (Juan 8:56)
2. El Señor Perdonó Pecados (Mateo 9:2; Lucas
7:48)
3. El Señor Aceptó adoración (Juan 9:38)
4. Dijo que él y el Padre eran uno solo (Juan
10:30).
5. Consoló a muchos
Es evidente
que es Jesucristo, no por gusto le decía Jesús a los judíos que Moisés había
escrito de El (Juan 1:45; 5:46). Cuando Felipe encontró a Natanael y le dijo:
Hemos encontrado a aquel de quien Moisés escribió en la Ley, y también los
Profetas: a Jesús de Nazaret, el hijo de José (Juan 1:45).
El Señor Jesucristo
al resucitar cito: “¿No era necesario que el Cristo padeciese estas cosas y que
entrara en su gloria? Y comenzando desde
Moisés y todos los Profetas, les interpretaba en todas las Escrituras lo que
decían de él” (Lucas 24:26-27). Y si leemos los libros de Moisés, notaremos que
"aparentemente" no se habla de el Señor Jesucristo (aunque si
encontramos muchas figuras), son pocas las profecías, pero si habla mucho de
"El Ángel de Jehová".
¿Cómo explicamos todas estas similitudes? La respuesta
está en la doctrina de la Trinidad. El Ángel de Jehová es Jesucristo, la Segunda
Persona de la Trinidad. Esta es la conclusión inevitable a la que llegamos
luego de conocer que la invisibilidad de Dios Padre es establecida en Juan
1:18, 4:24, 5:37; 1 Timoteo 1:17, 6:16; Hebreos 11:27, etc., y que el Espíritu
Santo también es invisible (Jn. 3:8, 14:17). Corresponde señalar enfáticamente
que cuando indicamos que el Ángel de Jehová es Jesucristo, bajo ningún concepto
entendemos que Jesucristo es un ángel o un ser creado. La palabra usada, malak,
significa mensajero, y si bien se usa también para mensajeros
humanos, la connotación sobrenatural y divina
es más que obvia en los pasajes referentes al Ángel de Jehová. Si
reconocemos que existe una unidad y una consistencia indudable entre el Antiguo
y el Nuevo Testamento, tenemos que aceptar la realidad de que Jesucristo
pre-encarnado es la imagen del Dios invisible en el Antiguo Testamento.
Hay cuatro
cuestiones que nos pueden ayudar a identificar al ángel de Jehová con Cristo en
sus apariciones previas a la encarnación.
(1) La segunda
persona de la Trinidad, el Hijo, es el Dios visible del Nuevo Testamento (Jn
1:14, 18; Col. 2:8, 9). De la misma manera, el Hijo era la manifestación
visible de Dios también en la época del Antiguo Testamento.
(2) El ángel de
Jehová no volvió a aparecer tras la encarnación de Cristo. Una referencia como
la de Mateo 1:20 no identifica a ningún ángel en especial, por lo que se
debería entender como una referencia a un ángel del Señor.
(3) Ambos
fueron enviados por Dios y tuvieron ministerios parecidos como revelar, guiar y
juzgar. El Padre no fue nunca enviado.
(4) Este ángel
no podía ser el Padre ni el Espíritu, ya que éstos nunca toman forma corporal
(Jn. 1:18; 3:8).
Una multitud de similitudes entre el Ángel de Jehová y
la persona de Jesucristo apoyan esta doctrina. Ambos tienen ministerios
similares tales como comisionar, consolar, liberar a los cautivos, proteger a
los siervos de Dios, comunicar o revelar verdades, portar grandes promesas,
interceder por la gente de Dios, etc.
Sumado a esto, la ausencia total del Ángel de Jehová
en el Nuevo Testamento, nos ayuda a concluir que el Ángel de Jehová es nuestro
amado Señor Jesucristo.
Resumen
El ángel de Jehová se
nos ha mostrado igual en esencia a Jehová, si bien distinto de Él. La única
solución a esta aparente contradicción es que el ángel de Jehová es una
aparición pre encarnada del Señor Jesús, el Hijo eterno. De hecho, es la
Cristofanía más frecuente del Antiguo Testamento. Sus ministerios son
diversos, dilatados y bien conocidos en los tiempos del Antiguo Testamento,
desde los días de Abraham hasta los de Zacarías. Entre sus ministerios se
encuentran algunos que sólo Dios mismo puede realizar; y son tan paralelos a
los de Cristo que suponen un argumento más a favor de su identificación como el
Cristo pre encarnado.
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