domingo, 4 de mayo de 2014

UNA EXPERIENCIA GLORIOSA (Gálatas 2:20)

1. Crucificados con Cristo. (Romanos 6:6-11)
2. Sepultados con él por el bau­tismo. (Colosenses  2:12)
3. Resucitados por él por poder. (Efesios 2:6)
4. Herederos con él por gracia. (Romanos 8:17)
5. Sentados juntamente con él. (Efesios 2:6)
6. Esperando su retorno por fe. (Filipenses. 3.-21; 1 Juan. 3:2)
7. Morando con él para siempre. (1 Tesalonicenses 4:17; Juan 14:1-3)

Sendas de Luz, 1979

La Oración y La Adoración

TEXTO: “Es necesario orar siem­pre, y no desmayar” (Lucas. 18:1).

DEFINICION: La oración es el acto de hablar con Dios en Adoración, Intercesión, Petición y Comunión. Dios no desea que Sus hijos caminen solos, sino que en todo hagan sus peticiones a El y que se gocen de comunión con El.

SIETE PUNTOS:
1. Cristo nos enseñó algunas cosas sencillas y elementarías concerniente a la Oración.
a. No debemos ser “como los hipó­critas”, desplegando piedad para ser alabados de los hombres.
b. No debemos ser “como los gen­tiles”, diciendo muchas palabras — el mucho hablar no agrada a Dios. El co­noce a todos y nos ama El no necesi­ta persuasión para ser benigno o para que nos escuche. Las encantaciones co­mo “Baal, escúchenos!” no tienen lu­gar en la oración verdadera.
c. No debemos ser como engaña­dores, quienes esperan ser perdonados, pero rehúsan perdonar a los demás. (M.t 6:14).
d. Debemos orar con importuni­dad. Véase las dos Parábolas en Lucas 11:5-13 y 18:1-8. No con muchas pala­bras pero frecuentemente y nunca ce­diendo ni desmayando -- esto es, oran­do con fe y perseverancia.
2. El Ejemplo de la Oración (Mat. 6:9-13, “La Oración del Señor”) debe ser estudiada cuidadosamente. Presen­ta primeramente lo que concierne en sí a Dios en tres peticiones. El nombre Santificado, El Reino venidero y que Su voluntad sea hecha. Nuestras necesidades siguen en cuatro peticiones, por Alimento, Perdón, Dirección y Liberación.
Termina con una atribución de gloria a Dios. No es egoísta, “Mía”, sino piensa en otros, “Nuestra”. Esta Oración Perfecta no debe ser hecha sin vida, ni repetida ligeramente, porque entonces se vuelve una repetición vana.
3. La Repetición de Oraciones debe dar lugar a la Oración en el Espíri­tu. Orar con notas (aunque algunos en­cuentran que esto les ayuda un poco) es como un hombre con muletas, debe­mos aprender a adorar y orar en el Es­píritu. La promesa de Romanos 8:26-27 es nuestro privilegio, “Orando en todo - tiempo con toda deprecación y súplica en él Espíritu, y velando en ello con to­da instancia” (Ef. 6:18) es nuestro mé­todo.
4. La adoración es él método más alto de la Oración. Es el alma deleitándose en Dios y adorando, alabando y  bendiciendo a El por lo que El es y ha hecho por nosotros en Cristo.
El Padre busca adoradores (Juan. 4: 23-24). En los Salmos 145 a 150 se en­cuentran ejemplos de adoración pura. Ni una sola petición, todos gloriándose en el Señor.
5. La intercesión por otros es una forma noble de la Oración. Véase có­mo el Señor Jesús oró por nosotros en Juan 17, y aprenda a traer las necesi­dades de otros a Dios. Frecuentemen­te cuando uno no puede orar por sí mismo, la intercesión por otros abre las puertas de la oración.
6. Comunicación con Dios es la forma de oración más fructífera. No son generalidades indefinidas y vagas como “Oh, Dios, bendiga...” sino dis­cutiendo nuestros asuntos con Dios — como Ezequías puso la carta delante del Señor, y David se sentó delante de Dios para hablar acerca de su reino.
7. La Oración debe tener sus tiem­pos determinados. La regla de David y Daniel era mañana, a medio día, y por la noche (Salmo 55:17 y Daniel 6: 10), pero aparte de nuestros tiempos acostumbrados para orar debemos aprender a orar al trabajar, o cuando caminamos, en todo tiempo. La ora­ción en el secreto del corazón es un hábito bendito.

ILUSTRACIONES:
Abraham (Gen. 18:23-32). Su siervo (Gen. 24:12-14). David (2 Sam. 7:18-29), y muchos otros.
La parábola del Publicano y el Fa­riseo (Lucas 18:9-14), y las Parábolas de Lucas 11:15-13 y 18:1-8).
Sendas de Luz, Diciembre-Enero, 1976

LA PRIMOGENITURA DE ESAU

"Y guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo cansado, dijo a Jacob: Ruégote que me des a comer eso bermejo, pues estoy muy cansado. . . Y Jacob respondió: Véndeme en este día tu primogenitura. Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a mor ir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura? Y dijo Jacob: Júramelo es este día. Y él le juró, y vendió a Jacob su primogenitura. Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; y él comió y bebió, y levantóse y fuese. ASI MENOSPRECIO ESAU LA PRIMOGENITURA”. (Génesis 25:29-34).
"Que ninguno sea fornicario, o profano, como Esaú, que por una vianda vendió SU PRIMOGENITURA, Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue reprobado (que no halló fugar de arrepentimiento), aunque lo procuró con lágrimas” (He. 12:16-17).
¡Qué necio fue Esaú! ¡Vendió su primogenitura a cambio de un guiso bermejo! ¡Qué poco aprecio tuvo de la bendición que contenía! Menospreció lo que realmente importaba por una insignificancia. Ningún hombre muere por estar cansado o por permanecer sin comer un día, sin embargo, "el profano Esaú" dijo:. . .voy a morir; ¿PARA QUE, PUES, ME SERVIRA LA PRIMOGENITURA?
Jacob aprovechó la necedad de su hermano astutamente y con presteza, obteniendo para sí la bendición que despreció Esaú. La primogenitura era de Un valor inapreciable para Jacob, y la codició con todo su corazón.
¡Qué valiosa enseñanza contiene la historia de estos dos hermanos! ¡Cuánto nos quiere hacer ver el Señor mostrándonos la necedad de Esaú y la sabiduría de Jacob! Los siglos pasan, pero la historia de la necedad humana se repite en el menosprecio de la primogenitura. Notemos como podemos llegar a menospre­ciar nuestra primogenitura.

EL DESPERTAR ESPIRITUAL
      El Espíritu Santo comenzó a trabajar profundamente el corazón de sinceros hermanos, en distintas partes del mundo, durante la segunda década del siglo pasado. Esta obra fue tan profunda que en algunos países como Irlanda e Inglate­rra, hasta clérigos y pastores abandonaban sus respectivas denominaciones pa­ra unirse a los sencillos creyentes que se reunían tan solo en el digno Nombre del Señor, conforme a Su voluntad. (Mateo. 18:20).
      Las Sagradas Escrituras eran abiertas y estudiadas por lo que también se abrían los ojos de aquellos que buscaban conocer la MENTE DE CRISTO. Así comenzó un verdadero DESPERTAR ESPIRITUAL.
      ¡Qué equivocados están los que piensan que se consigue DESPERTAR espiritualmente mediante el esfuerzo humano! La potencia del despertar no está en nosotros sino UNICAMENTE EN EL SEÑOR.
            El DESPERTAR del Espíritu Santo tomó fuerza y se extendió al mundo ente­ro. Obtenida la mente de Cristo, los hermanos se identificaron con el Señor llevando EL EVANGELIO Y LA DOCTRINA a todas partes. (Hechos 1:8; 2ª Juan. 9).
            Todos los que salieron tenían la certeza de haber sido salvados por el Señor quien también les había capacitado y les enviaba para cumplir su voluntad. Por eso toda su energía se originaba en la más absoluta dependencia de Él, y en la seguridad de que El era SUFICIENTE para suplirlo todo, proveer lo necesario y completar lo faltante puntual mente. EL SEÑOR SERA SIEMPRE SUFICIEN­TE PARA SOSTENER A LOS QUE DEPENDAN DE EL (Le. 22:35).
            ¡Maravillosa demostración de fe en Cristo! ¡Admirable ejemplo de sumisión al Dios vivo y verdadero! El Señor tenía héroes de la fe, y aún quiere tenerlos ahora, héroes que solo dependan de Él, quienes recibirán merecida honra en AQUEL DIA.
            La obra de gracia que comenzó en el viejo mundo, llegó a nuestra Argentina, como a toda América, en el norte como en el sur. El sencillo testimonio al Nom­bre digno del Señor comenzó en Buenos Aires, en Rosario, en Córdoba, Santia­go del Estero, Salta y en muchos otros lugares.
            A través de aquel DESPERTAR ESPIRITUAL, el Espíritu Santo sacó a luz lo que no manifestó la "Reforma". En su época la "Reforma" hizo conocer al mundo, la gloriosa verdad de la JUSTIFICACION POR LA FE, pero con el DES­PERTAR ESPIRITUAL fue conocido y anunciado TODO lo restante de la gracia de Dios. En el DESPERTAR ESPIRITUAL, los hermanos distinguieron la verdad en cuanto a:
1) LA SEGUNDA VENIDA DEL SEÑOR
2) REUNIRSE AL NOMBRE DEL SEÑOR
3) CELEBRAR LA CENA DEL SEÑOR EN SENCILLEZ Y HUMILDAD
4) EL SACERDOCIO DE TODOS LOS CREYENTES
5) EL ORDEN EN LA ASAMBLEA
6) EL SUSTENTO DE LA OBRA DEL SEÑOR Y SUS OBREROS
       Aquellos que codiciaron la verdad, como Jacob la primogenitura, la apreciarán en su real magnitud, porque la compraron por su justo precio; pero los que la heredaron, la menosprecian, como lo hizo Esaú. (Pr. 23:23).
      Algunas de las bendiciones que encierra esta PRIMOGENITURA:

REUNIRSE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR
            Los que fueron despertados por el Espíritu Santo percibieron el error denominacional, y el valor que tiene reunirse solo en el nombre del Señor. Las pa­labras del Señor: "Porque donde están dos o tres congregados EN MI NOMBRE, allí estoy yo en medio de ellos", fueron recibidas como una valiosa revelación. (Mt. 18:20). Ellos vieron como un agravio al Señor los nombres denominacionales; pero al imponerse el Registro de Cultos en nuestro país, los hermanos aceptaron imprudentemente un nombre: "Iglesias Cristianas Evangélicas", y esto tan solo para obedecer a las autoridades, no como un nombre denominacional. Sin embargo, el tiempo se encargó de cambiarlo todo. En sus orígenes, los herma­nos dirigían sus cartas y circulares a los hermanos que se reúnen en el Nom­bre del Señor, hoy lamentablemente se hace a la Iglesia Cristiana Evangélica de tal o cual lugar. De este modo, gradualmente, el NOMBRE DEL SEÑOR fue reemplazado sin que se dieran cuenta, por el nombre denominacional. Donde se cambia el nombre, pronto se cambia todo lo demás, como veremos a continuación.
La primogenitura fue tristemente vendida por un plato de lentejas, pocos se dan cuenta de ello y a pocos les duele esta venta humillante. ¡Qué decadencia espiritual en tan poco tiempo! ¡Qué desastre puede hacer la transgresión en la vida espiritual de los creyentes en unos pocos años!

LA CENA DEL SEÑOR
LA CENA DEL SEÑOR, instituida por el mismo Señor, encierra en sí incalculables bendiciones para los que participan dignamente de ella. Su sencillez, solemnidad y reverencia agradan al Señor y benefician al redimido. En la Cena del Señor, el creyente hace memoria de su Señor y Salvador. La mesa, el pan y la copa son su distintivo; el pan simboliza Su cuerpo crucificado y la copa Su san­gre derramada. Pero esta tan sencilla, solemne y significativa reunión se transforma en otra, donde la higiene, la precaución y los escrúpulos son preponderantes, pues, La copa se transforma en “copitas”, El pan en "trocitos" previamente cortados, y el Espíritu Santo responde: "Esto no es comer la Cena del Señor". (1° Co. 11:20). ¿Nos damos cuenta lo que significa vender LA PRIMOGENITURA?

EL MINISTERIO DE LA PALABRA
La transgresión en el MINISTERIO DE LA PALABRA sigue a la de la Cena del Señor. El ministerio fiel edifica, corrige, redarguye y santifica. Cada asamblea necesita el ministerio fiel, pues, sin este los santos no pueden desarrollarse espiritualmente. El ministerio fiel se hace aún más indispensable cuando el pueblo de Dios se une ocasionalmente, y este ministerio fiel puede proporcionarlo solamente el Espíritu Santo. Ninguna comisión, por más bien intencionada que sea, lo puede proveer, pues ningún hombre ni grupo de ellos puede monopolizar al Espíritu Santo. A los ministros de la Palabra los levanta el Señor por Su Espíritu (Le. 1:4).
¡Cuántas maravillas vio el pueblo de Dios, cuando el Espíritu tuvo libertad para escoger y levantar SUS ministros!
Lamentamos la decadencia espiritual, todos la sentimos, pero no pocos logran discernir la causa de esta pobreza espiritual.
Un orador que apela a la humana sabiduría, y que satisface humanos intere­ses, no puede ser un fiel ministro de la Palabra. ¡Cómo fue edificado el pueblo de Dios, cómo fue consolado y prevenido en aquella oportunidad en que el Espíritu Santo levantó a Jahaziel! ¡Con qué docilidad Jahaziel se sometió al Señor para comunicar la verdad al pueblo equivocado!  ¡Con qué gratitud oyó el pueblo el mensaje fiel! (2Cr. 20:8-15) ¡Qué gran consolación recibieron los afligidos, oyendo el ministerio fiel de Obed! ¡Con qué solicitud, con qué amor y fidelidad al Señor, entregó Obed su ministerio, movido por el Espíritu Santo! ¡Qué bendición tan grande es la PRIMOGENITURA de la dependencia del Señor y de la libertad del Espíritu! ¿Necesitamos más ejemplos para reconocer el valor que tiene la PRIMOGENITURA en cuánto al ministerio fiel?

EL MODO DE OFRENDAR AL SEÑOR
¡Qué perfecta y cabal es la enseñanza del Señor sobre el modo de ofrendar a Él y para Su obra!
"Honra a Jehová de tu sustancia, y de las primicias de todos tus frutos; y serán llenos tus trojes con abundancia" (Pr. 3:9-10)
"El alma liberal será engordada, y el que saciare, él también será saciado". (Pr. 11:25).
"Cada primer día de la semana cada uno de vosotros aparte en su casa, guar­dando lo que en la bondad del Señor pudiere"(1 Co. 16:2).
"Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, o por necesidad; porque Dios ama al dador alegre... como de bendición y no como de mezquindad "(1 Co. 9:10-15).
Cada cristiano consciente de su privilegio y de su deber ofrenda al Señor del modo indicado. Ofrenda al Señor de su sustancia, y de las primicias de TODOS sus frutos... apartando en su casa, "regularmente"... como de bendición", y “nunca”... “como de mezquindad”. Los hermanos aprendieron de las Escrituras este modo de dar, en el tiempo del DESPERTAR ESPIRITUAL. Dando así no hay necesidad de pedir, y volver a pedir, de nadie, sino que, basta simplemente presentar las necesidades al Señor, y El las suple siempre en abundancia, en su mucha misericordia. Pero al vender la PRIMOGENITURA, surgen los méto­dos humanos, qué consisten en pasar el plato o la bolsa en reuniones donde no corresponde, imitando a las denominaciones, de esta manera se transforma la ofrenda al Señor en una simple "colecta" INDISCRETA e indiscriminada.
Pedir a los que no son salvos, agravia y ofende al Señor. Dios dice: "Y de ma­no de extranjero NO OFRECERAS EL PAN de vuestro Dios. . . porque su co­rrupción está en ellas: hay en ellas falta, no se os aceptarán"(tv. 22:25).
¡Qué diferencia hay entre el modo de ofrendar indicado por el Señor y el de los hombres!
Los cálculos humanos son atractivos y cautivadores, pero son reprobados por el Señor.
¡CUANTO COSTÓ A ESAU AQUEL POTAJE BERMEJO!
¡CON QUE AMARGURA LO RECORDARA!
¡CON QUE AMARGURA LO RECORDABA DESPUES!
¡CUIDADO CON VENDER LA PRIMOGENITURA!

Sana Doctrina, 1976

EL CORDERO COMO INMOLADO

Apocalipsis 5
La historia de la asamblea de Dios sobre la tierra se termina con el capítulo 3. De aquí en adelante la asamblea es vista en el cielo. El capítulo 4 comienza por las palabras “Después de esto"[1] que introducen la tercera división del libro[2]. El arrebatamiento de la Iglesia no está de ningún modo explícitamente mencionado; el carácter oculto de este acontecimiento hace que su presentación sea fuera de lugar en este libro de juicios.

El libro sellado
“Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos” (v.1).
Juan vio, en la mano derecha de aquel que estaba sentado sobre el trono, un libro sellado, un rollo, escrito en ambos lados. Este libro contiene los planes de Dios respecto al mundo - que se encuentra hasta aquí bajo la influencia de Satanás, su “príncipe” y su “dios" - de los mismos juicios de Dios que han de preceder el cumplimiento de las benditas promesas después de largo tiempo. Este rollo está escrito por dentro y por fuera, esto atestigua la medida de lo que promete actualmente Dios a un comportamiento desbordante. La diestra de Dios, como también sus juicios, son perfectos. También el largo tiempo que la Iglesia está sobre la tierra, los juicios están retenidos; esto es porque el libro se encuentra sellado. Pero después que ella sea elevada a la casa del Padre, los juicios tendrán libre el curso.

¿Quién es digno?
Los versículos según muestran desde la estructura expresiva que el mundo es advenedizo a una situación sin esperanza: *Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos? Y ninguno, ni el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo. Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo” (v. 2-4).
Un ángel poderoso actúa llamando a cualquiera que sea digno y capaz de tomar en la mano el libro y los juicios que el contiene. Pero en toda la creación, no se encontró ninguna persona que pudiera responder; no se encontró ninguna persona, ni en la humanidad ni en el mundo de los Ángeles, que se pudiera presentar. Los hombres respiran bajo la dominación de Satanás; y los Ángeles son llamados a servir, no a reinar. El profeta está muy afligido, porque como él no vio ninguna posibilidad para que las bendiciones prometidas vengan para su cumplimiento. Aunque forma personalmente parte de la asamblea, Juan se pone aquí en un tipo de lugar como remanente de los judíos, que conoce bien las promesas de Dios, pero no reconoce a Jesucristo como Mesías a través de la tribulación.

El León de Judá
Sin embargo, él y una compañía de ancianos reunidos en el cielo, y uno de entre ellos respondió ante la perplejidad de Juan. Todos nosotros que somos hijos de Dios, pertenecemos a esta compañía de ancianos; nosotros seremos instruidos de los consejos de Dios y seremos los testigos de todos los actos de nuestro Señor. La respuesta del anciano es breve pero significativa. Es la comunicación de una cosa que fue sin duda conocida del apóstol, pero con todo desplegó ante él una nueva y gloriosa revelación de su bien amado Señor. Es la maravillosa historia brevemente resumida, de la venida y de la ascensión del Hijo de Dios:
"He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos” (v. 5).
El Señor es presentado aquí como un león que ha vencido sobre el adversario. El león es el símbolo del poder real y victorioso. El Señor es desde entonces anunciado de lo extraordinario de esta imagen en la bendición de Jacob (Génesis 49:8-10), la primera profecía que le presenta como rey de Israel y surgimiento de Judá. Más él es también “la raíz de David”, es decir aquel que es eterno, aquel de quién los designios son la fuente de donde proviene la casa de David, toda la humanidad y toda la creación misma. Este el Hijo de Dios, que alcanzó la victoria sobre el príncipe de este mundo y le destronó. Por su sacrificio, él es conocido como el “Hijo del hombre”, la justicia sobre toda la creación. Él mismo expresa en la quinta parábola de Mateo 13, el compró no solamente un precioso tesoro escondido en un campo, sino también el campo mismo, es decir el mundo. El solo posee el derecho y el poder de ejercer el juicio.

El Cordero inmolado y ascendido
“Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatros seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra. Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono” (v.6, 7).
La mirada del profeta se posa ahora sobre este león de Judá. Ve en el un cordero, como inmolado. Es tan extraño que aquel poder que aparece - el león victorioso es también un cordero y por añadidura, inmolado - es por tanto una de las más gloriosas revelaciones de nuestro Señor. En los evangelios y las Epístolas, nosotros encontramos las comunicaciones detalladas de este asunto. Como el Cordero de Dios, él se ofrece en sacrificio hasta la muerte y resucitó victorioso al tercer día. En su cuerpo glorificado, él lleva las marcas de las heridas recibidas en la cruz - señales de honor y de victoria. Es de esta manera que Juan le ve “como inmolado”. Están juntamente esas señales que han anunciado la ascensión de Jesús. El que ha descendido sobre la tierra y ha sido rechazado, es ascendido a un lugar supremo delante de Dios. Entonces de la aparición de Cristo, los hombres tomaron conocimiento de esto con temor. Pero hay un hecho que expresamente es de esta ascensión: este cordero no permanece delante del trono, como una tercera persona, sino en medio del trono. Él es el centro.
Tenemos aquí uno de los ejemplos donde en los escritos de Juan, la distinción entre las tres personas de la deidad se pierde en su unidad. Aquí el Cordero lleva los emblemas de la perfección divina: los “siete cuernos” son los emblemas del poder divino y los siete ojos son las señales del conocimiento absoluto de Dios. Tenemos por consiguiente todo el dominio del Espíritu Santo, que no está aquí como el Espíritu de gracia sino como el séptimo Espíritu de juicio.
El hecho de que el libro de los juicios de Dios se entregue expresamente al Cordero, debe manifestar claramente que los derechos del Señor sobre la tierra no derivan solamente de su autoridad, sino que se le deben por la obra que ha realizado en la cruz.

La adoración del Cordero en el cielo
“Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos; y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste Inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra” (vers. 8-10).
Así pues en cuanto al Cordero son los preparativos para ejecutar los juicios divinos, todo el cielo se conmueve. Tanto los ancianos como los cuatro seres vivientes se postran delante del trono y del Cordero, expresando su adoración y alegría. Entonces el profeta ve en las manos de los ancianos las arpas y las copas de oro llenas de perfumes (incienso). Estos últimos son una imagen de las oraciones de los santos sobre la tierra, los que están así reclinados ante Dios con los santos ya glorificados. Está allí un testimonio de la benevolencia especialmente de los santos en el cielo respecto a los creyentes que aún sufren y son perseguidos por el Anticristo sobre la tierra. Las arpas testimonian el servicio sacerdotal eterno de los rescatados en el cielo. Esto que Juan entendió en ese momento y nosotros comunicamos, es como una perspectiva sobre nuestro propio acontecimiento en el cielo.

Es un cántico enteramente nuevo.
La voz “nueva” designa aquí aquello que no se relaciona con ningún ceremonial que haya habido anteriormente. Esto es de un género nuevo. De este modo este cántico no dice ni una sola voz de las circunstancias sobre la tierra. Todo esto que nosotros vivimos al presente pertenece definitivamente al pasado. Bien que el cántico dice muy claramente que el Cordero ha hecho por aquellos que le cantan y lo que ha hecho de ellos - porque en este bien ellos que serán reyes y sacerdotes, y reinarán sobre la tierra-, ellos no hacen mención de la tercera persona, como si esto no les concerniese ¿Por qué? Porque tienen a la vista solo la gloria del Cordero y admiran el modo por el cual él accedió a esta gloria, y cumplió los consejos de Dios.
“Y mirando yo, oí la voz de muchos ángeles que estaban alrededor del trono y de los seres vivientes y de los ancianos; y era el número de ellos millones de millones, y millares de millares; los cuales decían a gran voz: ¡Digno es el Cordero que ha sido inmolado, de recibir el poder, y la riqueza, y la sabiduría, y la fortaleza, y la honra, y la gloria, y la bendición! Y a toda cosa creada que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y sobre el mar, y a todas las cosas que hay en ellos, las oí decir: ¡Bendición, y honra y gloria y dominio al que está sentado sobre el trono, y al Cordero, por los siglos de los siglos! ¡Amén! Y los cuatro seres vivientes decían: ¡Amén! y los cuatro ancianos cayeron sobre sus rostros, y adoraron.” (Vers. 11-14).
El profeta ve la multitud innumerable de los ángeles, después en un círculo más extenso, en que la creación toda entera glorifica al Cordero. Todos ellos juntos le traen alabanzas, honor, poder y gloria. Ellos están ciertamente admirando a esas grandes cosas maravillosas, pero sin tener parte ellos mismos y no pueden entrar en los misterios de estas. Después de eso, los cuatro seres vivientes daban su aprobación con un “¡Amén!”, es decir: “¡si, así sea!”, luego los ancianos caen sobre sus rostros en adoración. ¡Qué escena maravillosa! Ella resume en algunas características nuestro futuro en la gloria del cielo.
Aquí tenemos, antes de que comience el periodo de los juicios, como un preludio a la glorificación del Señor.
Extraído de “Le Messager Évangélique”, Traducido por Dennis Valencia.
Tomado de “Casa Alquilada”, Marzo 2007




[1] Otras versiones de lengua inglesa, como la francesa dice “Después de estas cosas”.

[2] Estas tres divisiones están indicando en el verso 19 del primer capítulo: Estas son “las cosas que has visto” (Cap. 1), “las que son" (Cap. 2 y 3), y “las que han de ser después de estas” (Cap. 4 y siguientes).

LAS CUATRO FACETAS DE UNA JOYA

El evangelio de Mateo nos presenta a Jesús en su gloria de Rey-Mesías para su pueblo Israel. Su muerte nos es presentada envuelta de milagros: el velo del tem­plo se rasga en dos, de arriba abajo, como por la mano de Dios; la tierra tiembla, las rocas se parten, los sepul­cros se abren; muchos cuerpos de santos resucitan y aparecerán en Jerusalén después de la resurrección del Señor. En tal relato no vemos a Jesús cuando deja este mundo. El evangelio termina con la seguridad que él da a los suyos: "Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (28: 20).
El evangelio del perfecto Siervo nos es dado por Marcos. No hay genealogía ni detalle sobre el naci­miento del que se despojó a sí mismo de su condición de Dios y se hizo semejante a los hombres. ¿Para qué indagar los orígenes del que quiso hacerse el siervo de los hombres? Sólo nos es descrita su extensa actividad y, al final de una vida tan perfectamente plena, su muerte infamante en el maldito madero de la cruz. ¿Se acabó todo lo que le concierne? En absoluto. El valor de su abnegación hasta la muerte era de un precio ines­timable para Dios. Por eso nos es dicho: "El Señor... fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios" (16: 19).
Lucas relata a nuestro Salvador como el Hijo del Hombre. Para Cristo es un nuevo título. No siempre lo fue; vino a serlo.
Su camino en la tierra es del hombre perfecto en medio de una humanidad culpable. Cumple fielmente su misión, paso a paso, yendo por las ciudades y las aldeas. El es el Hijo del Hombre que no tiene dónde recostar su cabeza (9: 58). Es el hombre misericordioso y compasivo para con todos los dolores, hasta el mismo momento de su suplicio (23: 28, 34 y 43).
Después de una vida sin tacha, habiendo cumplido perfectamente todo lo que debía ser hecho, entrega su espíritu en las manos de su Padre. En el último capí­tulo, él aparece resucitado a dos de sus discípulos entristecidos por las cosas que acababan de ocurrir. De camino, hace arder sus corazones al conversar con ellos. Cuando se lo piden, entra con ellos por un rato y se da a conocer al partir el pan. Luego aparece en medio de sus discípulos reunidos y les abre la inteligen­cia para comprender las Escrituras.
Su partida es marcada por la gracia que brilló en toda su vida: alzando las manos, Jesús bendice a los suyos y es llevado arriba, al cielo. Sus manos permane­cen abiertas para bendecirles.
Juan, "el discípulo a quien amaba Jesús" (21: 20), recibió en suerte la noble misión de presentar a su Maestro como Hijo de Dios.
Jesús es introducido como el Verbo que desde la eternidad estaba cerca de Dios y era Dios mismo. El Verbo fue hecho carne, y habitó en medio de los hom­bres (1: 14). Los que le han recibido tienen el privilegio de contemplar a ese hombre divino, perfectamente Dios y perfectamente hombre. Es el Hijo unigénito y el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
Cansado del camino, revela su gracia a una pobre mujer perdida. También es el alimento espiritual del creyente, pues tiene "palabras de vida eterna" (6: 68).
Si seguimos con la lectura de este evangelio, hallamos a aquel que refresca las almas sedientas, escudriña los corazones y las conciencias y pone su vida por sus ovejas, es decir, por los que creen en él. En el capítulo 11, él muestra la gloria de Dios al resucitar a Lázaro.
En el capítulo 13 lava los pies de los suyos y, de esta manera, les enseña cómo se preocupa de que sea mantenida la comunión entre los discípulos y el Maes­tro. Más adelante anuncia el don del Espíritu Santo y encomienda los suyos a su Padre en conmovedores tér­minos. Finalmente, se presenta como la Santa Víctima. Luego por su resurrección y su ascensión, su Dios llega a ser nuestro Dios, y su Padre nuestro Padre.
La Buena Semilla, Creced, 1989

Castillo fuerte

Castillo fuerte es nuestro Dios,
Defensa y buen escudo.
Con su poder nos librará
En todo trance agudo.
Con furia y con afán
Acósanos satán:
Por armas deja ver
Astucia y gran poder;
Cual él no hay en la tierra.

Nuestro valor es nada aquí,
Con él todo es perdido;
Más con nosotros luchará
De Dios el escogido.
Es nuestro Rey Jesús,
El que venció en la cruz,
Señor y Salvador,
Y siendo El solo Dios,
El triunfa en la batalla.

Y si demonios mil están
Prontos a devorarnos,
No temeremos, porque Dios
Sabrá cómo ampararnos.
¡Que muestre su vigor
Satán, y su furor!
Dañarnos no podrá,
Pues condenado es ya
Por la Palabra Santa.

Esa palabra del Señor,
Que el mundo no apetece,
Por el Espíritu de Dios
Muy firme permanece.
Nos pueden despojar
De bienes, nombre, hogar,
El cuerpo destruir,
Más siempre ha de existir
De Dios el Reino eterno.

por Martín Lutero en 1529

ALGUNAS OBSERVACIONES SOBRE EL MOVIMIENTO DE LENGUAS

En estos días, el "movimiento de lenguas," así llama­do por razón de la manifestación de "hablar en lenguas" por aquellos que dicen haber recibido el "bautismo del Espíritu," está llamando la atención de muchos. Es muy natural que los creyentes piadosos sientan la frialdad, in­diferencia y mundanalidad que hay en muchas iglesias, y deseen ver un verdadero avivamiento en el poder del Espí­ritu Santo. Sabiendo esto, el enemigo está ocupando a muchos con un avivamiento falso, bajo la capa de más consagración, piedad y espiritualidad. Es como una pre­vención contra esto, que escribimos este artículo.
Muchos ponen objeción a lo que decimos que Satanás puede estar en un movimiento que tiene tantos indicios de justicia y espiritualidad, pero no olvidemos que la Palabra de Dios, hablando de algunos así llamados siervos de Dios en los días de los apóstoles, dice, "Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, transfigurándose en apósto­les de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se transfigura en ángel de luz. Así que, no es mucho si también sus ministros se transfiguran como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras. II Cor. 11:13-14.
Hay cuatro indicios en el movimiento de la actualidad que lo señala como opuesto al orden escritural:
(1)La dirección de las mujeres.
Cualquiera que sea la posición que tenga la mujer en la Iglesia, claro es que no es la de dirección. Dos pasa­jes determinan esto para cualquiera que quiera obedecer la Palabra:
"Vuestras mujeres callen en las congregaciones, porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley dice. Y si quieren aprender alguna cosa, pregunten en casa a sus maridos; porque deshonesta cosa es hablar una mujer en la congregación." I Cor. 14: 34-35.
"La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Por­que no permito a la mujer enseñar, ni tomar autoridad sobre el hombre, sino estar en silencio I Tim. 2:11-12.
Así es que para las mujeres dirigir misiones o reuniones públicas, o predicar o hablar en asambleas públicas, es claramente en contra de la Palabra de Dios.
(2) La exaltación del Espíritu más bien que Cristo Su Palabra.
Un indicio de la verdadera espiritualidad es que la persona se ocupa con Cristo y sigue Su Palabra. Leamos los siguientes pasajes de la Escritura. "Más el Consolador, el Espíritu Santo, al cual el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas y os recordará todas las cosas que os he dicho Juan 14:26.
"Empero cuando viniere el Consolador, el cual yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio de mí. Juan 15:26.
"Pero cuando viniere aquel Espíritu de Verdad, él os guiará a toda verdad; porque no hablará de sí mismo, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber cosas que han de venir. Él me glorificará, porque tomará de lo mío, y os lo hará saber." Juan 16: 13-14.
Así podemos ver que el Espíritu nos hace recordar la Palabra de Cristo, da testimonio de Él y le glorifica. Las personas guiadas por el Espíritu hablan poco del Espíritu y exaltan al Señor Jesucristo.
Tenemos que recordar también que el Espíritu nunca nos dirige contrario a la Palabra de Dios.
(3) La mala aplicación de ciertos pasajes de la Es­critura por no entender la verdad dispensacional.
Es importante entender que Dios ha tratado con el hombre de distintos modos en distintas dispensaciones. En el Antiguo Testamento trató con una nación, Israel, en un país, Palestina. El Señor Jesús vino como su Mesías, cumpliendo todas las profecías del Antiguo Testamento, como lo vemos en el Evangelio según San Mateo. Pero la nación le rechazó y le crucificó.
Consiguientemente después de su muerte, resurrección y ascensión, Dios envió a Su Espíritu Santo en el día de Pentecostés para comenzar una cosa nueva, la Iglesia, para ser compuesta de creyentes "tomados" de los Gentiles, (He­chos 15: 14) con un remanente de entre los Judíos, para formar la Iglesia (Griego, ekklesia — llamado fuera) el Cuerpo y la Novia de Cristo.
Examinemos ahora algunos pasajes de la Escritura que son mal aplicados por no entender esto.
Marcos 16: 17. "Y estas señales seguirán a los que creyeren: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; quitarán serpientes, y si bebieren cosa mor­tífera, no les dañará; sobre los enfermos pondrán sus ma­nos y sanarán."
Para entender esto tenemos que tener presente que el Señor dijo estas palabras inmediatamente antes de su ascen­sión. Todavía no había sido escrita ninguna palabra del Nuevo Testamento, y nadie tenía nada para guiarle en cuanto a si esta cosa nueva, la Iglesia, que se estaba esta­bleciendo en la tierra, era de Dios o no. Por lo tanto Él dio estas señales especiales para probar a los inconversos que el Evangelio era de origen divino, en contraste con el judaísmo, ahora rechazado, y el paganismo, que Dios nunca había reconocido. Y cuando leemos el libro de los Hechos, encontramos el cumplimiento de estas cosas. Pe­ro no continuaron. Habiendo cumplido su propósito en autenticar la cosa nueva, establecida por Dios, cesaron. En I Cor. 12: 28, el apóstol da un lugar secundario a los dones de señales, y en Efes. 4: 11, escrita algunas años más tarde, son enteramente omitidos. Parece que Pablo había abandonado completamente el uso de ellos hacia el fin de su ministerio. Véase por ejemplo II Tim. 4: 20, I Cor. 13: 8.
Otro versículo mal citado es Juan 14: 12. "De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago también él las hará; y mayores que éstas hará; porque yo voy al Padre."
¿Cuáles son estas "obras mayores"? ¿Milagros? Se­guramente que no. Ningún apóstol hizo mayores milagros que el Señor mismo. ¿Hablar en lenguas? Apenas po­dríamos llamar eso una "obra mayor." Creemos que el Señor se refiere a los triunfos espirituales del evangelio. Durante su vida el Señor vio muy poco fruto de su traba­jo. Su gran obra estaba en Su muerte. Esta colocó la base de todo lo que han hecho sus siervos después. Nótese que dice, "Porque yo voy al Padre". Él iba al Padre, y el Padre enviaría al Espíritu Santo para testificar de Él, y traer a Él como Salvador, almas manchadas con el pecado, de entre todas las naciones. Pedro, en el poder del Espíritu, hizo una obra mayor en el día de Pentecos­tés, cuando fue el instrumento en la conversión de 3,000 almas. Y cada creyente que trae un alma a Cristo hace una obra mayor que lo que pudiera serlo jamás la mera sa­nidad corporal o el hablar en lenguas. Un alma ha sido salvada por la eternidad.
Veamos también a Juan 14: 16-17. "Y rogaré al Pa­dre, y os dará otro Consolador, para que esté con vos­otros para siempre: al Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce: más vos­otros le conocéis; porque está con vosotros, y será en vos­otros."
Muchos entienden éste como si fuera que el Señor estuviera hablando directamente con ellos, diciéndoles que aunque el Espíritu está con ellos, todavía no es en ellos. Tengamos presente que el Señor dijo estas palabras antes de Su crucifixión, y por consiguiente antes de la venida del Espíritu Santo como una Persona para morar aquí abajo en el día de Pentecostés. Él rogaría al Padre que les enviase al Espíritu, y el Padre le envió en el día de Pen­tecostés. En los días del Antiguo Testamento, Él estaba con los creyentes, pero no estaba con ellos para siempre, ni en ellos. Ahora, puesto que vino en él día de Pentecostés, para morar aquí abajor le recibimos cuando creemos el evangelio (Efes. 1: 13, 14) y Él mora en nosotros y per­manece con nosotros para siempre. Lucas 11:13 "¿Cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que lo pidieren de Él?" Es un pasaje similar. Cuando el Señor dijo estas palabras, todavía el Padre no había dado el Espíritu Santo, y no podía darle hasta que el Señor no ascendió al cielo. (Juan 7: 39). Pero ahora nosotros los creyentes Lo tenemos con y en nosotros. Para un creyente pedir el Espíritu Santo ahora, con toda la enseñanza del libro de Los Hechos y las Epístolas en nuestras manos, demuestra falta de inteligencia en las cosas divinas.
En cuanto al libro de los Hechos, las lenguas allí mencionadas fueron, creemos, idiomas verdaderos, y Dios dio este don a los apóstoles de hablar en otras lenguas sin aprenderlas, para que todos allí presentes en el día de Pentecostés, pudieran oír el evangelio. Manifestaciones si­milares se ven en el libro de los Hechos, Cap. 10, cuando fueron admitidos los primeros Gentiles, y en el capítulo 1 9, cuando fueron admitidos aquellos que habían conocido nada más que la enseñanza de Juan Bautista, como prueba de que participaron del mismo bautismo del Espíritu. Pero no hay ni un solo indicio en las epístolas que estas manifesta­ciones continuaron. Estaban relacionadas con la iniciación del cristianismo.
La idea de que sólo aquellos que hablan en lenguas son sellados, es absolutamente opuesta a la enseñanza de la Biblia, y no puede producirse ni un versículo en su apoyo. Aun en Corinto, mientras que los dones de señales estaban aún en existencia, el hablar en lenguas era prohibido si no había intérprete, (I Cor. 14: 2, 4, 28) y aun allí solamente algunos hablaron en lenguas. I Cor. 12: 28.
Casos de hablar en lenguas, aun aparentemente genuinos, no serían necesariamente de Dios en estos últimos días, porque la Escritura nos previene contra señales y milagros mentirosos, en conexión con el advenimiento del Anticristo. (II Tes. 2:9).
(4) El dar más importancia a la experiencia que a la doctrina.
La experiencia que no está basada en la doctrina no es sana, y fallará al fin. Muchas almas piadosas se están ocupando con este nuevo movimiento, por razón de su apa­rente espiritualidad, y son arrastrados por su experiencia.
Sometemos la siguiente como doctrina sana en la cual puede basarse una experiencia espiritual:
(a)  El bautismo del Espíritu no es individual, sino colectivo. Es dado en el libro de los Hechos como un hecho cumplido, habiendo entrado en el mismo bautismo, diferentes compañías representativas. Hechos 2: 33, 10: 44, 19: 6.
(b) Cada persona nacida otra vez recibe el Espíritu Santo y así entra en este bautismo colectivo, que le hace un miembro del Cuerpo de Cristo. I Cor. 12: 13, Efes. 1:13, 14.
(c) A la vez, además de colocarnos en el Cuerpo de Cristo, el Espíritu mora en nosotros individualmente, y así es el sello, la prenda y la unción. Efes. 1: 13, 1 4, II Cor. 1: 21, 22; I Juan 2: 20, 27. Rom. 8: 9.
(d)  Por eso, somos exhortados a no contristar al Espí­ritu, (Efes. 4: 30), ni apagarle (I Tes. 5:19) sino a ser llenos de Él. Efes. 5:18.
Nótese lo que sigue esta última exhortación: v. 19. Alabando al Señor en el corazón, v. 20. Dando gracias siempre de todos... en el nom­bre de nuestro Señor Jesucristo.
v. 21. cáp. 6: 9. Sujetándonos los unos a los otros en el temor de Dios. Estas cosas son "el fruto del Espíritu" de Gal. 5: 22, 23.

Estas son las indicaciones de una verdadera experien­cia espiritual. Es cuando el Espíritu nos ocupe con Cristo en y por Su Palabra que estos frutos se producen en nosotros y Dios puede usarnos para la bendición de Su pueblo y la salvación de los pecadores.