domingo, 2 de marzo de 2014

Doctrina. El Hombre (Parte III)

III. La naturaleza del Hombre.


1.   Hecho a la imagen y semejanza de Dios
       “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza…”  (Génesis 1:26)  “… porque a imagen de Dios es hecho el hombre” (Génesis 9:6).
      ¿Qué significan las palabras imagen y semejanza? Imagen significa la sombra o bosquejo de una figura, al paso que semejanza significa el parecido de la sombra con la figura. Prácticamente las dos son sinónimas. En todo el trato de Dios con el hombre es un hecho fundamental que éste fue hecho a imagen y semejanza de Dios (1 Corintios 11:7; Efesios 4:21.24; Colosenses 3:10; Santiago 3:9). Este modo de hablar lo podemos expresar de la siguiente manera: “Hagamos al hombre a nuestra imagen para tenga nuestra semejanza.”

Lo que no Significa
      La descripción del hombre siendo creado a la imagen y semejanza de Dios no se refiere a la apariencia física del hombre. Aunque a algunos les gustaría que creamos que es así, la frase “imagen de Dios” no hace referencia al hecho de que el ser físico del hombre tiene una formada figura como de Dios. Esto no significa que Dios tiene dos ojos, orejas, manos, y piernas, ya que Dios no es “como oro o plata o piedra” (por ejemplo, Él no es físico; Hechos 17:29), sino es espíritu (Juan 4: 24). Y un espíritu “no tiene carne y huesos” (Lucas 24:39; cf. Mateo 16:17). Entonces, claramente, el hombre no lleva la imagen de Dios en una forma física.
      A imagen de Dios, repetimos, no quiere decir que Dios tiene semejanza física con el hombre. Dios no tiene piernas, manos blancas ni una barba blanca. Cuando la Biblia habla del hombre a imagen de Dios, se refiere al hecho de que el hombre tiene un alma espiritual. Está por encima de los otros seres vivientes que habitan en la tierra. El hombre no es una cosa, sino una persona. El Hombre, por tanto, puede pensar; puede amar a otras personas; puede componer una sinfonía; puede escoger el bien; hacer cosas que ni un perro, ni una lagartija ni ningún otro animal puede hacer. Pero, aunque podamos hacer todas estas cosas, debemos preguntarnos ¿por qué Dios nos hizo así?
        Concluyendo, Dios es Espíritu; Él no tiene partes ni pasiones como el hombre. En consecuencia, los conceptos de Dios como un gran ser humano que tienen los mormones y los seguidores de Swedenborg[1], son erróneos. Deuteronomio 4:15 contradice tal concepto físico de Dios.

Características Espirituales
Algunas de estas características y que tanto tenemos de Dios, las heredamos de sus propios atributos comunicables, esto  es algo que sigue en debate hoy en día pero hay algunas en la que todos podemos estar de acuerdo a lo que hemos visto en nosotros a la luz de la palabra de Dios. Algunas de estas características son:
1.       Ser justo, Santo y  ser fiel a la verdad (Efesios 4:24)
2.       Libertad (Gálatas 5:1) Esto incluye la libertad de tomar nuestras propias decisiones aunque estas no sean buenas.
3.       Los frutos del Espíritu son características del Espíritu de Dios que debemos tener todos si queremos tener semejanza a Dios. (Gálatas 5:22-23)
4.       Las piezas de la armadura de Dios de Efesios 6 también son características que Dios quiere compartir con nosotros (vestíos del Señor Jesucristo, Romanos 13:14)
5.       Una mente moral y racional (Job 32:8)
6.       Autoridad para administrar el resto de la creación (Génesis 1:28)
7.       Precioso y de gran valor y estima. (Génesis 9:6)
8.       El poder de las palabras que declaramos (Santiago 3:8-10) (compara 2 Tesalonicenses 2:8 con Proverbios 18:20-21 )
9.       Y otras cualidades de las cuales puede que no estemos consientes todavía.

La Palabra de Dios no indica que Él ha creado al hombre en Su esencia, sino a Su imagen (Génesis 1:26). Y no debemos olvidar nunca que solamente Dios es omnipotente, omnipresente, y omnisciente.

Otras Características.
·        Capaz de hablar.
Esta capacidad ha sido dada a los seres humanos por sobre todos los seres creados. Esta cualidad es propia de Dios. “Y Dios dijo” aparece diez veces en Génesis 1. Dios habló para crear los “cielos y la tierra, el mar, y todo lo que hay en ellos” (Éxodo 20:11; Salmos 33: 6-9), y Él habló para comunicarse con el hombre (Génesis 1:28). Luego, en el mismo día que Dios creó a Adán, Él contó con el hombre para nombrar a las criaturas que fueron traídas delante de él (Génesis 2:19).
Los Animales no hablan. En contraste con lo anterior, en las Escrituras sólo dos ocasiones se indica que los animales hablaron, y en ambas situaciones fueron  en circunstancias especiales. Tenemos en la Escritura  la serpiente en el Jardín del Edén y la asna de Balaam (Números 22:28- 30).
·        Creativo.
En la escritura, especialmente en los capítulos 1 y 2 de Génesis se muestra toda la actividad creadora de Dios, manifestando su atributo de Todopoderoso. Esta capacidad de crear (obviamente guardando las proporciones) es dado al hombre, ya que  puede crear hermosas sinfonías, emotivas piezas de teatro,  emocionantes novelas. Ha creado naves espaciales que pueden circundar la tierra o llegar a la luna; han creado corazones artificiales para reemplazar los dañados, etc. 
Desgraciadamente el hombre  no ha sabido utilizar este atributo o don divino entregado gratuitamente. En muchas ocasiones utiliza esta habilidad de crear para idear planes para dañar a otras personas; crear tecnología para demostrar que su creador nunca ha existido.

·                  Razonamiento.
La capacidad de pensar o razonar es otro de los atributos que nos ha dado desde que creó a Adán. Esta capacidad está muy relacionada con la anterior característica, de manera que el hombre piensa lo que quiere hacer, idear o crear. Esta capacidad no fue dada a los animales, aunque ellos, a fuerza de repetición, pueden aprender pero no piensan. Sus instintos, en determinados momentos, pueden parecer  que razonan. Con esto no queremos decir que los animales no posean algún tipo de inteligencia, la cual es distinta a la que el hombre posee.
“En un análisis adicional de la capacidad intelectual de la creación de Dios, una de las diferencias más obvias entre la humanidad y los animales es que los animales no poseen la habilidad de conocer y amar a Dios. Ellos no miran los cielos y lo entienden como la artesanía de Dios (cf. Salmos 19:1); ellos no pueden percibir que existe un Dios basados en su entorno (cf. Romanos 1:20); ni pueden entender la revelación escrita de Dios. Por esta razón, los animales ni son rectos ni pecadores. Aunque es imprudente limitar la “imagen” a la razón solamente, ésta con más seguridad juega un rol principal en el dominio del hombre sobre su creación y su relación única con Dios—una relación en la que los animales no pueden participar, en parte, porque les falta la inteligencia para tal hecho.[2]
·        Con Voluntad.
Es Volitivo. El hombre puede  realizar  lo que surge de su capacidad de razonamiento y creatividad. Si pone su voluntad puede lograr cosas que antes no se habían hecho. Entre ellas se puede ver grandes puentes que cruzan brazos de mar, abismos, etc. Esta misma voluntad le ha llevado a elegir mal, utilizando su libre albedrío en forma errónea. Sólo basta recordar a Adán y Eva y la serpiente y el fruto prohibido; a los Israelitas en el desierto, cuando sintieron deseo de volver a Egipto porque tenían ganas de comer los productos que allí habían, porque estaban hastiados de lo que Dios les daba por alimento. En ambos casos, la voluntad estuvo presente, en ambos casos resultó para mal.
«El hombre es capaz de escoger su propio destino. Es un hecho innegable que los animales carecen de libre albedrío con el cual el hombre fue dotado “en el principio”. Siempre que los animales reaccionan a su medio ambiente, son guiados por un “sistema incorporado” conocido como “instinto”[3]
En Dios vemos esta característica de voluntad cuando inició el proceso de la creación,  y por sobre todo, cuando  creó al hombre. “Hagamos…” (Génesis 1:26), fue la voluntad de Dios y lo creo a su imagen y semejanza.
En la actualidad cada persona puede aceptar al Señor Jesucristo y su obra mediadora o no (Apocalipsis 22:17; Mateo 11:28-30). Esta decisión, tanto positiva como negativa según sea la elección,   indica voluntad.
·        Espiritual.
Dado lo que nos dice la Escritura, el hombre no es un ser  que está formado por sólo carne, como son lo plantas, y a la vez es distinto de los animales, que solo tienen un alma rudimentaria.  Dios particularmente  creó el cuerpo  de la tierra (Génesis 2:7) y  además formó su espíritu en él (Zacarías 12:1) y le dotó de vida (alma). Y estas particularidades indican que el hombre es diferente a los otros seres creados.
Esta característica permite al hombre poder tener una cercanía y capacidad de fraternizar con Dios. Esta característica le permite tener comunión con Dios.  Y al finalizar sus días, cuando muere, el espíritu dado al hombre regresa a Dios (Eclesiastés 12.7), pero un alma pecadora se va a condenación si no tiene a Cristo, como resultado de la desobediencia del primer hombre.
Las Escrituras, a través de la Genealogía del Señor Jesucristo, vemos que se refieren a Adán, el primer hombre, como el hijo de Dios (Lucas 3:38), y, en la predicación de Pablo a los atenieses, nos muestra que  la humanidad en general como “la descendencia de Dios” (Hechos 17:29). El hombre es el único ser viviente sobre esta Tierra que posee un alma inmortal dada por Dios— el Padre de los Espíritus (Hebreos 12:9). Tal espíritu inmortal con más seguridad nos hace portadores de la imagen-divina.

·        Con Inclinación Religiosa
Esta característica, la parte espiritual, lleva al hombre a buscar a Dios. Pero en su condición pecadora, “depravada”, le impide hacerlo como conviene. El hombre ha buscado llenar ese vacío, para ellos idean medios como los  objetos animados, como son los animales, o inanimados como son un árbol, una roca con forma de “algo”, el rayo, el sol, etc. Como un escritor observó, la evidencia revela que “ninguna raza o tribu de hombres, por degradada y aparentemente impía, carece de esa chispa de capacidad religiosa que puede ser avivada y alimentada en un fuego imponente”.
Pero en la actual condición perdida del hombre, la única forma de llegar a la verdadera fe, es por medio de la misma revelación de Dios. El  hombre en su condición  ha perdido su camino, y Dios mismo dio la forma de volver a Él.
Y en relación con los animales, no se ha visto ninguno que tenga la inclinación de algún tipo de religiosidad,  ya sea está idólatra o de Dios mismo.

·        Conciencia
El hombre tiene el concepto de moralidad, a pesar que somos pecadores, nos queda remilgos de capacidad de arrepentirnos por los males que hacemos a otras personas. Sabemos por naturaleza de los que es bueno o malo. Pablo, en su carta a los romanos, argumentó que tenemos esta ley escrita en los corazones (romanos 2:14,15): la conciencia acusa  o lo excusa. Cuando esta regla es violada, la conciencia acusa. En cambio, el animal actúa por instinto o movido por algún impulso, pero no tiene conciencia ni moralidad de lo que hace.

·        Responsabilidad.
Es justo que creamos, sin embargo, que el primer hombre estaba caracterizado por una postura erguida, un rostro inteligente y una mirada penetrante y rápida. Esto coloca al hombre aparte del mundo animal, adecuándolo para el “dominio” que Dios le designó (Génesis 1:28), y capacitándolo para tener comunión con su Creador. Es una semejanza mental, moral y social. El ser humano está llamado a “regir” y  “gobernar” con responsabilidad a los seres materiales. No se puede someter a ellos, porque el hombre ha sido puesto por encima de ellos. Tampoco los puede tratar despóticamente, porque debe dar cuentas de ello a Dios que se los confió. Más bien, debe hacer uso de ellos de forma ordenada y para el bien común del ser humano (Génesis 1.29-30).

2.     Facultades Intelectuales
Él tuvo suficiente inteligencia y razonamiento para poner nombres a los animales, conforme  a las características de ellos, a medida que ellos iban desfilando delante de él. Génesis 2:19,20 dice: “Jehová Dios formó,  pues,  de la tierra toda bestia del campo,  y toda ave de los cielos,  y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar;  y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes,  ese es su nombre. Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo;  mas para Adán no se halló ayuda idónea para él.”
Adán  no sólo tuvo la facultad de hablar, sino también la facultad de razonar y pensar en relación con lo que hablaba. El unía las palabras a las ideas. Este no es el cuadro de un salvaje infantil que va avanzado poco a poco hasta adquirir un lenguaje articulado por la imitación de los sonidos de los animales, como pretende hacernos creer la teoría de la evolución.
Mentalmente, el hombre fue creado como un ser racional con voluntad propia – en otras palabras, el hombre puede razonar y elegir. Este es el reflejo de la inteligencia y la libertad de Dios. En cualquier momento, alguien inventa una máquina, escribe un libro, pinta un paisaje, disfruta una sinfonía, calcula una suma, o nombra a una mascota, él o ella están proclamando el hecho de que fueron hechos a la imagen de Dios. Esta “Imago Dei” (Imagen de Dios) que es el hombre, no sólo lo coloca en una esfera superior a la creación de los seres materiales, sino que le revela también su vocación a la trascendencia. Por eso el hombre lleva en su interior el deseo permanente de Dios, que es la felicidad plena y verdadera.
El relato del Génesis 3:8: “…Jehová Dios que se paseaba en el huerto,  al aire del día…”, da a entender que era habitual que Dios bajase a conversar con el hombre. Es muy probable que le enseñase todo lo que Adán necesitase saber con referente a los animales y su cuidado, lo mismo en relación a la plantas y, quizás, como cultivarlas.
Parte del haber sido hechos a la imagen de Dios, es que Adán tuvo la capacidad de tomar decisiones libremente. Aunque le fue dada una naturaleza justa, Adán hizo una mala decisión al rebelarse en contra de su Creador. Al hacerlo, Adán dañó la imagen de Dios de su interior, y pasó esa semejanza dañada a todos sus descendientes, incluyéndonos (Romanos 5:12). Hoy, todavía llevamos esa semejanza de Dios (Santiago 3:9), pero también llevamos las cicatrices del pecado. Y mostramos los efectos mentalmente, moralmente, social y físicamente.

3.     Naturaleza Moral del Hombre
El  relato de Génisis 3 es la prueba moral que Adán no pudo pasar. Adán  tenía poder para resistir y para ceder al mal moral. El pecado era una cosa voluntaria. Cristo, el segundo Adán,  resistió  una prueba semejante (Mateo 4:1-10, Lucas 4:1-14), pero salió triunfante de esta batalla.
La Biblia muestra que el hombre (Adán) no era un ser degradado, sino que  estaba en estado muy superior, estaba sin pecado. Dado su carácter sin pecado, su santidad era tal que lo capacitaba para disfrutar de una perfecta comunión con Dios. Desde el momento que pecó, la moralidad del hombre se fue degradando hasta llegar a perversidades innombrables.
El Reconocimiento del bien y del mal pertenece sólo al hombre. A un animal se le puede enseñar  que no haga ciertas cosas, pero no las hará porque sepa distinguir lo bueno y lo malo, sino simplemente porque sabe que tal cosa no agrada a su amo. En otras palabras, los animales no poseen naturaleza religiosa o moral; no son capaces de absorber verdades relativas a Dios y la moral.
De cualquier manera, Adán  fue creado en un estado  de santidad (sea esta pasiva o no) y no estaba sujeto a la ley de la muerte, estaba sin pecado. Su santidad era tal que lo capacitaba para disfrutar de perfecta comunión con Dios.  Pero todavía no poseía los más altos privilegios reservados para el ser humano, aún no había sido elevado por encima de la posibilidad de errar, pecar y morir. Él aún no poseía el mayor grado de santidad, ni participaba de la vida en toda su plenitud. Lo anterior se puede resumir del siguiente modo: “Adán poseyó santidad (porque era más que “inocente”) de criatura (porque su santidad no era igual a la de su Creador) no confirmada (porque aún no había sido probado)[4]”.
4.     El Libre albedrio del Hombre.
El libre albedrío es la libertad que Dios dejó a la voluntad del hombre para elegir. El hombre no es una máquina manejada por Dios, es un ser libre para hacer lo que quiere. Algunos echan la responsabilidad del pecado a la "mala suerte" o al  "destino" pero ninguno es culpable sino el hombre mismo, pues cada individuo tiene la facultad de elegir (libre albedrío) entre el bien y el mal. Precisamente, por ese libre albedrío que Dios nos ha dado es que somos responsables de nuestros hechos. (Romanos 14:12) Dios, reconociendo esa libertad, no nos obliga a hacer Su voluntad sino que nos invita y nos ruega (Isaías 55:1, Romanos 12:1).
Teniendo en mente lo anterior, podemos decir que Adán  tenía libre albedrío y una mente capaz de pesar sus opciones. “Adán, por lo tanto, pudiera haber resistido si hubiera querido, puesto que cayó meramente por su propia voluntad; pero debido a que su voluntad era flexible hacia cualquiera de los dos lados, y él no estaba dotado de la constancia para perseverar, cayó fácilmente. Sin embargo, su elección del bien y el mal fue libre; y no sólo así, sino que su mente y voluntad estaban poseídas de una rectitud consumada, y todas sus partes orgánicas estaban correctamente dispuestas hacia la obediencia, hasta que, destruyéndose a sí mismo, él corrompió todas sus excelencias”( Juan Calvino, Institución de la religión cristiana, I, XV, 215).
Hay otros seres en el universo que Dios ha creado, éstos son ángeles o también llamados espíritus. Ellos no tienen cuerpos humanos ni almas y son más poderosos que los seres humanos. También ellos han sido creados para servir a Dios, pero así como el hombre, tienen una libre voluntad. Algunos de ellos cayeron en el pecado de desobediencia (Isaías 14:12-15).
Dios podría haber hecho cierto número de máquinas para hacer su voluntad mecánicamente, no obstante Él eligió crear seres que podían, si lo desearan, servirle voluntariamente y amarlo libremente. No podemos comprender por qué Él deseó hacerlo de este modo, pero la evidencia claramente abunda a través de la historia mostrando que el hombre elige sus decisiones y Dios elige las consecuencias.



[1] Emmanuel Swedenborg: (1688, 1772) Teósofo sueco; doctor en filosofía; fundó la revista científica. En 1743 tuvo sus primeras visiones. Publicó luego varios libros, y predicó en Alemania, Francia y Gran Bretaña su doctrina,
[2] A la Imagen y Semejanza de Dios”, Curso Intermedio por Correspondencia de Evidencias Cristianas de Apologetics Press Bert Thompson, Ph.D. y Eric Lyons, M.Min., Pág 7
[3] ídem, pág. 8
[4] Charles Ryrie, Teología Básica, Página228

No hay comentarios:

Publicar un comentario