Jonatán pidió de Dios una señal y Dios en
gracia se la dio. Los dos hombres propusieron declararse al enemigo y si el
enemigo dijera, "Esperad hasta que lleguemos a vosotros," entonces
ellos se quedarían en el mismo lugar, pero si el enemigo decía, "subid a
nosotros," ellos lo aceptarían como cosa segura que Dios les daría una
victoria completa (1 Samuel 14:9, 10). No perdamos la lección de esta señal.
"Subid a nosotros" era el lenguaje de seguridad con complacencia.
Una sola roca bien pudo haber destruido a los dos hombres cuando subían el
peñasco agudo; sin embargo, ninguna roca cayó sobre ellos; tan seguros se sentían
los Filisteos, y tan grande fue su menosprecio para los dos hombres que subían.
No hay nada más peligroso que confiar en la fuerza y seguridad humana; pero
nada hay más bendito que el sentido espiritual de nuestra flaqueza y dependencia
en Dios. Cultivemos este último sentido más y más.
Tan pronto como Jonatán y su paje de armas
llegaran arriba, empezaron a matar a los Filisteos, y al mismo tiempo, Jehová
causó un terremoto. Hubo pánico, y en su temor los Filisteos huyeron por allá y
por acá, aparentemente matándose los unos a los otros en su gran consternación.
Así Dios obró contra un enemigo tan insólito.
Los centinelas de Saúl reportaron la conmoción,
pero el Rey no había participado del secreto. Tampoco el sacerdote, quien al mandato
del rey, trajo el arca y principió a inquirir de Dios, pero no recibieron
ninguna contestación. Dios no tenía interés en los formalistas religiosos, sino
que estaba obrando completamente independiente de ellos, como lo ha hecho
frecuentemente, aún hasta hoy día.
El
Triunfo Invariablemente Atrae Números.
Los del pueblo de Dios que se habían ido a
los Filisteos (el escritor inspirado en desprecio los llama
"Hebreos", no "Israelitas" - v. 21), y otros que se habían
escondido, ahora regresan para tener parte en la victoria. Ambos traidores y
cobardes ahora estaban listos a identificarse con el lado de Dios, ahora que
ese lado estaba triunfando. Siempre ha sido así, pero es mucho más agradable a
Dios la minoría pía que le permanece fiel y que está lista a aceptar el
vituperio y peligro por amor de Su nombre. Los que temían a Dios en Malaquías
3:16 y "los demás que están en Tiatira" (Apocalipsis 2:24) son
ejemplos de esto.
El resto de 1 Samuel 14 es más bien la historia
de Saúl que de Jonatán. El pobre Rey casi tornó la victoria en un desastre. Es
peligroso el entremetimiento de la carne en los movimientos divinos. Saúl había
prohibido que se alimentaran hasta que terminaran con el enemigo, y esa
prohibición necia fue motivo de una terrible licencia de parte del pueblo, tal
como sucede con todas las prohibiciones necias. Los ojos de Jonatán fueron
abiertos por desobedecer a su padre (porque él comió un poco de miel). David
dice, por el contrario, "Los mandamientos de Jehová son rectos, que
alegran el corazón; el precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos"
(Salmo 19:8). Esto quiere decir que el alumbramiento verdadero se encuentra en
el camino de obediencia a Dios.
El Rey todavía reconocía la forma de religión
y por eso edificó un altar (el primero que jamás había levantado para Jehová),
y mandó al sacerdote que consultara a Dios acerca de un mayor esfuerzo contra
los Filisteos. No le vino contestación y viéndose ignorado divinamente,
sospechó que Dios se había desagradado en algo, pero estaba tan lejos de Dios
que nunca pensó que él era el ofensor. ¡Cuán engañosa es la carne!
Cuando echaron suerte, ¡él positivamente
pasó la sentencia de muerte sobre Jonatán! La ignorancia y necedad no podían
hacer más. Pero el sentido común del pueblo se rebeló contra la estupidez del
Rey. "¿Ha de morir Jonatán, el que ha hecho esta grande salvación en
Israel? No será así." Así terminó el asunto. Saúl se fue a su casa y los
Filisteos escaparon sin más castigo. El capítulo entero es muy humillante pues
expone la debilidad y la necedad de la religión de la carne, pero también este
capítulo causa alegría en su certeza preciosa de lo que Dios puede hacer con
los instrumentos más débiles que tienen corazón recto hacia El y quienes pueden
confiar en El completamente.
La historia de Jonatán está entretejida
con la de David. Por alguna razón, no tomó parte en la batalla del valle de
Ela, aunque parece que estaba en el campo de Israel en ese tiempo. ¿No era él
en ese momento un instrumento "útil al Señor, y dispuesto para toda buena
obra?" (2 Timoteo 2:21). El hecho que un hombre esté listo para Dios en
cierto tiempo, no significa que lo esté también listo en otra ocasión. La fe
aun en los santos más fieles fluctúa seriamente. Vemos esto muy distintamente
en Elias. La soberanía de Dioses la explicación más probable de la inactividad
de Jonatán frente a Goliat. Una de las grandes lecciones del Libro de Los
Hechos es que Dios actúa cómo y cuándo a El le plazca, usando a quien El
desee. Había llegado Su tiempo para introducir a David al pueblo; por consiguiente,
el joven fue manifestado en toda la dulce simplicidad de su fe, en un completo
contraste con la ponderosa formalidad y debilidad espiritual del hombre
escogido del pueblo.
Cuando David volvía del conflicto con la cabeza
del filisteo en su mano, "el alma de Jonatán quedó ligada con la de
David." Después de la muerte trágica de Jonatán, David podía decir de él,
"Que me fuiste muy dulce; más maravilloso me fue tu amor que el amor de
las mujeres" (2 Samuel 1:26).
No Hay
Sustituto para el Amor
Por muy ingenioso que sea el hombre nunca
puede pensar en el algo que tome el lugar del amor. "Las muchas aguas no
podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos. Si diese el hombre todos los
bienes de su casa por este amor, de cierto lo menospreciarían" (Cantares
8:7). Jehová lamentó sobre Israel, "Me he acordado de ti, de la fidelidad
de tu juventud, del amor de tu desposorio, cuando andabas en pos de mí en el
desierto, en tierra no sembrada. Santo era Israel a Jehová... Así dijo Jehová:
¿Que maldad hallaron en mí vuestros padres, que se alejaron de mí?... Mas
dijiste: No hay remedio en ninguna manera, porque a extraños he amado, y tras
ellos he de ir" (Jeremías 2:1-5,
25). En Apocalipsis 2 leemos como el Señor reprendió a los de Éfeso,
"Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor." En Éfeso tenían
las obras; también pureza de doctrina y orden eclesiástico; pero el decaimiento
del amor esparció una sombra triste sobre todo.
David regresando de la matanza de Goliat
es un tipo del Cristo resucitado. Sólo así Le conoce el cristiano (2 Corintios
5:16). En Su muerte, El hizo la expiación de nuestros pecados; El hizo fin,
como ante Dios del viejo hombre de pecado y corrupción; y derribó la fuerza de
todos nuestros enemigos. El es ahora el Hombre exaltado en los cielos. Quien
una vez descendió a las partes más bajas de la tierra es el mismo quien también
subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo (Efesios 4:10).
¡Ciertamente nuestras almas se alegran al pensar en El así! Y ciertamente
nuestras afecciones Le siguen al lugar a donde El ha ido. ¿Qué lugar puede
tener el mundo en la mente y corazón de quien tiene el conocimiento bendito de
Aquel que aunque rechazado aquí, es honrado allá?
Jonatán
Amó a David…
…como a su propia alma, y sin dilación dio prueba de su amor al despojarse
de todo para él. La magnitud de su rendición es notable. "Jonatán se quitó
el manto que llevaba, y se lo dio a David, y otras ropas suyas, hasta su
espada, su arco y su talabarte." (1 Samuel 18:4). Fue algo muy grande dar
a David su manto y otras ropas, pero siendo un soldado, y a más de ello un
príncipe real, entregar también sus armas fue algo muy extraordinario. ¡Cuán
grande entonces era el amor de Jonatán para David!
En Filipenses 3 encontramos a Pablo en el
cuarto de despojamiento. Ninguna otra persona en su día podía jactarse en la
carne, como él. Tenía todas las ventajas, sea de raza, de religión, o de
moralidad. Pero la primera vista del Cristo glorificado echó por tierra para
siempre todo lo que él consideraba valioso. "Pero cuantas cosas eran para
mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo." No fue
para él un acto impulsivo de entusiasmo momentáneo, sino el solemne cálculo de
un hombre quien había aprendido de Dios el valor de las cosas de arriba y las
de abajo. Pablo nunca se apartó de su primera devoción a Cristo; Jonatán
tampoco menguó su devoción a David. Ambos amaron su objeto hasta el fin de su vida.
Después de años de sufrimiento sin paralelo y de reproche por Cristo - la
historia abreviada se encuentra en 2 Corintios 11 - Pablo podía decir, "Y
ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del
conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cuál lo he perdido todo, y
lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en El" (Filipenses
3:8, 9).
"Las cosas que se escribieron antes,
para nuestra enseñanza se escribieron" (Romanos 15:4). Hermanos, ¿qué
hemos aprendido de Jonatán y de Pablo? El segundo escribe a todos nosotros,
"Sed imitadores de mí" (1 Corintios 11:1), y añade, "así como yo
de Cristo", y en Filipenses 3:17, dice "y mirad a los que así se
conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros." Examinemos nuestra
senda cristiana. En verdad, ¿a qué hemos renunciado por Aquel a quien
profesamos amar? ¿Cuántos ídolos queridos hemos abandonado por El? ¿Hasta qué
grado hemos compartido Su rechazamiento? Es muy evidente que Pablo y sus
compañeros anduvieron un camino de pérdida; él podía decir, "Hemos
llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres" (1
Corintios 4:9). ¿Puede verse esto en nosotros? Qué Dios por Su bendito Espíritu
ejercite nuestros corazones y conciencias en estas cosas.
Verdades Bíblicas Noviembre – Diciembre 1975, Nº 323-324
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