Dios mismo ha encomendado a algunos de sus siervos la preciosa tarea de
cuidar a los Suyos. A éstos les ha dado el gran privilegio y también la
responsabilidad de ser los instrumentos del Buen Pastor, es decir, del Señor Jesucristo. No es una obra para cualquiera. Tampoco es un servicio que uno
decide hacer por sí mismo, sino que hay Alguien que encarga y a Quien se tiene
que dar cuentas: “el gran Pastor de las ovejas” (Hebreos 13:20). No es para los
cobardes, los perezosos o los que estén buscando beneficio propio. Es una obra
para los valientes, los que son llamados por Cristo mismo, los que tienen un
corazón dispuesto a sufrir por el rebaño.
A.B.
El Señor Jesús dijo: “Yo soy el buen pastor; el buen
pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de
quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y
el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque
es asalariado, y no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco
mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y yo conozco al
Padre; y pongo mi vida por las ovejas” (Juan 10:11-15).
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