Antiguamente,
los esclavos llevaban el nombre de su amo escrito sobre sus frentes.
Precisamente a esto se refiere el apóstol Juan cuando dice: “Su nombre estará
en sus frentes” (Apocalipsis 22:4). La frente es la parte más visible de
nuestro cuerpo. De igual manera, todos deberían ver a las claras que pertenecemos
a Dios.
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