En
el Antiguo Testamento encontramos que en muchas ocasiones Dios habló a sus
siervos dándoles órdenes expresas que tenían que ser cumplidas al pie de la
letra, cuando Dios hablaba había que obedecer. De no hacer las cosas como él
señalaba los resultados eran funestos. El pueblo de Israel cuando obedecía la
voz de Dios todas las cosas le salían bien de manera muy especial cuando tenía
que ir a batallar con algún pueblo vecino, pero cuando se apartaba de los
caminos del Señor entonces venía todo lo contrario (Deuteronomio 28:1-37).
Cuando
el Señor dio las medidas a Moisés para construir el Tabernáculo Moisés hizo
tal y como Dios le dijo que hiciera Éxodo 27:1 - 15. Moisés no podía hacer las
cosas a su consideración pues todo para Dios tenía un gran significado como
todos nosotros sabemos hoy en día, el tipo de metal, madera, tela, espacio,
etc. todo debía ser hecho a la medida divina. La iglesia que el Espíritu Santo
está formando por orden expresa del Señor no es nada menos, ni tampoco las
doctrinas que el Señor ha dado para las iglesias locales, para su pueblo que él
ha redimido con su propia sangre.
Es
evidente que existe cierta liviandad en lo que respecta a las observancias
doctrinales en la iglesia del siglo veinte. Las iglesias nominales quieren
hacer las cosas que Dios ha ordenado a su consideración y no según el patrón
Divino.
La
no obediencia a la Palabra del Señor trae resultados negativos a la vida de
los creyentes y a la iglesia.
La
iglesia está edificada sobre el fundamento de los apóstoles y profetas siendo
la principal piedra del ángulo el Señor Jesucristo, y si no tenemos buen
fundamento el edificio será débil, nuestras vidas tambaleantes debemos
cimentarnos bien en el fundamento puesto por el Señor para su iglesia (Ef. 2:
20-22).
Cuando
la Palabra dice que la mujer calle en la congregación, nótese bien que lo dice
en plural vuestras mujeres callen en las congregaciones, 1 Corintios 14:34. No
lo dice solamente a la iglesia de los Corintios sino a todas las iglesias y a
nosotros también pues es la guía que el Espíritu Santo nos ha dejado para que
sigamos su ejemplo. Y si alguna mujer quiere saber algo pues debe preguntar en
su casa a su marido v si no tiene marido lógicamente a los ancianos o hermanos
de confianza. El Señor dice que es indecoroso que una mujer hable en la
congregación (1 Cor. 14:35).
¿Quiere
decir entonces que la mujer no debe cantar en la iglesia? Eso no es lo que
dice la palabra, al contrario el apóstol Pablo exhorta en más de una ocasión a
la iglesia a que alabe al Señor con salmos, cánticos e himnos espirituales
(Efe. 5: 19 y Col. 3:16). Cuando la iglesia está reunida la mujer debe
permanecer en silencio. La palabra es categórica cuando diré que No permito a
la mujer enseñar sino estar en silencio. Cuando la iglesia se reúne para orar
la mujer debe orar en silencio, no debe pararse a hablar dirigiendo la
oración, debe estar con toda sujeción (1ª Tim. 2:11-14) y aquí la Palabra da
dos razones más por la que el Señor quiere que estén en esa posición en la
iglesia:
1.- porque Adán fue formado primero, y
2.,
porque Adán no fue engañado sino la mujer.
Ahora
bien, la mujer tiene amplias oportunidades para servir al Señor y testificar
de él a sus amigos y amigas fuera de la iglesia, a los niños etc. en el Nuevo
Testamento encontramos a muchas mujeres que fueron fieles servidoras del
Señor tales como María, Dorcas, Febe, Loida etc. Pero siempre conservando su
lugar y obediencia a la palabra.
La
mujer debe cubrirse la cabeza según nos enseña la Palabra claramente en 1ª
Cor. 11:5,7, 10, 13, este punto lo trataremos por separado con más detenimiento
en otra ocasión.
Las
iglesias deben observar bien las ordenanzas del Señor a la iglesia dada por los
apóstoles para no seguir el camino de desobediencia que al final sólo produce
iglesias débiles y fluctuantes que deshonran el nombre del Señor.
Sendas de Luz, Marzo-Abril, 1978
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