Muchas veces en nuestras vidas llegamos a fallar en
diferentes maneras. Es llamativo que la Biblia no esconde las fallas de varios
santos, tanto los del Antiguo como los del Nuevo Testamento. Obviamente el
Espíritu Santo inspiró a los escritores para que incluyesen estos detalles para
así ayudarnos en nuestras vidas diarias.
Pedro fue un hombre
muy usado por Dios, pero hubo una experiencia muy oscura y triste en su vida.
En el momento de crisis, cuando Cristo estaba siendo juzgado, Pedro llegó a
negar a Cristo.
Queremos examinar su negación para ver lo que podemos aprender con el
fin de evitar, no solamente el peligro de negar a Cristo, pero también varios
otros pecados. Veremos que hubo cinco pasos que le llevaron a negar a Cristo.
1) Su jactancia al compararse con otros
En Mateo 26:33 Pedro le dice al Señor: “Aunque todos se escandalicen de
ti, yo nunca me escandalizaré”.
Cristo acababa de decirles a los discípulos: ''Todos vosotros os
escandalizaréis de mí esta noche”. Pedro se ve a sí mismo como un creyente
invencible en comparación con los otros.
Deberíamos evitar este peligro de comparamos con otros creyentes y
llegar a la conclusión de que somos más fuertes que ellos. Tristemente Pedro no
es el único caso de un creyente que se pone a criticar a otros para que uno se
vea mejor. Pedro no es el último creyente que ha dicho: Yo nunca haría tal
cosa, aunque otros sí la hagan.
2) Su insistencia en rechazar la advertencia:
En Mateo 26:35 Pedro también le dijo al Señor: “Aunque me sea necesario
morir contigo, no te negaré”. Cristo se había dirigido a Pedro en manera
específica y clara: “De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo
cante, me negarás tres veces”. Fue una advertencia muy obvia dirigida a Pedro,
pero no la quiso aceptar. ¿Seremos nosotros así?
3) Su negligencia en la oración:
Dice Mateo 26:40 que
Jesús “Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo”. Cristo les había
dicho que se quedaran allí velando (Marcos 14:34), mientras iba más adelante
para orar, postrado en tierra. Al regresar, Cristo ve que los discípulos no
pudieron velar, y los anima: “Velad y orad, para que no entréis en tentación”.
(Mateo 26:41)
Tal vez lo que
aflige al creyente más que nada en nuestros días es su negligencia en la
oración. ¿Será que no pensamos que es importante? ¿Será que no creemos que Dios
conteste? Cristo entendía la gran necesidad de orar, ¡cuánto más debemos
nosotros!
4) Su dependencia de armas carnales:
En Mateo 26:50 dice
que “uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada”.
¿Pensaría Pedro que con dos espadas podrían los discípulos contra la 'mucha
gente con espadas y palos' que venía con Judas Iscariote? Cristo sabía del gran
poder espiritual que estaba a su entera disposición - “¿no me daría más de doce
legiones de ángeles?” (v. 53) Pero Pedro, habiendo fallado en cuanto a la
oración, ahora no veía otra opción - su única arma era carnal, no espiritual.
Armas carnales no funcionan contra el Enemigo. Necesitamos poder espiritual en
nuestras vidas. Cristo había dicho en v.41 “la carne es débil”, y mientras más
rápido entendamos esta verdad, mejor. Pablo exhorta a los Efesios: ''Tomad toda
la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo”. Cuando llega el
día malo ya no hay tiempo - ¡hay que empezar hoy!
5) Su confianza en un lugar de peligro:
En Mateo 26:69 dice
que “Pedro estaba sentado fuera en el patio”. No reconocía el peligro de estar
en el lugar donde todos eran enemigos de Cristo. Los otros que se estaban
calentando alrededor de aquella fogata esperaban ver el fin de Jesús. Es muy
cierto que uno tiene que trabajar con puros incrédulos, y es probable que uno
esté estudiando en una institución con muy pocos creyentes, pero si al menos
reconocemos el peligro, estaremos alertas. El mundo trata de tener influencia
en mi vida, pero tendrá mucha más influencia si no tengo la costumbre de
reunirme con mis hermanos en la fe lo más que pueda. Pedro, parece ser, no
consideró el gran peligro de estar separado de sus hermanos en la fe. El
contacto cuidadoso con incrédulos nos da la oportunidad de compartir nuestra
fe, pero, como en el caso de Pedro, vemos que negó en vez de declarar lo que él
sabía de Cristo.
Mensajero Mexicano números 17 y 18
(Continuará)
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